martes, 22 de enero de 2019

Capítulo 203: “60 Miles An Hour”. New Order. (2001)




Deprimartes plantígrado:

“Estaré ahí cuando me necesites. Estaré parado a tu lado como siempre ha sido. Al caer la noche todo estará bien, porque yo estaré ahí cada vez que tú quieras”. Tengo que agradecerle a este grupo algo que no tiene nada que ver con su obra, pero que terminó siendo una gran “enseñanza accidental” para el resto de mis días. Recuerdo vívidamente algo que ocurrió a finales de 1988. Yo había descubierto a The Beatles hacía poco más de un año, y estaba fanatizado con ellos. Por esos días acababa de escuchar por primera vez el álbum Abbey Road, nada menos; e iba caminando con un grupo de amigos por la calle mientras cantábamos como idiotas una y otra vez el coro de “Carry That Weight”. Casualmente mis compañeros reconocieron al pasar a un amigo de ellos a quien yo no conocía, y que llevaba bajo el brazo un álbum blanco que decía Substance. Era un recopilatorio de New Order, una banda cuyo nombre nosotros jamás habíamos escuchado. Y, obviamente, empezamos a menospreciarlo por ese motivo; ya que a diferencia suya nosotros estábamos escuchando a la que sabíamos que era la mejor banda del mundo. El buen muchacho, en lugar de ponerse a la defensiva o de atacarnos con argumentos, pronunció sólo cuatro palabras; que se quedarían conmigo por el resto de mi vida como la mejor justificación que alguna vez haya escuchado. Él lo único que hizo fue encogerse de hombros y decir: “A mí me gusta”. Tan simple como irrebatible. Y desde aquel entonces, aunque prácticamente no haya escuchado su música, jamás pude olvidarme de New Order.

“¿No puedes ver que no puedo relajarme? Cuando te veo a través del espejo retrovisor, sé que tú puedes seguir mi rastro hasta que me atrapes”. Lo que hace a New Order tan importante en la historia del Rock, además de sus logros propios como grupo, es que sus integrantes son los mismos que conformaban la mítica e influyente banda Joy Division, luego del suicidio de su epiléptico frontman Ian Curtis. Con mucho tino ético, tuvieron la sabiduría de cambiarse de nombre aún habiendo emprendido un camino hacia el cual los dirigió su propio ex líder. Su música fue de a poco volviéndose cada vez más electrónica -destino sellado por el gusto de Curtis por la obra de Kraftwerk-, y su base de fans fue creciendo tanto como lo hacían sus posiciones en los rankings

“No sé si te lo dije, pero estoy buscando cuartel. Nunca adivinarías las cosas que he hecho. El diablo viene a tomar el té conmigo todas las tardes. ¿No te das cuenta de que estoy aquí a tu lado?”.  El videoclip de este tema es tan loco como poco serio, pero es un buen punto de partida para reflexionar acerca de aquellas motivaciones que tenemos para hacer lo que hacemos a diario. Aquellos sueños que tenemos y que perseguimos tenazmente como perros de caza, para quedarnos sólo masticando ese pequeño pedazo de felicidad que logramos arrancarle con los dientes a esos sueños dorados; convirtiendo esa minucia en nuestro trofeo personal, nuestro logro más alto. Lo que hoy hacemos y que nos llena de orgullo es probable que no sea más que un trozo minúsculo, una porción magra de aquello que alguna vez quisimos ser. Pero al menos sigue siendo nuestro, y nos permite dibujarnos una sonrisa agridulce al final de cada día. Como le ocurre al pseudoinvestigador del videoclip, que sueña con descubrir la vida salvaje de los osos; y lo único que logra es ponerse un disfraz bastante ridículo. Curiosamente este videoclip se estrena sólo dos años antes del trágico final de la historia de Timothy Treadwell, recogida en el documental sobre su propia vida llamado “Grizzly Man”. Treadwell amaba tanto la naturaleza, y sentía tal pasión por los osos pardos, que convivía de manera temeraria con ellos; en un esfuerzo por concientizar al mundo sobre el peligro de conservación que corrían estas bestias. Luego de años de obviar las normas de seguridad más básicas a la hora de convivir con estos carnívoros que pueden llegar a pesar media tonelada, y de tratarlos casi como si fueran sus congéneres humanos; una noche el pobre de Timothy fue devorado por un oso… Los sueños pueden ser peligrosos cuando se convierten en realidad, así que tal vez lo mejor sea que continúen siendo fantasías doradas: “Puedes llevarme a una isla, iremos a través del mar tormentoso. Allí juntos podremos adorar dioses paganos tú y yo. ¿Por qué no corres hacia aquí y me rescatas? Puedes venir en tu coche. ¿Por qué no giramos la llave y nos vamos de paseo tú y yo? Manejaremos como a 100 kms por hora”. ¡Feliz Deprimartes!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario