Pocas mujeres poseen la extraña habilidad de lucir hermosas estando
rapadas. Y ese parece ser el caso de esta irlandesa combativa. En un homenaje a
Eugene Ionesco, la cantante calva comienza a desgranar su angustia con un dulce
tono de ruiseñor moribundo: "Pasaron siete horas y quince días desde que te
llevaste tu amor. Salgo todas las noches y duermo todo el día, desde que te
llevaste tu amor. Desde que te fuiste puedo hacer lo que quiera, puedo ver a
quien se me ocurra. Puedo ir a cenar a algún lugar lindo, pero nada, nada podrá
llevarse esta tristeza".
En un video muy a tono con la tristeza del alma que parece esgrimir
Sinead O’Connor, unas cuerdas de fondo acompañan sus pasos por una estancia en
la cual se adivina el comienzo del frío. Parece ser un día ideal para lamentarse: “Puedo echármele encima
al primer tipo que vea, pero él sólo me recordaría a ti. Fui a ver al doctor,
¿y sabes qué me dijo? Me dijo: ‘Nena, mejor empieza a divertirte, no te
preocupes tanto por las consecuencias’… Pero él es un tonto”. Así nos
pasó a todos. Recién se fue el amor, y obviamente, nuestro mundo quedó
devastado. Son esos días en que uno no puede levantar la cabeza, porque unas
lágrimas de plomo hacen que las mejillas pesen demasiado.
"Ha sido todo tan solitario aquí, como un
pájaro sin una canción. Nada puede hacer que dejen de caer estas lágrimas
solitarias... Dime, amor: ¿en qué me equivoqué?”. ¿Quién no se preguntó
esto más de una vez? Era difícil respirar siquiera mientras había esperanzas,
leves esperanzas de salir adelante, pero todas quedaban ocultas por el
imparable deseo de un regreso, un deseo que terminaba por empañarlo todo: "Todas las flores que plantaste en el jardín, se
murieron cuando te fuiste. Sé que vivir contigo a veces resultó difícil, pero
estoy dispuesta a intentarlo una vez más. Porque nada se compara contigo".
Y nada se comparaba al amor... Pero se fue, y luego vino otro. Hasta el próximo
Deprimartes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario