Deprimartes lacónico:
Colin Vearncombe, más conocido
por su seudónimo artístico de Black, fue un cantautor nacido en Liverpool –la meca
de la música-, y que supo tener su cuota de gloria allá por fines de los
ochenta. Su tema más exitoso está presentado a la postre con un premiado videoclip
en blanco y negro, verdadero antecesor de los videos incoloros de la década del
’90. En él nos muestra escenas de lo que ocurre cotidianamente en un paseo
costero. Rostros simples, vecinos sin preocupaciones, actividades sin mayores
complicaciones. A primera vista, una vida sencilla y predestinada a la
felicidad. Pero no: “Aquí voy, haciéndome a la mar
otra vez. El brillo de sol llena mi cabello de luz, y el aire parece lleno de
sueños. Hay gaviotas en el cielo que se reflejan en mis ojos tristes. Todo esto
se siente tan injusto, porque pareciera haber magia en todas partes”. El
protagonista del video sólo logra ver el mundo a través de sus ojos ensombrecidos.
Cosas y personas sin colores, sin sofisticación, sin profundidad. Todo lo que
canta está lejos de sonar como un manifiesto del optimismo, y se lo ve siempre
cabizbajo, con la mirada perdida, con una expresión de resignación desabrida
cruzándole el rostro; y en el mejor de los casos se le asoma una mueca que apenas
puede catalogarse como sonrisa: “Mírame, aquí
parado, totalmente a la deriva. Pero firme a pesar de todo”.
No parece haber ningún rastro de
convencimiento en las palabras de este cantante. Todo ese dechado de esperanza
que aparenta ser la letra del estribillo está dicho como quien necesita afirmar
algo como para creerlo realmente. En teoría, no tiene sentido tener este
sentimiento amargo que nos come el alma como si fuera un ácido, ya que ésta es
una vida maravillosa… ¿No es cierto?: “No tengo por
qué correr a esconderme, ya que esta es una vida maravillosa. No tengo por qué
llorar ni reír. Es una vida maravillosa”.
Yo estuve allí. Estuve en esos
lugares llenos de colores sólo para los demás. Todo es gris cuando no hay
razones para vivir. Y el resto de la humanidad no logra comprenderte. Se siente
como si te odiaran. Sus miradas resultan lacerantes, rayos hirientes parecen
partir de sus pupilas: “El sol está en tus ojos, el
calor en tu pelo. Y sin embargo todos parecen odiarte sólo por existir. Y
necesito un amigo. Oh, cómo necesito un amigo. Alguien con quién sentirme
feliz, y así ya no estar tan solo”. La soledad es un elíxir que pocos
sabemos degustar. Parece un placer sólo destinado para aquellos que nos
sentimos unos extranjeros de la vida, unos desorientados de esta realidad, unos
visitantes de esta existencia. En definitiva, y como se ve en el video, siempre
habrá quien camine con su paraguas abierto bajo el sol… ¡Feliz Deprimartes!
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