“Los
viejos piratas me tomaron y me vendieron a un barco mercante. Minutos después me
sacaban de un oscuro pozo, pero mi mano ya se había hecho fuerte, gracias al
Todopoderoso. Ahora somos una generación que avanza triunfante”. El silencio litúrgico que rodea esta melodía se quiebra sin oponer resistencia
ante la solitaria garganta del genial Bob Marley, el primer artista del Tercer
mundo en hacerse famoso dentro de la cultura Rock. Su canto se hace una lágrima
que invita al sollozo compartido, en la esperanza de una libertad final: “¿No me ayudas a cantar esta canción de libertad?
Porque es todo lo que me ha quedado... Esta canción de redención”.
Esta canción
descarnada, llena tanto de dolor como de esperanza, nos cuenta la historia
moderna de la raza negra, que aún espera y confía en que el Emperador etíope Haile
Selassie sea ese hombre santo que los devuelva a su África prometida: “¿Por cuánto tiempo más matarán a nuestros profetas,
mientras nos quedamos parados mirando? Algunos dirán que las cosas son así, que
tenemos que cumplir lo que está escrito”.
El enorme Bob
representó como ningún otro el paradigma del músico reggae, con los ideales de
la religión rastafari, su uso sacramental del cannabis, sus dreadlocks que
abrevan en la imagen del León de Judá, y su prédica de paz y amor. Una temprana
muerte víctima del cáncer lo ha transformado en una suerte de mártir en su
Jamaica natal, y por supuesto, en el resto del mundo. Su voz se ha quedado en
la conciencia colectiva como la de un profeta que llama al despertar espiritual,
a la liberación de una raza, al alejamiento del miedo: “Emancípense
de la esclavitud mental, sólo nosotros mismos podemos liberar nuestro pensamiento.
No le tengan miedo a cosas como la energía atómica, porque nada de eso es tan
poderoso como para detener el tiempo”. No tengamos miedo y vivamos,
porque el tiempo avanza implacable, y cuando llegue a su fin, tan sólo nuestra
propia conciencia nos pedirá cuentas acerca de qué hemos hecho con el tiempo
que se nos ha dado sobre esta tierra.
¡Feliz Deprimartes!...
Y ya que estamos... ¿No me ayudás a cantar esta canción? Porque es todo lo que
me ha quedado...
Nada es tan poderoso como para detener el tiempo...poderosa frase. Es curioso que precisamente lo diga este personaje tan intemporal, ese que siempre estuvo mas o menos sutilmente en la vida de muchos, al menos en la mía y que intuyo seguirá por aquí en el futuro, del mismo modo, a pasitos.
ResponderBorrarMe ha gustado la elección, hacía tiempo que no escuchaba a Marley, y más la interpretación.
Feliz semana