Deprimartes hampón:
¿Qué tipo de hechizo nos arrojan las películas del género
policial negro? Personalmente, sé de gente que le vendería su alma a Asmodeo con
tal de defender este rubro. Ya a mediados del siglo pasado todos parecían saber
lo adictivo que es el género: “Ahora existe una
nueva riqueza, que puede distribuirse como una película en blanco y negro que
haga feliz a la gente. Es un regalo impresionante, que también puede terminar
por arruinar a esa misma gente”. Este improbable pero increíble dúo,
conformado por la angelical voz de Jon Anderson, y el talento del genial
tecladista griego Vangelis Papathanassiou, ideó esta revisión de las primeras
décadas de la historia norteamericana moderna, haciendo foco en la oscuridad de la vida de
esos años de entreguerras. Vangelis, además de hacerse acreedor a un premio
Oscar por su archiconocida banda de sonido para la película “Carrozas de
fuego”, alumbró la perfección del sonido electrónico a través de álbumes de una
hermosura ultraterrena, como “Heaven And Hell”, “Spiral”, y la música que
compuso para el filme “Bladerunner”, entre otros. Es el único artista con la
capacidad de hacer estallar el sonido como lo haría un cristal cuando se hace
añicos. Y Jon Anderson, bueno… ¿Qué podría decirse de malo del frontman de una
banda tan enorme como Yes? Absolutamente nada.
Para entender la letra de este tema, es casi imprescindible
haber visto el Manifiesto del Policial Negro, la película “El halcón maltés”,
estelarizada por Humphrey Bogart. Y, como ustedes descubrirán, yo no la he
visto; así que haré lo que pueda: “Ella vino, como si
esto fuera un libro de Mickey Spillane, a contar que aquella oscura emboscada
de sábado por la noche había dejado a su amigo lleno de plomo. Pero entonces,
como si ya nada fuera lo mismo, la investigación pasó a ser lo único importante.
Él tuvo que chequear la coartada de la señorita”.
“Sam Spade y su amigo Archer habían sido los
primeros en llegar. Él fue tratando de entender a medida que ella confesaba…”. La trama va tomando forma. Y
entonces aparece un ícono infaltable de este tipo de filmes: el narrador en
primera persona, la voz del mismo protagonista contándonos cada cosa que se le
cruza por el pensamiento: “Pero, ¿cómo podían
conocer al Gordo?... Su hermana no podría haber estado viviendo con semejante
confusión… Siguiendo esa pista finalmente dio con el Gordo, para terminar
enfrentando a los amigos del Señor Cairo”. Todos los personajes de estas
historias no logran encajar bien en las categorías de héroe o villano. Sus
andanzas conforman las desventuras de unos verdaderos antihéroes, tropezando en
una vasta escala de tonos oscuros: "Esa noche, el
traidor hizo las cosas bien. Fingiendo que era un debilucho, engañó a Sam con
un gin doble y lo puso a dormir. Cuando él se despertó, todos se habían ido, pero
le habían dejado su arma y una nota con la pista que lo conduciría a encontrar
el halcón maltés”.
El siguiente fragmento de la letra, nos sintetiza cómo fue
cambiando el mundo en esa época, con el surgir de los medios de comunicación y
el fin del poderío de los grandes Capos de la Mafia: “Las
películas de gangsters de comienzos de los años ’30 estaban hechas para
hechizar a la población. Sus historias iban desde Chicago a Hong Kong, pasando
por Estambul. En la época de la Ley Seca, el dinero fluía por medio de las
sucias ratas del contrabando a las órdenes de la mafia. A través de las historias
que nos contaba Hollywood, veíamos en una gran interpretación cómo Al Capone acababa
en prisión, mientras El Ciudadano Kane terminaba de filmarse a las corridas y
conquistaba a la vieja Nueva York. Y como una broma del destino la televisión se
convirtió en el medio más importante del mundo. Allí pudimos ver a James Cagney
cualquier día, y a Jimmy Stewart queriendo ser Presidente. Y también a todos
esos muchachos que siempre disparan entre los ojos”. Hoy suena todo tan
vertiginoso, pero lo cierto es que hace unas décadas, la concepción del tiempo
era otra. Hoy sí que estamos corriendo. En aquellos tiempos, aún los cambios se
vivían como quien los degusta… O los sufre. Por ejemplo, en este otro fragmento
tenemos la palabra de un actor que, como muchos de esa época, no lograba
digerir el paso del formato blanco y negro al cine sonoro: “¿Habrá trabajo fuera de los grandes estudios? Tal vez
tenga una posibilidad favorable, y tengo que aceptar que quizás sea la única.
Todo lo que conozco podría desvanecerse cuando lleguen los colores. Esa chance que
tengo, como una fruta prohibida, es lo que puede hacerme sobrevivir. Es lo
único que vale”. ¡Feliz Deprimartes!