Deprimartes evolucionista:
¿Cómo puedo decir que estoy harto de todo este mundo sin sonar
como un neandertal melodramático? Tal vez con un poco de humor, como siempre lo
ha hecho ese genio que es Ray Davies: “El hombre,
en su evolución, sólo ha creado las ciudades y el ruido del tráfico. Dame tan sólo
una oportunidad y me quitaré la ropa y viviré en la jungla; porque solamente me
siento a gusto subiendo y bajando de un cocotero. ¡Oh, qué vida de lujo, ser
como un hombre mono!”. Verán, cuando al principio de los ’60 las bandas
inglesas invadieron EE.UU. y les enseñaron al mundo entero cómo se hace música
en serio, la punta de lanza fueron cuatro bandas: The Beatles, The Rolling
Stones, The Who… Y The Kinks. Muy poco conocidos por estas pampas, sabían usar
muy bien el afamado humor inglés para graficar lo que querían decir en una
canción Rock, como ésta: “Me creo tan sofisticado
porque vivo mi vida como un buen Homo Sapiens, pero a mi alrededor la gente se
multiplica y merodea como si fueran moscas. Así que no me siento mejor que los
animales que están sentados en sus jaulas en el zoológico, porque comparado con
las flores, las aves y los árboles, resulta que soy un hombre mono”.
Con la banda que integraba junto a su hermano Dave, Ray
Davies ha sido el autor de “Waterloo Sunset”, una melodía imprescindible dentro
del Rock, que está considerada como probablemente la canción más hermosa
compuesta en inglés. Y también, allá por 1964, se dieron el lujo de crear el
primer tema Punk de la historia, con su inoxidable clásico “You Really Got Me”.
Descubrir a este tipo de genios tan incomprendidos es como toparse con un
oculto y milenario brebaje místico, sólo disponible para unos pocos que logran
apreciarlo: “Pienso que soy tan educado y tan
civilizado porque soy un estricto vegetariano, pero con la superpoblación, la
inflación, el hambre y esos políticos de porquería, ya no me siento a salvo en
este mundo. No quiero morir en una guerra nuclear; me gustaría irme a una isla
lejana y convertirme en un hombre mono”.
Hagámosle caso a Charles Darwin, y volvamos a nuestros
comienzos. No digo que nos convirtamos en cavernícolas, sólo digo que nos imaginemos
con menos, digamos, “lujos”. No tanta internet, ni televisión, ni MP3… Sólo nos
quedaría contemplar el paisaje, pero, ¿saben qué?: “Veo
a través de la ventana pero no puedo ver el cielo, porque la polución me nubla
la vista, me gustaría poder salir vivo de esta ciudad. ¡Vamos! Ámame; sé mi
mujer mono. Seríamos tan felices en mi mundo de monos… Yo seré tu Tarzán y tú
serás mi Jane. Te mantendré a salvo y tú me mantendrás cuerdo. Nos sentaremos
en los árboles y comeremos bananas todo el santo día”. Así que habría
que alejarse un poco de todo lo gris con que nos tapona un centro urbano,
porque una de las cosas que más nos deprime es la ciudad. Y démonos rienda
suelta para explorar nuestro lado salvaje. ¿Por qué? Simplemente porque sí. ¿O
alguno de ustedes ha visto en la naturaleza a algún animal deprimido?: “Soy un hombre mono. Soy un mono, un hombre mono, soy un
hombre King Kong, un hombre vudú; un hombre mono. Porque comparado con el sol
que está sentado en el cielo, comparado con las nubes que pasan rodando,
comparado con los bichos, las arañas y las moscas… ¡Pues soy un hombre mono!”.
Despiojémonos juntos, y feliz Deprimartes.