martes, 31 de octubre de 2017

Capítulo 192: “Show Me The Way”. Peter Frampton. (1975)



“Me pregunto cómo te sentirás, ya que tengo este zumbido en mis oídos; y no tengo a quién preguntarle por ti, excepto al mar. ¿En quién puedo creer? Estoy de rodillas en el suelo, porque creo que tiene que haber una fuerza superior a quien pueda al menos llamar por teléfono”. Peter Frampton ha quedado en la memoria como una especie de símbolo del sonido de los años ’70, y en mucho de esto tiene que ver la edición de su disco “Frampton Comes Alive!”, que ha resultado un éxito tan impresionante tanto en ventas como para la crítica; que aún hoy es considerado uno de los mejores y más vendidos álbumes en vivo de la historia del Rock. En esto mucho tiene que ver el cuidadísimo sonido que se conseguía en vivo durante esa época, en la cual ya se había establecido la importancia de los ingenieros de sonidos a la hora de grabar música. Hay grandes ejemplos de lo exitosas que eran las grabaciones en vivo de esos años, y la estrella ascendente de Peter Frampton supo aprovechar este formato para posicionarse en la cima de la popularidad, que por entonces podía rivalizar sin problemas con artistas como los Bee Gees, nada menos: “Las estrellas ya están brillando, pero yo lo único que quiero saber es si tú me mostrarías el camino. Quiero que tú me muestres el camino todos los días”. Y una de las herramientas que ayudó a Frampton a lograr su éxito fue el uso de un efecto llamado “Talk Box”, que consistía en un pedal del cual salía una manguera cuyo extremo había que colocar atado junto al micrófono con el que se cantaba. Al accionar el pedal, el sonido de la guitarra se transmitía por la manguera hasta la boca del cantante, y de esta manera se podía vocalizar con el sonido de las cuerdas, logrando que la guitarra pudiera hablar. Fue tan importante el éxito que Peter logró con este efecto, que por entonces el pedal pasó a ser conocido directamente como el “Framptone”.

Tecnicismos aparte, hablemos de la letra de esta canción, quizás su más grande éxito. Peter parece perdido por estar alejado de la persona a quien más ama. Pero por momentos no parece tener demasiado en claro a quién le habla. Sus devaneos líricos lo llevan a hacer piruetas semánticas de gusto discutible, y en más de una ocasión uno se pregunta: ¿le está hablando a su amor o su Dios? Pero finalmente, y por interesante que pueda parecer la ambigüedad, parece que la intriga no dura tanto: “Me pregunto si no estaré soñando, porque me siento sin ningún tipo de vergüenza ahora; no puedo creer que esto me esté pasando a mí. Te observo mientras duermes, y entonces quiero tomar tu amor”. Finalmente lo averiguamos: le habla a la mujer amada.

Aún me conmueven la potencia y la claridad del sonido de los equipos valvulares de los años ’70, y lo maravillosamente bien que sonaba toda la música de aquella época. Luego, y tal vez por una simple cuestión de evolución, la siguiente década patearía el tablero y todo se convertiría en sintetizadores y en cajas de ritmos. Pero en las emisoras de Frecuencia Modulada aún seguirían sonando los éxitos pensados para aquellos que sabemos escuchar música como ésta: “Bueno, no puedo encontrar las razones por las que vives con los nervios de punta. Cuando a alguien se le cae un vaso, yo siento que me hundo. Estoy nadando en círculos, siento que me estoy deprimiendo; tiene que haber algún otro tonto que pueda ocupar mi lugar. Alguien podrá pensar que esto es una forma de sanar, pero en realidad todo lo que yo quiero es que tú me muestres el camino”. Aún hoy me recuerdo muy niño, aburriéndome en alguna reunión familiar; y con mi padre prestándome las llaves de su auto para poder irme a dormir allí dentro. No tuve mejor idea que sintonizar la radio para conciliar el sueño, y escuché música increíble que salía de una estación FM; se trataba de Soft Rock de mediados de los ‘70. Por mucho tiempo creí que “FM” era un artista que hacía canciones grandiosas. Y luego me reencontré con esta música, en mi adolescencia, cuando por accidente escuché de corrido “Sultans Of Swing” de Dire Straits, “Hotel California” de Eagles, “My Sweet Lord” de George Harrison en otra gran radio FM de Rock para adultos. Imposible no sucumbir al encanto de esta música. Que así sea… ¡Feliz Deprimartes!

martes, 24 de octubre de 2017

Capítulo 191: “Patience”. Guns N’ Roses. (1989)



Deprimartes aplacador:

Debo reconocerlo: siempre he tenido problemas con Guns N’ Roses. En su momento, no me gustaron para nada; pero aún así el mundo se deshacía en elogios por lo que muchos consideran todavía hoy como “la última gran banda de Rock & Roll”. Y a base de ponerle empeño, fui entendiendo lo que la gente decía. Siguen sin ser de mi agrado, pero hoy me es evidente el por qué ocupan el lugar que ocupan en la historia de la música moderna. Su potencia, sumada a la autenticidad de su postura de “Rock Stars”, los han vuelto una banda fundamental en el oído de cualquier melómano rockero. La inconfundible voz de Axl Rose, sumados a la base que supieron darle Izzy Stradlin, Duff McKagan y Steven Adler, y por sobre todas las cosas el brillo enceguedecor de la guitarra principal de Slash; hacen que el sonido de esta banda esa reconocible en cualquier parte del planeta. Se cansaron de vender millonadas de discos con álbumes como Appetite For Destruction y Use Your Illusion I y II, imprescindibles en el cambio de década de 1980 a 1990. De ellos se desprenden hits poderosos y de riffs bien frontales, pero aún así sabían cuando detenerse a pensar y ensayar un ejercicio acústico como éste: “Se me escapa una lágrima porque te extraño, pero siento que todavía puedo sonreír. Nena, ahora pienso en ti cada día. Hubo un tiempo en que no me sentía seguro, pero tú haces que mi mente se tranquilice. No hay dudas de que ahora estás en mi corazón. Mujer, te dije que te lo tomaras con calma; las cosas se resolverán por sí mismas. Lo único que necesitamos es un poco de paciencia. Cariño, te dije que fuéramos lento; y volveríamos a estar juntos. Tan sólo necesitamos un poco de paciencia. Oh, sí”. Aún en esta versión desenchufada de sí mismos no pueden disimular la enorme potencia rockera que siempre los caracterizó.

“Me fui a sentar en las escaleras porque quería estar solo. Si no puedo estar contigo ahora mismo, entonces esperaré. A veces me pongo tan tenso, pero no puedo acelerar el paso del tiempo. Y ya sabes, amor, hay más de una cosa que tenemos que considerar. Mujer, te dije que te lo tomaras con calma; las cosas van a estar bien. Tú y yo podríamos ser un poco pacientes. Cariño, te dije que te tomaras tu tiempo; porque las luces están brillando y tú y yo tenemos lo que se necesita para arreglar esto. No vamos a fingir, no permitiremos que esto se rompa. Porque sé que podemos con esto”. El video de esta canción me ha llevado a cavilar sobre algo tan vago como esos episodios pasajeros de la vida, esos pequeños encuentros furtivos que se desvanecen en el olvido; y que suelen darse en las habitaciones y los pasillos de un hotel. Pocos lugares hay como éste –otro ejemplo bien podría ser el de un aeropuerto- donde uno se entrecruza con gente con la cual jamás compartirá más que un simple intercambio de miradas, y eso en el mejor de los casos. En el videoclip esto está tan bien reflejado que lleva a la reflexión sobre la futilidad y el vacío en que se sumerge la vida cuando el viaje es continuo, como en el caso de los músicos que viven de gira. Debe ser difícil sobrellevar esa última sensación de desarraigo, de nunca estar en casa, como para encima tener que considerar situaciones tales como una separación amorosa. Supongo que este tipo de circunstancias desequilibran a más de uno, y ni qué hablar de una estrella de Rock; que suelen ser personas con mentalidades problemáticas y con tendencias al abuso de estupefacientes. Si hay algo que no los caracteriza, es la paciencia… Será por eso tal vez que es común oír noticias acerca de rockeros generando incidentes en habitaciones de hotel:  “Necesitamos un poco de paciencia… Sólo un poco de paciencia”.

La autoría de esta canción le pertenece al guitarra rítmica Izzy Stradlin, y en su lograda letra se trasluce una cierta madurez; de esas que se logran luego de atravesar una crisis amorosa tras otra. No todos tienen una actitud cuasi budista como para lograr la tranquilidad necesaria para superar las adversidades. Y es que en eso parece radicar el gran secreto como para salir del abismo. Ante un desastre, lo primero que hay que hacer es respirar y conseguir la calma para pensar con claridad. A veces, para que una pareja se recomponga, es imprescindible estar solos por un tiempo, y repensar las cosas a la distancia: “He estado caminando por estas calles en la noche, tratando de entender lo que nos pasa. Pero es difícil darse cuenta con tanta gente alrededor, tú sabes que no me gustan las multitudes. Pero las calles no cambian, excepto por su nombre; y yo no tengo tiempo para este juego. Porque te necesito. Te necesito ahora”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 17 de octubre de 2017

Capítulo 190: “River Man”. Nick Drake. (1969)



Deprimartes fluvial:

“Betty vino por su propio camino, y dijo que tenía algo que contarme acerca de las cosas que pasan hoy en día; y de las hojas que ya han caído. Dijo que no había estado escuchando las noticias, no tuvo tiempo de decidir en qué manera iba a perder; pero aún creía”. Si hay una joya escondida en el arcón del Rock, esa joya se llama Nick Drake. Artista absolutamente incomprendido por los habitantes de la era en que le tocó vivir, muy de a poco su brevísima obra fue abriéndose paso en el talento de otros numerosos artistas de renombre; que reconocían a viva voz la influencia de los versos oscuros de este poeta maldito: “Voy a ver al hombre del río, le voy a contar todo lo que sé acerca del plan para la época de las lilas. Si él me dice todo lo que sabe acerca de la manera en que fluye su río, espero que la noche se muestre en todo su esplendor de verano”.

Aún hoy hay debates encendidos sobre qué querían decir sus rimas. Y si eran enrevesadas sus letras, ni qué hablar de las afinaciones enfermizas con las que le gustaba trabajar. Drake tensaba y destensaba las cuerdas de su guitarra para lograr configuraciones muy poco ortodoxas, intentando dibujar acordes de sonidos extraños y arracimados; siempre inquietantes para el oído. Y cuando se daba el gusto de tocar con una afinación regular, como en esta canción, sacaba algún otro truco de su manga como para sonar de manera casi inclasificable. Este tema está arpegiado en un ritmo de 5/4, algo muy poco común para una canción a ejecutar con una simple guitarra; lo cual le da al ritmo esa sensación de avanzar torpemente: “Betty me dijo que hoy estuvo rezando para que el cielo despejara, o tal vez rezaba para que se quedara nublado; ella no estaba segura. Porque cuando pensaba en la lluvia de verano viniéndole a su mente una y otra vez, ella dejaba de sufrir y se quedaba esperando por más”.

Tan desapercibido pasó Nick por esta vida que no existe filmación alguna de su desempeño profesional. Sólo tenemos fotos de él, y los testimonios de la gente que llegó a compartir algún momento de su vida; entre los que prevalece la coincidencia de pensar que en realidad nadie lo conocía demasiado. Híper retraído, con una personalidad críptica, detestaba tocar en público y dar entrevistas. Tal vez éstas hayan sido razones de peso para que fuera prácticamente un desconocido: “Voy a ver al hombre del río, le voy a contar todo lo que sé acerca de la prohibición de sentirse libre. Si él me dice todo lo que sabe acerca de la manera en que fluye su río, entonces me daré cuenta de que esto no es para mí”. Nick, luego de editar tres discos que casi no se vendieron, se dio por vencido. Era una persona con una tendencia natural a la depresión, así que con tan sólo veintiséis años renunció a todo y se fue a vivir por un último tiempo a casa de sus padres. Allí murió una trasnoche de una sobredosis de somníferos, se fue a dormir y jamás se despertó. Quizás aún esté soñando con el plan que tenía para la época de las lilas... Y si su muerte fue un accidente o algo premeditado, es el último misterio con que suele dejarnos pensando todo potencial suicida.

Lo dicho, no hay imágenes en movimiento del buen Nick en su vida adulta. Y este videoclip, hecho con motivo de un relanzamiento de su discografía, está compuesto tan sólo por fotos suyas… Pero detengámonos un segundo para ver el rostro que aparece en esas fotos. Es el rostro de un niño. De un niño perdido, un niño que contempla la vida y no la entiende. O que simplemente, no le gusta. Tal vez a ese niño le parezca que hay demasiado dolor en este mundo lleno de gente como para poder disfrutar de una felicidad que se le revela a cuentagotas. Contemplando su figura taciturna, en blanco y negro y más allá del tiempo, uno siente unas ganas desgarradoras de correr a darle un abrazo. Sea por la razón que sea, conocer la obra de Nick Drake es un trago agridulce; pero me alegro tanto de que el torbellino del olvido no se haya devorado su nombre, junto con el de todas esas personas anónimas que lo ignoraron y a quienes él veía ir y venir sin prestarle la más mínima atención al dolor que él sentía: “Oh, cómo van y vienen…”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 10 de octubre de 2017

Capítulo 189: “Thank U”. Alanis Morissette. (1998)



Deprimartes agradecido:

“Y qué tal si dejo de tomar esos antibióticos. Qué tal si ya dejo de comer cuando estoy llena. Qué hay con esas zanahorias transparentes colgando. Y qué hay con ese siempre elusivo ‘tendría qué haber hecho tal cosa’”. Siempre fue un hermoso gesto de justicia por parte de la vida misma que alguien tan talentoso como Alanis Morissette haya tenido un éxito tan arrollador. Esta compositora canadiense se ha caracterizado por siempre intentar decir algo en sus letras. Y vaya que lo ha hecho: “Y qué tal si ya dejo de culparte a ti por todo. Y qué tal si empiezo a disfrutar el momento de una buena vez. Qué hay de lo bien que se sentirá por fin perdonarte por todo. Qué tal si sufro por todo de un solo tirón”.

Con tan sólo veinte años editó el disco Jagged Little Pill, el cual gracias a sus letras es un emblema de la ansiedad que la juventud presentaba en la década del ’90; y por su lograda música es considerado uno de álbumes que más se han vendido en toda la historia. Y Alanis tuvo la madurez necesaria, a tan corta edad, de saber dónde buscar equilibrio y consejo para seguir su vida sin que la fama se le subiera a la cabeza. Así que, luego de finalizada la larga gira de su álbum, se fue a la India. Y de allí volvió llena de gratitud: “Gracias India. Gracias terror. Gracias desilusión. Gracias fragilidad. Gracias consecuencias. Gracias, gracias silencio”.

“El momento en que pude dejar ir las cosas, fue el momento en que tenía más de lo que podía manejar. El momento en que me alejé de un salto de todo fue el momento en que toqué el suelo”. Esta letra refleja un profundo viaje de autoconocimiento. Recuerdo que en un libro de Carlos González Vallés leí que la India es un acelerador de procesos espirituales. Y eso queda claro en esta canción, ya que los agradecimientos no están dirigidos hacia sentimientos o ideas netamente positivas, sino todo lo contrario. Alanis le agradece al terror, a la desilusión, al silencio, a la nada misma… Eso es madurez. Madurez para aceptar que de todo lo malo que nos pase también podemos aprender algo. Por siniestra que se nos vuelva la noche, alguna idea siempre alumbra nuestra mente para llegar vivos a ver el siguiente amanecer: “Gracias India. Gracias a la Divina Providencia. Gracias desilusión. Gracias nada misma. Gracias claridad. Gracias, gracias silencio”.


Debe de haber algo más que esta simple realidad. Es innegable nuestra necesidad de continuar la búsqueda, de no quedarnos con aquello que nos dicen que es la simple realidad. Y cuando volvemos de esa búsqueda tan personal, volvemos con más cosas; pero no materiales. Volvemos más sabios, más llenos de matices. Desnudar el alma, tal como hace figurativamente Alanis en el videoclip de esta canción, es dotar de vestimentas multicolores nuestra mente. Es aprender que todo es distinto de como nosotros lo habíamos aprendido. Desaprender es aprender algo nuevo. Es comprender que, en último caso, y con mayor o menor suerte, todos estamos en algún tipo de búsqueda: “Qué tal dejar de ser masoquista. Qué tal si empiezo a recordar tu carácter divino. Qué tal si gritas sin vergüenza hasta que sientas que se te salen los ojos. Qué tal si no creemos que es lo mismo la muerte al hecho de que todo se termine”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 3 de octubre de 2017

Capítulo 188: “Tainted Love”. Soft Cell. (1981)



Deprimartes contaminado:

Este tema es un éxito del año 1964 del sello Motown, en la voz de la cantante negra Gloria Jones –la misma que fuera novia del líder de T-Rex, Marc Bolan, y que estuviera conduciendo el automóvil en el accidente en el cual murió este glamoroso músico-, pero no fue sino hasta la versión de Soft Cell que ganó fama internacional. Aún hoy continúa siendo el éxito más grande que tuvo este dúo de Synth Pop, el que prácticamente nunca pudo repetir: “A veces siento que tengo que salir corriendo, tengo que escaparme de todo el dolor con que llenas mi corazón. Este amor que compartimos no parece ir a ninguna parte, y siento como si hubiera perdido toda mi luz, ya que no hago más que dar vueltas en la cama sin poderme dormir”.

El sonido electrónico de esta reversión es casi un símbolo de esos primeros años de la MTV y del nacimiento de la era de los videoclips ficcionados –aquellos en que a los músicos no sólo se los ve tocando frente a una audiencia, sino también actuando-. Y en este caso vemos al líder del dúo, el histriónico Marc Almond, disfrazado como una suerte de emperador romano, haciéndose abanicar por un eunuco negro mientras toma el té con una celosa y molesta novia de vestido victoriano. Dave Ball, el otro integrante del grupo, aparece como un jugador de cricket con un visible corte en su cara, trayendo a una niñita para llevarla ante el cantante, quien parece hablarle en la letra a esta pequeña niña: “Una vez corrí hacia ti, ahora correré para huir de ti y de este amor contaminado que me has estado dando. Te brindé todo lo que un muchacho podría darte. Tu te apoderas hasta de mis lágrimas, y parece que aún quieres más. Esto es un amor contaminado”. Todo tiene un tufillo demasiado pederasta para mi gusto. Ha habido toda una gama de interpretaciones de este video, pero mi preferida es aquella que reza que todo lo ocurrido en el terreno de la música y los videoclips de esos primeros años ’80 puede explicarse con una sola frase: grandes cantidades de cocaína.

El emperador va a columpiarse mientras deja a la niña jugando con pirañas… Este más que extraño videoclip nos grafica el trato cruel que los mayores pueden llegar a prodigarle a un niño. Hablando de manera metafórica, es en mayor o menor medida lo que hacen todos los padres. Pero, bueno; ¿quién podría culparlos? En definitiva no existe un manual de cómo ser buen padre, y más de uno de ellos no hace más que llevar adelante la crianza de sus hijos como si estuviera movilizado por un compendio de sus propias frustraciones; frente a la sonrisa incomprensiva de esos ojos de niño que lo idolatran: “Ahora sé que tengo que salir corriendo, tengo que huir. Tu no quieres que las cosas entre nosotros estén bien, sólo necesitas alguien que te sostenga firmemente. Y crees que el amor es algo a lo que hay que rezarle todos los días. Bien, lo siento, pero yo no rezo de esa manera”.


Polémicas aparte, lo que puede rescatarse de la letra de esta canción es que el amor, por maravilloso que sea, tiene escondido entre sus dobleces esa condición tan suya de morboso y retorcido. La forma en que nos lastima lo convierte en algo adictivo: “No me toques, por favor; no puedo soportar la manera en que me seduces. Te amo aunque me lastimas demasiado, así que empacaré mis cosas y me largaré de aquí”. Y en este segmento de la letra está la raíz misma del amor. No queremos que nos dañen pero no podemos soportar que no lo hagan, así que luego de exigir a los gritos que no lo toquen, el cantante susurra: “Tócame, nena, con tu amor contaminado”. En fin… ¡Feliz Deprimartes!