martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 38: “Annie’s Song”. John Denver. (1974)






Deprimartes extasiado:



Dedicado a todas las mujeres de espíritu hermoso, que cada martes se toman la molestia de leerme.



Les apuesto lo que quieran, y a quién sea, a que no pueden escuchar esta melodía sin emocionarse. Seguro que la conocen, por estos pagos un cantante romántico nos torturaba con su versión vernácula. Pero su autor es John Denver, un músico, poeta y actor al que además de volar con su música, le gustaba volar con su avión ultraliviano. Y le gustaba tanto, que un buen día, se fue volando y ya nunca regresó.



Bueno, aquí nos habla sobre el amor, pero no como todo el mundo lo hace, sino describiendo lo indescriptible, ese instante sublime que no puede ser explicado: “Tú llenas mis sentidos, como una noche en el bosque, como las montañas en primavera, como una caminata bajo la lluvia, como una tormenta en el desierto, como un tranquilo mar azul... Tú llenas mis sentidos, ven, hazlo otra vez”.



El amor nos llena, en un momento de nuestra vida, y solemos tener terror de perderlo. Pero si somos lo suficientemente maduros como para hacerlo, hasta incluso podemos dejar que se vaya. Porque, si no se va, ¿cómo haremos para rogarle que vuelva?: “Ven, déjame amarte, déjame darte mi vida, déjame ahogarme en tu risa, déjame morir en tus brazos, déjame recostarme a tu lado, déjame por siempre estar contigo. Ven, déjame amarte; ven, ámame una vez más”. Aprendamos a volar, como lo hizo este poeta; aunque eso signifique ya nunca regresar a la tierra. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 37: “Babooshka”. Kate Bush. (1980)





Deprimartes incógnito:



Como decía el tango: “Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido, y el dolor de ya no ser”... El dolor de ya no ser... Aquí les traigo a la muy teatral y siempre expresiva Kate Bush, quien con la ayuda de simples elementos, como el uso del contrabajo como figura masculina y una espada como objeto fálico, nos cuenta la historia de una mujer casada hace demasiado tiempo, y viuda hace ya mucho, aunque su marido continúe con vida. Una mujer que siente en carne viva el dolor de ya no ser: “Ella quería probar la fidelidad de su marido, y sabía exactamente qué hacer. Usaría un seudónimo para despistarlo, pero ese terminó siendo su peor error. Le mandaba cartas perfumadas, y él las recibía con una extraña fascinación. Ella le recordaba a su esposa, pero como era antes de las lágrimas, como era antes de que los años se fueran, como era cuando se la veía hermosa... Y ella firmaba las cartas: ‘Toda tuya: Babooshka’”.



¿Cómo llenar ese vacío en que se termina convirtiendo nuestra rutina? Es tan difícil... Sentimos la imperiosa necesidad de romper los espejos, para saber si del otro lado hay otra realidad, que esto no puede ser todo, que la vida debe ser algo más que simplemente eso que nos hace arrastrarnos a través del día. Pero todo tiene un precio... Puede costarnos esta misma realidad en la que vivimos: “Ella quería llevar las cosas un poco más lejos, así que arregló un encuentro. Quería ver si él se enamoraría de su otro yo. Y cuando él posó su mirada sobre ella, sintió que ya la conocía de antes. Le recordaba a una pequeña señora, aquella que hacía mucho tenía la capacidad de cubrir todas sus necesidades. Justo como su esposa, antes de que se le volviera de hielo. Justo como su esposa cuando era hermosa... Así que le gritó: ‘¡Soy tuyo, Babooshka!’”. El hombre le responde en medio de un éxtasis, algo que bien podría sonar así: “¡Babooshka, soy todo tuyo! Llévame adonde quieras, haz que los viejos colores sean nuevos otra vez. Hazme vivir y luego dame muerte si así quieres; ya que tal vez ese último instante mirándote a los ojos valga más que este laberinto de hielo, este sinsentido congelado en el que apenas respiro desde hace décadas”. Y ella finalmente descubre su velo de viuda y parece decirle que todavía queda en su interior una chispa de esa mujer de fantasía que aún puede llegar a convertirse en realidad... Aunque tal vez ya sea demasiado tarde para un final feliz.



Todos necesitamos descubrir qué tenemos debajo del velo. Tal vez un hombre común esconde el objeto del deseo de una intrigante acechadora; tal vez una mujer helada oculta a una guerrera medieval por la cual vale la pena dejarse matar... ¿Y vos? ¿Qué escondés debajo de tu velo?... ¡Feliz Deprimartes!