Deprimartes brillante:
No podían faltar en los Deprimartes los primeros y eternos chicos malos
de la historia del rock, así que aquí están The Rolling Stones con un tremendo
bajón por culpa de una mujer -cuándo no...-: “Ella nunca te dirá de dónde vino. Ya no importa lo que
pasó ayer, mientras el sol esté brillando, o aún en la noche más oscura, nadie
sabe cómo pero ella va y viene. Adiós, Martes Rubí. ¿Quién podría llamarte de
otra forma que no sea esa? Cuando cambies, al igual que cambian los días,
todavía seguiré extrañándote”.
Hay algunos que parecen vivir sus días con toda la intención de dejar un
cadáver joven. Desde mediados de los años sesenta se hizo muy presente dentro del
movimiento rock la idea mítica de vivir la vida al límite y dejar este mundo en
medio de excesos, algo que había comenzado en la década anterior con el
malogrado personaje de James Dean en la película “Rebelde sin causa”, fogoneado
tanto por la muerte del mismo actor como por la pérdida de otro ídolo joven, el
rockero Buddy Holly. Y dentro del mundillo rock, no sólo los músicos seguían
este tipo de vida suicida, sino también sus admiradores. De la historia de una
de ellos estamos hablando, una groupie fanática que sigue a sus ídolos en todas
sus giras, y que se niega a volver a la limpia vida terrenal: “No pregunten por qué ella
necesita tanto ser libre. Porque si lo hacen, sólo les responderá que esa es la
única manera de vivir. Ella no puede quedarse encadenada a una vida en la que nada
se gana y nada se pierde, a semejante costo”.
A lo largo de nuestra juventud, huimos de
los compromisos, que en nuestras pesadillas se transforman en cadenas. Sentar cabeza
es, para muchos, convertirse en un engranaje más de esta maquinaria sin sentido
llamada sociedad. Y muchos, como la protagonista de la canción, deciden
permanecer vírgenes de cadenas, y flotar como una hoja que se lleva el viento.
Parafraseando a Kundera, será por esa misma insoportable levedad del ser que
muchos dejan este infierno en lugar de acostumbrarse a él: “‘No hay tiempo que perder’, le escuché decir. Siempre
decía eso de alcanzar sus sueños antes de que se escapen. Y en realidad se
estaba muriendo todo el tiempo. Porque si pierdes tus sueños, lo que en verdad
terminas por perder es la cabeza. ¿No es la vida injusta?”. Sí, la vida es injusta. Tal
vez por eso algunos quieren abandonarla tan rápido como se pueda... Adiós,
Martes Rubí, y feliz Deprimartes.
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