Deprimartes volcánico:
Islandia es un país
realmente muy extraño. Es una isla ubicada a escasos metros del Círculo Polar
Ártico, cuya geografía magmática la convierte en una tierra de géisers,
volcanes y glaciares. Estuvo encerrada en su propia historia –que hunde sus raíces
en la Mitología Nórdica de Odín, Thor y Loki- hasta que finalizó la Segunda
Guerra Mundial; y fue allí que empezó a abrirse al mundo. Además de Björk y de Sigur
Rós, muy poco ha sido lo que se conoció musicalmente de Islandia,
principalmente por este aislamiento al que el país mira con orgullo.
Aún así, de vez en cuando, esta tierra de mitos en los confines del mundo nos
sorprende con expresiones como las de esta muy interesante banda, Of Monsters
And Men.
Esta canción nos cuenta
sobre lo que parece ser un diálogo entre una jovencita asustada y un muchacho
de improbable valentía que intenta hacerla sentir más segura, viviendo en una
casa abandonada como si fueran dos huérfanos: “‛No me gusta caminar por esta casa vieja y vacía’, ‛entonces toma mi mano y caminaré contigo, querida’. ‛Las escaleras crujen
mientras dormimos, y eso me obliga a quedarme despierta’, ‛es la casa
diciéndote que cierres los ojos’. ‛Y algunos días ni siquiera confío en mí
misma’, ‘me mata por dentro verte de esta manera’”. La sensación de miedo e inseguridad es
palpable en este relato. Y ese reflejo tan humano de querer sacar fuerzas de
donde no las hay, cuando la oscuridad nos rodea. Así lo demuestra la siguiente
frase, que las voces repetirán a dúo, como una letanía final, con un dejo de
optimismo apagado: “Porque aunque la verdad pueda
variar, este barco llevará nuestros cuerpos a salvo hasta la costa”.
El diálogo sigue, y
las cosas comienzan a ponerse verdaderamente tétricas cuando se reconoce que ya
no son dos los que charlan, sino tres. Hay una voz interior que parece querer
volver a entrar en la partida: “‛Hay una vieja voz en
mi cabeza que no me deja avanzar’, ‛bueno, dile que extraño nuestras pequeñas
charlas’. ‛Pronto todo terminará y estará enterrado con nuestro pasado’, ‛solíamos
jugar afuera cuando éramos jóvenes y estábamos llenos de vida y llenos de
amor’. ‛Algunos días no sé si estoy en lo correcto o estoy equivocada’, ‛tu
mente está jugándote trucos, querida mía’”. Más allá de los optimismos trillados y las
verdades cambiantes, hay algo innegable. Cuando alguien grita en realidad está
pidiendo auxilio: “No escuches ni una palabra de lo
que te digo. Todos los gritos suenan iguales”. Parece el pedido de
auxilio inocente de dos niños atenazados por el miedo, y que aún guardan un
dejo de esperanza por ser rescatados…
Mientras tanto, el
videoclip de esta canción toma envión en toda la mitología islandesa para dejar
volar su imaginación y hacer de la vida un viaje aventurero a través del cual
escapar de nuestras peores pesadillas. Aquí hay paisajes tan sombríos como fascinantes.
Cielos opacos aprisionados por nubes de corazón negro. Montañas que parecen
labradas por culturas hace mucho perdidas en el océano de las eras. Páramos habitados
sólo por el hielo asesino y por una filosa nieve. Un lago oscuro que oculta
antiguas ruinas y criaturas de espanto. Bosques infestados de seres que no
están vivos, un desfiladero guardado por gárgolas amenazantes, volcanes en el
horizonte que escupen sus miasmas al firmamento como si lo insultaran. Monstruos
tiránicos que hacen la vida imposible tanto en el cielo como en la tierra como
debajo de ella. Todo eso se puede superar, con un poco de esperanza; una
esperanza con la forma de una mujer que irradia un brillo que no puede venir de
nuestro mundo. Una niña con el cielo en los ojos, y con palabras que destruyen
cualquier obstáculo: “Te has ido, te marchaste hace
mucho. Vi cómo desaparecías. Todo lo que quedó de ti es un fantasma. Ahora ya
estamos separados y distanciados, no hay nada que podamos hacer. Déjame ir, nos
encontraremos nuevamente muy pronto. ¡No, espera! ¡Espérame, por favor; no te
vayas! Te veré cuando me gane el sueño”. Tal vez todo haya sido un
sueño. No hay forma de explicarse sino cómo es que la niña con el cielo en sus
ojos, cuya sonrisa recuerda al brillo del oro, se convierte en la joya de la
corona de un ser enorme, uno formado por aves de fuego. El mayor monstruo, el
más fulgurante; uno al que los hombres primitivos seguramente terminarán llamando
Dios… Si fue un sueño, vaya que fue bastante raro… Y hermoso… ¡Feliz
Deprimartes!
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