martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 43: “Novocaine For The Soul”. Eels. (1996)





Deprimartes empastillado:



La vida es en blanco y negro, así que tal vez valga la pena aprender a volar. Eso nos dicen los muchachos de Eels, conocida banda independiente y experimental, en este tema desequilibrado con un video más desequilibrado aún. Una pequeña maravilla noventosa que alguna vez supo mancillar, imitándolo, la apertura de un lamentable show televisivo vernáculo: “La vida es blanca, y yo soy negro. Ahí vienen otra vez Jesús y su abogado. Oh, mi amor; ¿Llegarás aquí antes de que yo empiece a pulverizarme?”. Una vida sin color, con presiones religiosas y legales, y una ausencia de amor... ¿Qué nos queda? Pues tal vez alguna opción que altere nuestra realidad. Y entonces sí, veremos las cosas de una manera muy distinta: “La vida es grandiosa, y yo me siento grandioso, porque mamá me dijo que yo fui un grandioso error. Anestesia para el alma, mejor dame algo para llenar este vacío... ¡Antes de que empiece a pulverizarme!”.



Siempre está el riesgo de que una pausa violenta nos arruine el viaje. Y, por supuesto, también está el riesgo más preocupante de correr algún exceso y ya no querer bajar de la atmósfera: “Adivina quién vive aquí entre todos estos zombies. Esta vida mía que se parece mucho a un librito para colorear me está arruinando la cabeza… Una vez más”. Es mejor saber tener un poco de autocontrol y quedarse con grandes recuerdos, para cuando ya no quede otra cosa más que volver a poner los pies sobre la tierra y regresar a la sociedad.



Dejarse transportar por la música (o por otra cosa)… Volar, flotar, levitar… ¿Importa algo más cuando uno logra olvidarse de algo tan básico como la Ley de gravedad? Obviamente no. Así que sólo nos queda disfrutar del trayecto: “La vida es dura, y así estoy yo. Mejor que me des algo para que no me muera… Anestesia para el alma, antes de que empiece a pulverizarme”.  Creo que voy a ir a buscar ese callejón. Tal vez no esté tan lejos. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 23 de julio de 2013

Capítulo 42: “My Friends”. Red Hot Chili Peppers. (1995)





Deprimartes fraternal:



“Escuché hablar a una niñita, y lo que ella dijo fue algo hermoso: me dijo que diera mi amor, sin importar más nada. Eso fue lo que dijo”. ¿Qué es la amistad en definitiva, sino una de las formas más desinteresadas de brindar amor? El hecho de que alguien, sin más razón que una inexplicable empatía, se siente a la par nuestra, nos ponga una mano en el hombro y nos diga: “yo voy a estar a tu lado”, se asemeja bastante al amor: “Mis amigos están tan deprimidos... Logro sentir la duda de su soledad. Confíen, porque yo estaré a su lado. Saben que estaré... Saben que estaré”. Son muy pocos mis amigos, y aunque con muchas personas comparto ciertos grados de apego -el cual agradezco en tiempo y forma- siento que la palabra amistad es demasiado grande como para ser usada en vano. Se me aparecen muchos nombres cuyo afecto me es inestimable, pero hoy, viendo este bellísimo video de los Red Hot Chili Peppers, se me viene a la mente un duradero grupo que conformamos con otros tres amigos en mi primera juventud. Quiero hacer un apartado especial para ellos, ya que esa amistad dejó de existir hace un buen tiempo.



“Una amiga mía me llamó, sonaba tan sola y desesperada a través del teléfono de la prisión... Me contó que le quieren dar siete años, sólo por el hecho de estar triste”. ¿Quiénes de ustedes no han tenido un grupo de amigos del alma, de esos que con sus bromas y apoyo incondicional te hacían olvidar la condena que hay que cumplir por el sólo delito de estar tristes? Bueno, yo tuve uno, y estoy feliz de haber sido parte de él. Por más de una década me vi remando codo a codo con un trío de hermanos de la vida, conformando una unidad sólida, con sus diferencias, claro; pero también con un innegable espíritu de confraternidad. Al igual que los integrantes de la banda en este video, que representan cosas muy disímiles. La imaginación, la inspiración, la locura, la fe ciega… Todos estos conceptos conviviendo en el mismo bote. Y nosotros éramos tan distintos… E igual supimos remar a la par.


Hoy les digo, como dice la canción: “Los amo a todos ustedes. Heridos por el frío, todo se siente tan difícil, y solitario también, cuando no te reconoces a ti mismo”. Hoy ya no nos reconocemos. Nuestra amistad, de a poco, se volvió color sepia, como en las fotos viejas. Hoy a nuestros recuerdos comunes los corroe la indiferencia. Nuestros desencuentros se han encontrado para acunar una repelente sensación emparentada al odio. Pero, ¿quién nos quita lo bailado? Estuvimos los cuatro en el mismo bote, rodeados de un inmenso mar de creencias abstractas, y atacados por las inclemencias de las tormentas ideológicas. Cuando temíamos que el mar nos tragara, supimos capear el temporal: “Mis amigos están tan afligidos. Parados en el borde del vacío... No conozco palabras que puedan describir este vacío”. Aunque hoy me haya quedado solo en mi bote, lo único que tengo para decirles es: ¡gracias! Ya nunca más volveremos a estar juntos frente a la tormenta, pero los recuerdos que han dejado en mi vida son impagables, a pesar de lo que hoy en día es nuestra relación. Aprendí a superar todo eso: “Imaginen lo que me ha enseñado la tragedia: que dejar ir las cosas da paz”. Hoy tengo paz, y un gran recuerdo. Espero que ellos también estén en paz con sus recuerdos, adonde sea que se los haya llevado la tempestad… Nos vemos, y feliz Deprimartes.

martes, 16 de julio de 2013

Capítulo 41: “New York Mining Disaster 1941”. Bee Gees. (1967)





Deprimartes subterráneo:



Tuve oportunidad de participar como espectador de esa serie inexplicable llamada Lost, que terminaría por marcar cierto período de mi vida. De allí recuerdo una frase de Sayid, uno de sus personajes, la que se quedó para siempre en mi memoria: “Es muy peligroso perder la esperanza”. Por algo es lo último que se pierde... Aquí, un minero atrapado en un derrumbe conjetura sobre el poco tiempo que le queda para valorar el mucho tiempo que tuvo, y sintiendo cercana la muerte le dice a sus compañeros: “En caso de que algo me ocurra, tengo algo que quiero que todos vean. Es sólo la fotografía de alguien que conocí. ¿Ha visto a mi esposa, señor Jones? ¿Sabe cómo está todo allá afuera? No hablemos demasiado alto, o causaremos otro derrumbe, señor Jones”.



Ese gran trío que fueron los Bee Gees nos acercan una canción muy corta, gran éxito de su época pre-disco. Los hermanos Gibb iniciaron su extensísima carrera musical en la gloriosa década de los 60’s, y al principio eran un grupo de cinco integrantes. Con el correr de los años, sólo quedaron Barry y sus hermanos, los gemelos más distintos del Rock: Robin y Maurice; quienes ya descansan en paz. Su fama –y su encasillamiento- les llegó con la música disco, y la banda de sonido del film “Fiebre de sábado por la noche”. A pesar de esta etapa inolvidable, les costó horrores arrancar de la memoria colectiva el falsete de Barry, y las armonías melódicas del trío, que los habían convertido en los reyes de todo salón de baile en el que brillara una bola de espejos. Y así fue que con mucho esfuerzo lograron revalidar su enorme catálogo de más de 35 años de grabaciones en conjunto, y ser respetados por lo que en realidad siempre fueron: músicos con mayúsculas, que tenían la capacidad de cantarle tanto a John Travolta como a la tragedia que tuvo que sufrir un grupo de mineros rescatados del estómago mismo de la tierra: “Sigo afinando el oído para tratar de escuchar algún sonido, tal vez alguien esté cavando hacia nosotros. ¿O se habrán rendido y se habrán ido a dormir, pensando que aquellos que una vez existimos ya estaríamos muertos?”.



Pues en vista de acontecimientos como los que vivieron aquellos treinta y tres mineros chilenos, se puede decir que es cierto, lo último que hay que perder es la esperanza. Al final, y sólo al final, parece rendir sus frutos. ¡Feliz Deprimartes!