martes, 28 de enero de 2014

Capítulo 68: “God Only Knows”: The Beach Boys. (1966)




Deprimartes todopoderoso:

Todo aquello que más me gusta del Rock & Roll: el álbum Sgt. Pepper’s de los Beatles, la obra Pink Floyd, la psicodelia, el sonido de los ‘60s… Todo eso tuvo un punto de partida con estos señoritos norteamericanos. Y es que la banda de los hermanos Wilson logró aglutinar en un proyecto específico toda la experimentación que ya venían esbozando las bandas que habían llegado con la primera invasión británica, como The Kinks, The Rolling Stones y los propios Fab Four, y que ya se venían aburriendo de hacer tan sólo música para adolescentes: “Puede que no siempre te ame, pero mientras haya estrellas sobre ti, nunca tendrás que dudar; te haré sentir muy segura de esto: sólo Dios sabe qué sería de mí sin ti”. The Beach Boys tenían unos acoples de voces insuperables, algo propio de niños bien criados a la usanza americana; con toda su infancia practicando en el coro dominical de la iglesia. Y en 1966 a su pulcritud musical decidieron agregarle la imaginación experimental. ¡Y vaya que lo hicieron bien! Para este tema, el primer Nº1 de la historia en incluir la palabra “Dios”, hasta tuvieron sesiones de oración.

“Si alguna vez me dejas, aunque la vida continúe, créeme, el mundo ya no podría mostrarme nada; así que, ¿qué bien me harías dejándome?”. Con este tipo de letras más reflexivas, dejaron atrás la temática de las tablas de surf, las chicas y los coches de moda; y sacaron a la luz el álbum Pet Sounds, que para algunos es el mejor de la historia. Para mi gusto personal no tiene ningún sentido compararlo con mi querido Sargento Pimienta, ya que ambos álbumes parecen hablar dos idiomas distintos. Pero debo reconocer que es todo un hito en la historia de la música moderna. Un disco realmente muy bueno y que envejece con la sobriedad propia de los mejores clásicos.

El líder de la banda, Brian Wilson, quería profundizar este camino de experimentación sonora; pero sus compañeros de banda querían seguir cantándole a la playa, y continuar surfeando la ola del éxito pasatista; así que se opusieron rotundamente. Y entonces el buen Brian cayó en una depresión de la que prácticamente ya nunca pudo salir. ¡Salud! ¡A él y a todos los genios incomprendidos! ¡Feliz Deprimartes!

martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 67: “My Generation”: The Who. (1965)




Deprimartes ultra violento:

La juventud es un estado de ánimo. The Who le canta a esa nueva generación que a mediados de la década del ‘60 empezaba a tomar el mundo por asalto, ante la mirada aterrada de unos padres de anciana mentalidad: “¿Por qué simplemente no desaparecen? No traten de simular que les gusta lo que decimos. No estoy tratando de convertirme en el centro de atención; sólo estoy hablando de mi generación. Esta es mi generación, nene”. Esa nueva generación, la que se rebelaría al ritmo del crecimiento artístico del Rock & Roll, era mucho más libre de sus padres que cualquier otra que hubiera visto la historia de la Humanidad. Más libres para escoger su propio destino. Más libres, y más angustiados por la responsabilidad que significa el tener que ser artífice de su propia suerte. Es la angustia que sufre aquel que no tiene a nadie a quien echarle la culpa de sus propios fracasos.


Este  videoclip es un testimonio documental que atraviesa casi tres lustros de la maravillosa historia evolutiva del Rock. A través de las presentaciones de la banda, se pueden adivinar a primera vista las modas que fueron empapando aquellos años: los formalidad inocente de los jóvenes que escuchaban Beat, la psicodelia multicolor del Rock Ácido, la vestimenta grandilocuente del Glam Rock, la onda casual y despreocupada de la música de grandes estadios, la madurez de aquellos que ya tienen su carrera musical hecha. Ninguna banda se veía más potente en escena que The Who. Pete Townshend le enseñó a los guitarristas de la era Rrock cómo había que tocar para ser una mega estrella: con saltos histéricos, girando los brazos como una hélice, y finalmente destruyendo a golpes su instrumento. El genial Keith Moon hacía lo mismo con su batería, luego de tocarla como un mono rabioso, la destruía con un combo de patadas y pirotecnia. Mientras John Entwistle se mantenía sobrio y ejecutaba el bajo con absolutamente todos los dedos de la mano que pulsa las cuerdas -algo que prácticamente no vi hacer a casi nadie más-, Roger Daltrey hacía girar el micrófono sobre su cabeza como quien está por descargar sobre nuestros lomos un látigo de poder. Y cantaba esta canción con un tartamudeo nervioso, como tratando de refrenarse por lo que decía, o como no pudiendo vencer su angustia: “La gente trata de menospreciarnos, y estoy hablando mi generación, tan solo porque andamos por ahí. Las cosas que ellos hacen se ven horriblemente frías; espero morirme antes de llegar a viejo”. A pesar de eso, ésta última y polémica frase es la única que no sufre de tartamudez; está dicha con perfecta seguridad. Yo también espero morirme antes de llegar a viejo; yo también siento que soy representante de una generación que no se condice con la realidad. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 14 de enero de 2014

Capítulo 66: “Never Tear Us Apart”: INXS. (1988)


Deprimartes añorante:

“Podríamos vivir por mil años, pero si te llegara a lastimar, haré vino con tus lágrimas”. Si bien estéticamente se parecía mucho a un Jim Morrison un tanto venido a menos, es innegable cuánto se lo extraña a Michael Hutchence. Su partida de este mundo, en tan extrañas y mórbidas circunstancias, dejó muy mal herido a un Rock que ya venía quedándose sin ideas hacia fines del Siglo XX. Y sin él, INXS nunca volvió a ser lo mismo, y vaya si la banda australiana lo intentó. Probó con varios suplentes, que jamás pudieron hacerle justicia a la voz original de la banda. Al menos les queda la conciencia tranquila por haberlo probado todo. Si hasta buscaron cantante en un reality show. Pero nunca pudieron suplantar a este poeta oceánico: “Ya te había dicho que nosotros podíamos volar. Porque todos tenemos alas, aunque algunos ni siquiera saben para qué”.

Aquí vemos a la banda en su momento de mayor gloria, paseando en la época final de la Guerra Fría por la ciudad de Praga, que según se dice, es la ciudad más hermosa del mundo; pero claro, muy poco conocida porque estuvo durante años bajo la órbita soviética. El señor Hutchence nos invita a hacer turismo por esta metrópoli cuasi milenaria, mientras busca a la niña que lo desvela. La encuentra finalmente en el Puente del Rey Carlos, y allí ambos descubren sus realidades: “Yo estaba parado, y tú estabas ahí. Dos mundos chocaron, y ahora ellos ya no podrán separarnos”.

A pesar de semejante afirmación, Michael parece no soportar la levedad del ser, y sigue su camino por una fría Praga, que uno adivina que supo tener mejores primaveras. Deja atrás a la señorita objeto del deseo, y se va rumiando sus pensamientos mientras pasa al lado del pintoresco Reloj Astronómico de 600 años de antigüedad y llega a la zona del Viejo Ayuntamiento, atestado de gente. Y aún canta: “No me preguntes lo que sabés que es verdad. No tengo que decirte que amo tu precioso corazón”. Aunque nunca haya ido, me gustó mucho conocer esta ciudad, una de las pocas urbes europeas que no sufrieron los estragos de la Segunda Guerra Mundial. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 7 de enero de 2014

Capítulo 65: “Salt Water”: Julian Lennon. (1991)




Deprimartes preocupado:

“Somos una roca girando alrededor de un sol dorado. Somos un billón de niños convertidos en uno. Pero cuando escucho sobre el agujero que le hicimos al cielo, se me forman pozos de agua salada en los ojos”. El genio de Julian Lennon, hijo mayor de John, nos cuenta en esta dulce canción la paradoja entre el grado de sofisticación de nuestra sociedad y la ignorancia con que tratamos a la naturaleza. “Trepamos la montaña más alta, planeamos hacer que el desierto florezca, somos tan ingeniosos que hasta caminamos sobre la Luna. Pero cuando escucho sobre cómo se están muriendo nuestros bosques, aparecen pozos de agua salada en los ojos”.

La melodía y el ritmo recuerdan pasajes de la obra musical de su padre -la introducción es un velado homenaje a “Strawberry Fields”, los violines del fondo recuerdan demasiado a “Dream #9”-, dejando en claro que el ADN artístico de John Lennon no pudo ser detenido por ningún disparo: “He vivido por y para el amor, pero ahora eso ya no es suficiente, porque el mundo que amo se está muriendo. Y por eso estoy llorando. Y el tiempo ya no está de nuestra parte, al menos no de mi parte, porque nos estamos quedando sin tiempo, ya que lentamente se agota frente a nuestros ojos”.

En un video simple y efectivo en su mensaje, la naturaleza necesita expresarse a tal punto de tener rodeada a la ciudad, mientras sus ciudadanos se esconden de este asedio tras sus mascarillas antismog; y sólo un puñado de personas oprimidas por la rutina que impone lo urbano (una oficinista, un recolector, un simple conductor, un anciano) parecen ser los únicos en darse cuenta: “Iluminamos el océano más profundo, tomamos fotografías desde Marte. Estamos encantados con lo inteligentes que somos. Entonces, ¿por qué un bebé tiene que estar llorando por hambre?”.


Sobre el final, Julian cierra la canción con una pregunta muy interesante reservada para su versión futura: “¿Qué pensaré de mí mismo el día en que me muera?”. Tal vez, esa termine por ser la única y verdadera pregunta. ¿Qué pensaré de mí y de la jornada que recorrí, cuando la imagen con la que me golpee el espejo tenga ya los ojos cansados, la espalda arqueada, el pelo ceniciento y las facciones más duras? ¿Estaré orgulloso de mí mismo antes de hacer mi última reverencia? ¡Ojalá así sea! ¡Feliz Deprimartes!