lunes, 28 de enero de 2019

Capítulo 204: “It Never Rains In Southern California”. Albert Hammond. (1972)




Deprimartes soñado:

Probablemente no exista un lugar que haya tenido tanta influencia en la cultura de los últimos cien años como el Estado de California. Su ciudad capital, Los Angeles, contiene la meca del cine, Hollywood; sinónimo de fama y riquezas en las cabezas inocentes de quienes viajan hacia allí en busca de sus sueños. Nuestras ganas de ser felices nos juegan una mala pasada al hacernos creer que todo es posible, y como ocurre en la publicidad de algún casino; el mundo siempre nos muestra los rostros sonrientes de quienes apuestan y ganan, obviando soberanamente a aquellos que lo pierden todo. Y que, por supuesto, son la enorme mayoría: “Me subí a bordo de un 747 con rumbo al oeste. No lo pensé demasiado antes de decidirlo. Oh, todo eso que se decía sobre las oportunidades que había de aparecer encomerciales de TV y en las películas sonaba tan real. Realmente sonaba tan real”.

Una larga historia tiene California en aquello de prometer sueños dorados que sólo pueden ser alcanzados por unos pocos. Fue allí que a mediados del Siglo XIX surgió un fenómeno que terminó en una descontrolada explosión demográfica, y que dio en llamarse la Fiebre del Oro. El descubrimiento repentino de unos yacimientos de oro hizo que literalmente gente de todos los rincones del mundo viajara durante meses hacia California para intentar tener su tajada, y así convertirse en millonarios de la noche a la mañana. Por supuesto, la enorme mayoría no hicieron más que perder todo lo que tenían y quedarse a vivir en esa tierra extraña para darle vida a la nueva ciudad de San Francisco. Toda esa gente terminó dándose cuenta bastante tarde de que las promesas que habían hinchado las velas de sus barcos a través del océano para llegar al paraíso no eran mucho más que el viento que precede un temporal: “Es como si nunca lloviera en el sur de California. Parece como si escuchase muy seguido ese tipo de comentarios. Dicen que nunca llueve en el sur de California, pero, niña, ¿no te lo dijeron? Cuando llueve, llueve a cántaros, vaya que sí llueve”.

Las cosas no son como las pintan, y duele mucho tener que aceptar que el lecho de rosas con el que habíamos fantaseado no es otra cosa que la pared de ladrillos contra la que estrellamos nuestra cara: “Sin trabajo, volviéndome loco, quedándome sin autoestima, ya no tengo ni qué comer. No tengo a nadie que me ame, estoy desnutrido y quiero irme a casa. ¿Podrías decirle a mis paisanos que casi casi lo logré? Diles que tuve tantas ofertas que no pude decidirme por ninguna. Por favor, no les cuentes del estado en que me encontraste. No se los digas, por favor; déjame un poco de dignidad”. De todo esto nos canta Albert Hammond, un artista que no logró alcanzar la fama como cantante más allá de este tema, pero que curiosamente tuvo muchísimo éxito cantando en español (el hecho de haber pasado toda su infancia en Gibraltar le abrió las puertas al conocimiento del mercado ibérico), y también escribiendo (es el autor de “The Air That I Breath”, enorme suceso de The Hollies) y produciendo, ya que llegó a trabajar con nombres como los de Mama Cass Elliot, Johnny Cash, Richard Carpenter, Art Garfunkel, Whitney Houston, y Tina Turner, entre tantos otros. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 22 de enero de 2019

Capítulo 203: “60 Miles An Hour”. New Order. (2001)




Deprimartes plantígrado:

“Estaré ahí cuando me necesites. Estaré parado a tu lado como siempre ha sido. Al caer la noche todo estará bien, porque yo estaré ahí cada vez que tú quieras”. Tengo que agradecerle a este grupo algo que no tiene nada que ver con su obra, pero que terminó siendo una gran “enseñanza accidental” para el resto de mis días. Recuerdo vívidamente algo que ocurrió a finales de 1988. Yo había descubierto a The Beatles hacía poco más de un año, y estaba fanatizado con ellos. Por esos días acababa de escuchar por primera vez el álbum Abbey Road, nada menos; e iba caminando con un grupo de amigos por la calle mientras cantábamos como idiotas una y otra vez el coro de “Carry That Weight”. Casualmente mis compañeros reconocieron al pasar a un amigo de ellos a quien yo no conocía, y que llevaba bajo el brazo un álbum blanco que decía Substance. Era un recopilatorio de New Order, una banda cuyo nombre nosotros jamás habíamos escuchado. Y, obviamente, empezamos a menospreciarlo por ese motivo; ya que a diferencia suya nosotros estábamos escuchando a la que sabíamos que era la mejor banda del mundo. El buen muchacho, en lugar de ponerse a la defensiva o de atacarnos con argumentos, pronunció sólo cuatro palabras; que se quedarían conmigo por el resto de mi vida como la mejor justificación que alguna vez haya escuchado. Él lo único que hizo fue encogerse de hombros y decir: “A mí me gusta”. Tan simple como irrebatible. Y desde aquel entonces, aunque prácticamente no haya escuchado su música, jamás pude olvidarme de New Order.

“¿No puedes ver que no puedo relajarme? Cuando te veo a través del espejo retrovisor, sé que tú puedes seguir mi rastro hasta que me atrapes”. Lo que hace a New Order tan importante en la historia del Rock, además de sus logros propios como grupo, es que sus integrantes son los mismos que conformaban la mítica e influyente banda Joy Division, luego del suicidio de su epiléptico frontman Ian Curtis. Con mucho tino ético, tuvieron la sabiduría de cambiarse de nombre aún habiendo emprendido un camino hacia el cual los dirigió su propio ex líder. Su música fue de a poco volviéndose cada vez más electrónica -destino sellado por el gusto de Curtis por la obra de Kraftwerk-, y su base de fans fue creciendo tanto como lo hacían sus posiciones en los rankings

“No sé si te lo dije, pero estoy buscando cuartel. Nunca adivinarías las cosas que he hecho. El diablo viene a tomar el té conmigo todas las tardes. ¿No te das cuenta de que estoy aquí a tu lado?”.  El videoclip de este tema es tan loco como poco serio, pero es un buen punto de partida para reflexionar acerca de aquellas motivaciones que tenemos para hacer lo que hacemos a diario. Aquellos sueños que tenemos y que perseguimos tenazmente como perros de caza, para quedarnos sólo masticando ese pequeño pedazo de felicidad que logramos arrancarle con los dientes a esos sueños dorados; convirtiendo esa minucia en nuestro trofeo personal, nuestro logro más alto. Lo que hoy hacemos y que nos llena de orgullo es probable que no sea más que un trozo minúsculo, una porción magra de aquello que alguna vez quisimos ser. Pero al menos sigue siendo nuestro, y nos permite dibujarnos una sonrisa agridulce al final de cada día. Como le ocurre al pseudoinvestigador del videoclip, que sueña con descubrir la vida salvaje de los osos; y lo único que logra es ponerse un disfraz bastante ridículo. Curiosamente este videoclip se estrena sólo dos años antes del trágico final de la historia de Timothy Treadwell, recogida en el documental sobre su propia vida llamado “Grizzly Man”. Treadwell amaba tanto la naturaleza, y sentía tal pasión por los osos pardos, que convivía de manera temeraria con ellos; en un esfuerzo por concientizar al mundo sobre el peligro de conservación que corrían estas bestias. Luego de años de obviar las normas de seguridad más básicas a la hora de convivir con estos carnívoros que pueden llegar a pesar media tonelada, y de tratarlos casi como si fueran sus congéneres humanos; una noche el pobre de Timothy fue devorado por un oso… Los sueños pueden ser peligrosos cuando se convierten en realidad, así que tal vez lo mejor sea que continúen siendo fantasías doradas: “Puedes llevarme a una isla, iremos a través del mar tormentoso. Allí juntos podremos adorar dioses paganos tú y yo. ¿Por qué no corres hacia aquí y me rescatas? Puedes venir en tu coche. ¿Por qué no giramos la llave y nos vamos de paseo tú y yo? Manejaremos como a 100 kms por hora”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 15 de enero de 2019

Capítulo 202: “You Can Call Me Al”. Paul Simon. (1986)




Deprimartes cuarentón:

Bendita crisis de la mediana edad. Ese momento maravilloso y aterrador de la vida, que suele ocurrir cerca de los cuarenta años, en el cual nos cruzamos frente a un espejo y no reconocemos al joven lleno de sueños que alguna vez supimos ser. En su lugar vemos con horror algo que se asemeja a un anciano. Comenzamos a sentir dolores en partes de nuestro cuerpo que ni siquiera sabíamos que teníamos, ya estamos fuera de estado físico, con mucho menos pelo, con nuestra musculatura insulsa y el agrio sabor en la boca que nos han dejado todos esos sueños que ya sospechamos que jamás se van a cumplir. La desesperación suele apoderarse de nosotros en ese momento, sentimos que hay que hacer algo; y por supuesto que no tenemos idea de qué. Perdemos lo poco que nos queda de dignidad tratando de abrazar alguna actividad amada en nuestros años mozos, sólo para comprobar que ya no estamos a la altura de las circunstancias. Para aquel que esté un poco atento, no es difícil descubrir a adultos perdidos en el laberinto que ellos mismos han construido y hablándose a si mismos con palabras parecidas a estas: “Un hombre va caminando por la calle y dice: ‘¿De dónde salieron estos rollos que tengo en la cintura ahora? ¿Porqué tengo la panza tan fofa? El resto de mi vida va a ser muy duro, así que necesito la oportunidad de salir bien en una foto; quiero un poco de redención. No quiero acabar siendo un dibujo animado en un cementerio de dibujos animados. Voy a terminar siendo un entierrahuesos, un entierrahuesos entre perros a la luz de la luna. Así que aléjate de la luz de mi puerta, Señor barriga de cerveza, y llévate a todos tus amigotes idiotas; porque ya no encuentro divertido todo esto’”.

“Si cuidas de mis espaldas, yo bien podría ser ese amigo que perdiste hace tiempo. Te puedo llamar Betty, y, Betty, cuando me llames, tú puedes llamarme Al”. Paul Simon es uno de los más grandes trovadores que nos ha dado el Rock. Si bien lo suyo siempre fue mucho más de la mano del Folk, supo integrar quizás el mejor dúo de toda la historia con su amigo Art Garfunkel, quienes terminaron por legarle a la historia un respetable puñado de canciones que jamás se van a oxidar. Pero al igual que su compañero de dúo, ambos como individuos tuvieron un éxito moderado comparado con lo que supieron hacer como Simon & Garfunkel. Finalmente Paul encontró una enorme fuente de inspiración en la música del Tercer Mundo, investigando tanto en Sudáfrica como en Sudamérica sobre los ritmos autóctonos. Bastante de eso se deja oír en esta canción, en la cual el comediante Chevy Chase se viste como Garfunkel y toma su lugar en este videoclip (ambos le llevan una cabeza de estatura a Simon) para que el petiso Paul pueda reírse del mismo destino de ser el mero acompañante y corista de sus propias composiciones, tal como le pasó con Art.

Volviendo a nuestro cuarentón en crisis, es común que en medio de la vorágine en que nos vemos envueltos por ese gran tsunami existencial que se nos ha venido encima; de repente nos asalten todas las dudas. No sólo de si seremos capaces de lograr lo poco que aún en teoría podríamos hacer, sino que también llegan en tropel las preguntas voraces sobre cómo fue que llegamos a convertirnos en esta versión triste de nosotros mismos: “Un hombre camina por la calle y dice: ‘¿Por qué tengo tan poca atención? No logro concentrarme y enseguida me distraigo, y mis noches se me hacen tan largas. ¿Dónde están mi mujer y mi familia? ¿Qué pasaría si me muriera ahora? ¿A quién voy a seguir como modelo ahora que la persona que tenía por modelo se ha ido? Se terminó yendo por la puerta de atrás con una chica gordita y bien fea. Poco después me enteré de que hubo incidentes y accidentes, hubo insinuaciones y alegaciones’”. El espejo se nos convierte en enemigo y nos devuelve a diario a una persona que ha dejado hace ya mucho tiempo atrás sus años felices, que ve a su familia casi como a desconocidos con los que se encuentra obligado a convivir, y que mira impasible cómo sus ídolos de antaño se van desvaneciendo por el mismo paso del tiempo o por algún escándalo que dejó a la luz sus pies de barro. Tal vez crea que es un buen momento para inciar un viaje mistérico, una travesía que le revele alguna perla de sabiduría mística para indicarle por dónde es el camino. Bien, demás está decir que no necesariamente este tipo de búsqueda por los confines de la Tierra puedan terminar bien; sino todo lo contrario: “Un hombre camina por la calle. Es una calle de un mundo extraño, tal vez se trate del Tercer Mundo. Posiblemente es la primera vez que está allí. No habla el idioma ni lleva dinero local. Es un extranjero envuelto en el sonido del ganado en el mercado, de gente bulliciosa y de orfanatos. Mira a su alrededor y ve ángeles en la arquitectura de los edificios que giran hacia el infinito. Y termina por decir: ‘¡Amén!’ y ‘¡Aleluya!’”. Es la crisis de la mitad de la vida. Por suerte dura poco, y como todo, se termina. Y nos deja con un par de ojos nuevos para contemplar las distintas formas de disfrutar la mitad de vida que aún nos queda por vivir. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 8 de enero de 2019

Capítulo 201: “Heart Full Of Soul”. The Yardbirds. (1965)




Deprimartes hinduísta:

Allá por mediados de 1965 la crítica especializada (y el público) aún pensaban que el Rock continuaba siendo una expresión de regocijo muy propia de los adolescentes, una sumatoria de canciones que servían básicamente para musicalizar esas fiestas juveniles donde siempre había ponche. Pero en el corazón de los artistas que ejecutaban esas canciones hipnóticas comenzaba a gestarse algo nuevo… Y mucho más profundo. Este tema fue editado el 4 de junio de 1965, siendo grabado el día 20 de abril de ese mismo año. Exactamente dos semanas después de haberse grabado esta canción, el día 3 de mayo otra banda inglesa, The Kinks grababan el tema “See My Friends”. Estas dos canciones inauguran lo que se llamará Raga Rock, preconfigurando las bases de la notable influencia hindú que tendría el Rock Psicodélico, que ya empezaba a gestarse no sólo en su sonido, sino también en letras más cuidadas y con tendencias a descubrir lo profundo del alma: “Yo sé que si ella me recibiera nuevamente sabría que yo nunca dejaría que se sintiera triste, porque tengo un corazón lleno de alma”. Aunque todavía era temprano para abandonar del todo la temática del amor erótico en las letras, ese camino de búsqueda ya se había iniciado.

The Yardbirds son un buen ejemplo para tratar de entender qué es lo que hacía distintas a esas bandas inglesas integrantes de la famosa Invasión Britanica del ’64 encabezada por The Beatles en América: eran europeos intentando hacer una burda imitación de lo que hacían los bluseros del sur de EE.UU. Con ese intento altanero de Rhythm and Blues mal hecho las bandas inglesas conquistaron un nuevo continente y le dieron aún más vida al ahora renovado Rock. Pero no les fue suficiente… Habiendo vuelto a casa con la cabeza llena de nuevas tendencias artísticas, y con los oídos mucho más abiertos, prácticamente todos los músicos del Imperio se pusieron a experimentar; con lo que llevaron a ese movimiento juvenil a una nueva era de madurez: “Con un corazón enfermizo y solitario, con una desesperación profunda y oscura; teniendo un único pensamiento: ¿dónde está ella? Dime dónde está. Y si ella te dice que ya no me ama, sólo dale mi mensaje y cuéntale de mi súplica”.

Más allá del acto pionero que resultó ser este tema musical, si por algo serán recordados The Yardbirds es por haber contado entre sus filas no a uno, sino a tres de los mejores guitarristas de toda la historia rockera. Detrás de los solos de las seis cuerdas en esta banda estaba un muchachito llamado Eric Clapton, cuyo lugar fue luego tomado nada menos que por Jeff Beck, y quien finalmente fue reemplazado por otro monstruo, un joven de nombre Jimmy Page. Con semejantes nombres, jamás podrá decirse que esta banda sufría de una carencia de talento: “Ella se ha ausentado por mucho tiempo, mucho más del que yo podría soportar; pero si ella te dice que me quiere, dile que allí estaré para ella”. ¡Feliz Deprimartes!


martes, 1 de enero de 2019

"Vendiendo el Deprimartes por una libra”.


En un principio el Deprimartes comenzó como una gran broma. Una respuesta depresiva a las publicaciones musicales optimistas que algunos amigos hacían en sus redes sociales los días viernes, esperando con ansias el fin de semana. Así fue como nacieron estos posteos depresivos un día específico de la semana: el martes. Fue fácil ver que había materia prima de calidad como para encarar la idea de un blog, y allí fue cuando los Deprimartes ya dejaron de ser una broma y se conviertieron en algo más serio. Dos temporadas y cien temas inspeccionando el costado melancólico del Rock, tanto en su música como en sus letras y sus videoclips.

Fue un desafío gigante el intentar llegar a las doscientas entradas. Me lo planteé en su momento como una continuación natural de lo que había hecho hasta ese entonces, pensando en plantar bandera una vez alcanzado ese número; y tal vez revisionar a los mismos artistas -pero con otros temas- como último entretenimiento personal. Había que elaborar entonces otras dos temporadas ya sin la materia prima original de aquellas publicaciones un tanto en broma, un tanto en serio que hice en mi red social. Ahora había que investigar y ponerse a escribir. E intenté cumplir con mi objetivo tanto como me lo permitió mi humilde cuero. Creí que la misión estaba cumplida…

Pero no. Me vendí. Por una libra -y tal vez hasta por menos-. Me vendí a mí mismo la idea de que podría hacer otra andanada de cincuenta temas musicales de artistas que aún no entraron en mi blog. Otro año de entradas, a razón de prácticamente una por semana. Es que había demasiados nombres buenos que se habían quedado afuera… Y aquí estoy, otra vez, decidiendo pararme al borde del ridículo de mi prosa para tratar de describir mediante otra tanda de artistas aquellos estados de ánimo que más distan de la felicidad a la que en teoría estamos destinados. Un año más de tristeza. DEPRIMARTES QUINTA TEMPORADA... ¿Gustan acompañarme?

Nos las veremos con nombres como los de New Order, Prince, The Pretenders, Hall & Oates; Tina Turner, Jehtro Tull, Supergrass, The Killers, Blondie, Roxette y The Animals, entre muchos otros. De todos ellos se puede arrancar alguna reflexión sobre el sinsentido de la existencia humana y el nihilismo propio de la vida misma… O bien simplemente podemos reírnos juntos de lo estúpida que es nuestra especie.

Ya se levanta el telón… Es hora de bailar con el Caballero iluminado por la Luna.