martes, 26 de noviembre de 2019

Capítulo 247: “Summer Of ‘69”. Bryan Adams. (1984)




Deprimartes memorioso:

Canadá es ese enorme país al norte del continente, mitad inglés y mitad francés, que está casi todo el tiempo cubierto de hielo; y en el que vive poquísima gente. Es la tierra de los esquimales y de los osos polares, y también de los pocos hijos de colonos que fueron lo suficientemente valientes o estúpidos como para quedarse a vivir en un lugar así. Y de entre los varios nombres que le dio Canadá al mundo del Rock, como Rush, Neil Young, Leonard Cohen, Joni Mitchell, Paul Anka, Barenaked Ladies y Alanis Morissette, no podemos olvidarnos de Bryan Adams. Este hijo de un embajador se la pasó viajando por el mundo con su padre antes de darse cuenta de que lo suyo era la música. Y no estaba tan errado, ya que se cansó de tener éxitos desde los años ’80 a esta parte. En una de sus canciones más emblemáticas hace los que todos hacemos de vez en cuando: mirar hacia atrás y ver una mejor versión de nosotros mismos: “Conseguí mi primera guitarra real comprándola en un negocio de baratijas. La toqué hasta que los dedos me sangraron, era el verano del año ’69. Junto con otros chicos del colegio armamos una banda e intentamos con mucho esfuerzo triunfar. Jimmy nos dejó, Jody se casó; debieron haber sabido que nunca llegaríamos lejos. Oh, pero cuando ahora miro hacia atrás, veo que aquel verano pareció durar una eternidad. Y si tuviera la oportunidad, por supuesto que quisiera volver ahí. Esos fueron los mejores días de mi vida”.

¿Quién no recuerda con un profundo amor esos primeros años de su juventud? Tantas cosas nuevas con las que nos vamos cruzando, llenas de matices y sensaciones que nunca habíamos experimentado. El primer acercamiento a aquello que se quedará con nosotros de por vida: gustos; actividades; intereses… El primer amor. El primer empleo. El primer auto. Y la lista es eternamente hermosa: “No tiene sentido estar quejándose cuando tienes que hacer cosas en tu trabajo. Pasé mis tardes allí en el autocine, y en ese lugar te conocí. Parados en la entrada de la casa de tu madre, me dijiste que me esperarías por siempre. Y cuando me tomaste de la mano yo supe que era ahora o nunca. Esos fueron los mejores días de mi vida. Oh, sí”. Siempre hay en nuestra vida un momento de “ahora o nunca” para jugarse el todo por el todo por esa persona que amamos. Conozco a muy poca gente que aún está en pareja con su primer amor. Y más allá de cómo les haya ido, debo decir que todos guardan esa sensación de estarse preguntando cómo les hubiera ido si su decisión hubiese sido otra. El primer amor es increíblemente dulce, pero no le garantiza la felicidad a nadie. De todas formas, aquellos que por diversas circunstancias no hemos podido conservarlo también nos preguntamos cómo hubieran sido las cosas si continuáramos a su lado. No es una situación tan terrible, las preguntas mantienen viva la mente; y hasta podría decirse que es lo que en realidad nos diferencia de los animales. El hombre es el mono que se hace preguntas.

“Allá en el verano del ’69, vaya que la pasamos genial. Éramos jóvenes y no queríamos descansar. Necesitábamos relajarnos, pero supongo que nada dura para siempre. No, nada dura para siempre”. Nada dura para siempre. ¿En qué se han convertido esos años dorados? ¿Son un recuerdo de un pasado feliz que nos empuja hacia adelante o se han transformado en un refugio mental al que corremos a escondernos frente a una realidad plomiza? ¿Qué es lo que hacemos con nuestras memorias? ¿Somos sólo una consecuencia de ese pasado o esos días de gloria aún nos esperan en el lugar en el que nacen los sueños? Hoy puede que recordemos todo aquello con una gran sonrisa, o con una mueca agridulce que acompaña una lágrima solitaria por todo lo que ya no es. Dependerá de cómo cada uno de nosotros enfrente a su pasado, y de cómo salga librado de una pelea que nadie puede evitar: “Y ahora los tiempos han cambiado, mira todo lo que ha ido pasando. A veces, cuando toco mi vieja guitarra, pienso en ti y me pregunto qué fue lo que salió mal”. Todos fuimos felices a los veinte años. Y lo peor de todo es que no lo sabíamos. Corríamos libres cuando no hacía falta correr, sólo porque la vida que desbordaba nuestras venas nos demandaba sentirla al máximo. Pero eso no significa que no hayamos cometido errores. Los cometimos, y muchos. Malas decisiones cuyo peso nos acompañará hasta el día en que nos vayamos de este mundo. Si somos un poco sabios, tal vez hasta podamos tomarnos todo esto con humor. Como hizo el bueno de Bryan Adams, que en 1969 tenía tan sólo 10 años de edad; y confesó que escribió sobre ese año sólo para bromear con la posición sexual que dicha cifra nos grafica: “Allá por el verano del ’69, sólo estábamos mi chica y yo”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 19 de noviembre de 2019

Capítulo 246: “Stan”. Eminem. (2000)




Deprimartes fanatizado:

El Hip Hop es un movimiento cultural de evidentes raíces afroamericanas nacido a finales de los años ’70 en los suburbios pobres de Nueva York. Si bien consta de varios tipos de expresiones artísticas como las danzas urbanas y los graffittis callejeros, uno de sus componentes básicos es el Rap. Es una forma veloz de hablar en rima y siguiendo una base musical pregrabada, buscando que dos o varios oponentes puedan vencer a los demás en una competencia de rapidez y creatividad en sus letras. Emparentado lejanamente con el Rock, de a poco fue mostrando su valía a la hora de mezclarse con todos los géneros; y ha crecido tanto que hoy en día está presente prácticamente en toda la música popular. Y dicho todo esto, también me veo obligado a confesar que lo detesto profundamente. Reconozco que en algunas canciones rockeras funciona muy bien como un elemento exótico, pero su uso se ha vuelto tan repetitivo que ya no escapa de ser un simple cliché. Como muestra de su poder aglutinante, tal vez baste el presente ejemplo. Este tema comienza con un sampleo de la canción “Thank You” de la cantante inglesa Dido, referente de la tranquila música Chill Out de fin de siglo, y que actúa como novia embarazada en el videoclip de esta canción. Este fragmento de melodía agradable servirá como punto de referencia para todo lo que se rapee después, que por contraste será turbio y violento: “Mi té se enfrió y me pregunto por qué fue que salí de la cama hoy. Las nubes de lluvia de esta mañana cubren mi ventana y no me dejan ver nada. Y aún si pudiera ver, todo sería color gris. Colgué tu foto en mi pared y eso me recuerda que no todo está tan mal”.

Dentro de este género tan representativo de la comunidad negra, será un escuálido tipo blanquito el que terminará resaltando. Marshall Bruce Mathers III adoptó el nombre artístico de Eminem, y su técnica de rapeo le ha valido batir en su momento el récord mundial de la mayor cantidad de palabras pronunciadas en sólo unos segundos. Y como todo rapero que se precie, su carrera está plagada de escándalos y controversias. Pareciera ser que uno de los motores creativos en el mundo del Rap es hablar mal de los colegas mencionándolos con nombre y apellido. Otro de sus rasgos distintivos es el hecho de que sus letras incluyan la mayor cantidad de insultos y groserías imaginables, así que aprovecho esta aclaración para excusarme por haber realizado una traducción lo más políticamente correcta posible, a fin de evitar el lenguaje tan soez que se utiliza en este relato. Pero la historia que se nos presenta a continuación vale la pena, ya que sólo puede describirse como perturbadora: “Querido Slim, te escribí pero aún no me respondiste. Te dejé mi número de celular, mi bíper, y hasta el teléfono de mi casa al final de la carta. Te mandé dos cartas el otoño pasado, pero de seguro no las recibiste. Probablemente hubo un problema en la oficina postal, o algo parecido. A veces las direcciones que escribo en el sobre parecen garabatos. Como sea, al demonio; ¿cómo has estado? Hey, ¿cómo está tu hijita? Mi novia también está embarazada, así que estoy por convertirme en padre. Si tengo una niña, adivina qué nombre le pondré. La llamaré Bonnie. También leí acerca de tu tío Ronnie, y lo siento; tuve un amigo que se mató por culpa de una perra que no lo supo apreciar. Sé que probablemente te dicen esto todos los días, pero yo soy tu más grande admirador. Incluso hasta tengo esa porquería que grabaste con Skam. Tengo una habitación llena con posters y fotos tuyas, y también me gusta esa basura que hiciste con Rawkus; eso sí que estuvo bueno. Bueno, espero que esta carta te llegue; contéstame cuando puedas aunque sea sólo para charlar. Sinceramente tuyo, tu mayor admirador. Soy Stan”.

Quien le escribe esta carta ficticia a Slim Shady -otro álter ego que suele usar Eminem- es un fanático también ficticio llamado Stan, alguien que conoce al dedillo cada detalle de la carrera de su ídolo. Hasta allí nada parece fuera de lugar, pero ocurre que el submundo de los fans es bastante complicado per se. Por supuesto que lo que todo artista quiere es generar una base de admiradores que sigan su carrera y consuman sus productos, no sólo por una mera cuestión de éxito comercial, sino también para sentir de primera mano el afecto y la aprobación de los demás. No por nada dicen que la vanidad es el pecado favorito del Diablo. Pero la línea que divide el cariño popular de la obsesión desmedida es verdaderamente delgada. Basta con que un seguidor con problemas psicológicos idolatre desaforadamente a alguien para que esté servido el caldo de cultivo de una relación enfermiza, y en muchos casos mortal. La mente del fanático funciona a partir de la disolución de su propio ego, el reniego de su personalidad mediocre en pos de identificarse con otro ser a quien ven como una versión más exitosa de sí mismos. Y cuando interpretan que han sido rechazados por su ejemplo de vida, nada bueno puede ocurrir: “Querido Slim, aún no me has escrito ni llamado; espero que tengas oportunidad de hacerlo. No estoy enojado, pero creo que está muy mal que no le contestes a tus fans. Si no querías hablar conmigo afuera del concierto la otra noche no tenías que hacerlo. Pero podrías haberle dado tu autógrafo a Matthew, mi pequeño hermano. Él tiene sólo seis años y estuvimos esperándote afuera en el frío por cuatro horas sólo para que tú no aparecieras. Eso está muy mal, viejo; eres su maldito ídolo. Él quiere ser justo como tú, te adora más que yo. De todas maneras no estoy enojado, es sólo que no me gustan que me mientan. ¿Recuerdas cuando nos conocimos en Denver? Dijiste que si te escribía tú me responderías. Mira, yo soy como tú en cierta manera, yo tampoco conocí a mi padre, pero sé que él engañaba a mi madre y la golpeaba. Así que puedo identificarme con las cosas que dices en tus canciones, y cuando tengo un mal día sólo me aíslo y me pongo a escucharlas; porque realmente no tengo otra cosa y tu música me ayuda cuando estoy deprimido. Hasta me hice un tatuaje con tu nombre en mi pecho. A veces me corto a mí mismo para ver cuánto sangro. Es como si fuera adrenalina, el dolor es como una sobrecarga repentina para mí. Mira, creo que todo lo que dices es cierto, y te respeto por decir esas cosas. Mi novia está celosa porque vivo hablando todo el tiempo de ti, pero ella no te conoce como yo te conozco, Slim; nadie te conoce como yo. Ella no tiene ni idea de lo que fue crecer para alguien como tú y yo. Tienes que llamarme, viejo, o voy a ser el más grande fanático que pierdas. Sinceramente tuyo, Stan. Posdata: nosotros también deberíamos estar juntos”.

Este excelente y tétrico videoclip sigue al pie de la letra cada una de las misivas que Stan envía, y los sentimientos de rabia y decepción que afloran a medida que escribe. Su descenso a la irracionalidad es evidente con cada letra que escribe en sus cartas, sus saludos y deseos de buena suerte se van trocando en insultos y amenazas: “Querido señor ‘Soy Demasiado Importante Como Para Llamar O Escribirle A Mis Fans’, ésto va a ser lo último que sepas de mí. Ya pasaron seis meses y jamás te comunicaste. ¿No crees que me lo merecía? Sé bien que recibiste mis últimas dos cartas porque escribí perfectamente mi dirección en ellas. Así que ahora te estoy enviando este cassette y espero que lo escuches. Estoy en mi coche ahora, voy casi a 150 kilómetros por hora en la ruta. Hey, Slim, me tomé un poco de vodka, ¿crees que no puedo manejar así? ¿Conoces esa cancíon ‘In The Air Tonight’ de Phil Collins? Es acerca de que vio a un tipo que podría haber salvado a otro tipo de ahogarse pero no lo hace, y luego Phil se lo encuentra en un show. Bien, pues así es como estoy ahora, tú podrías haberme salvado de ahogarme pero ya es demasiado tarde. Me tomé como mil tranquilizantes y ya empiezo a sentirme mareado, y lo único que quería era una sóla maldita carta o una llamada de tu parte. Espero que sepas que arranqué todas tus fotos de mi pared. Te amo, Slim, podríamos haber estado juntos. Piénsalo, arruinaste todo; espero que no puedas dormir en la noche, y que termines soñando con todo esto. Y cuando sueñes espero que no puedas despertarte y grites por lo que hiciste. Espero que la culpa te coma vivo y que sientas que no puedes respirar sin mí. Así es, Slim… ¡Cállate, perra, estoy tratando de hablar!... Hey, Slim, esa es mi novia gritando en el baúl del auto; pero no le corté la garganta, tan sólo la até. ¿Ves? Yo no soy como tú, porque si ella se sofoca sufrirá aún más y también se morirá. Bueno, me tengo que ir; ya casí llegué al puente… ¡Maldición, lo olvidé! ¿Cómo se supone que te envíe esta grabación?”. El final fatídico es algo característico de este tipo de relaciones. Para una mente fanatizada sólo se termina la relación cuando se termina una vida. Con el desgraciado ejemplo de Mark David Chapman a la cabeza, otros nombres como los de Robert John Bardo, Nathan Gale y Yolanda Saldívar quedarán en la historia por haber asesinado a los artistas que admiraban, y muchos otros lo intentaron sin éxito… La fama es puro cuento. No es posible discernir si quien la pasa peor es el fanático desmedido o aquel artista que sufre el cariño oscuro de gente que no conoce. Y así es como finalmente llega la respuesta de Eminem, que no sólo llega tarde sino que incluso le permite darse cuenta de quién era en realidad quien le escribía: “Querido Stan, quise escribirte antes pero estuve demasiado ocupado. Dijiste que tu novia estaba embarazada, ¿de cuánto tiempo ya? Mira, me halaga que le pongas a tu niña el nombre de mi hija, y aquí te mando escrito un autógrafo para tu hermano. Lamento no haberte visto en el show, seguramente estaba distraído; no vayas a pensar que lo hice a propósito sólo para evitarte. ¿Pero qué es esa basura que dices sobre que te gusta cortarte las muñecas? Dije esas cosas sólo en broma, vamos, ¿qué tan arruinado estás? Tienes algunos problemas, Stan, creo que tal vez te vendría bien un poco de ayuda profesional para que no te pongas a golpearte contra las paredes cada vez que estés deprimido. ¿Y qué es esa estupidez de que nosotros estamos destinados a estar juntos? Esa clase de basura hará que no quiera verte. Realmente creo que tú y tu novia se necesitan el uno al otro, o tal vez tú sólo necesites tratarla un poco mejor. Espero que puedas leer esta carta, espero que te llegue a tiempo, antes de que termines lastimándote. Creo que podrás salir adelante si te relajas un poco. Estoy feliz de inspirarte, pero Stan, ¿por qué estás tan enojado? Trata de comprender que realmente te aprecio, pero como un admirador; no me gustaría que hicieras alguna locura como lo que vi en las noticias hace un par de semanas, eso fue algo que me dio asco. Un tipo que manejaba borracho y se tiró con su coche desde un puente, tenía a su novia en el baúl y ella estaba embarazada de su hijo. Y en el auto hallaron una grabación, pero nunca dijeron para quién era. Y ahora que lo recuerdo, su nombre era… ¡Eras tú!... ¡Diablos!”. Terrible revelación, cuando el amor se transforma en obsesión… ¡Feliz Deprimartes!

martes, 12 de noviembre de 2019

Capítulo 245: “Julia Says”. Wet Wet Wet. (1995)




Deprimartes húmedo:

“Aquí voy de nuevo, a través de los callejones de mi mente. Es como si mi vida estuviese detenida. ¿Y adivina quién está arrepentido ahora? Es gracioso cómo ni siquiera me di cuenta”. Quienes se ponen tan introspectivos en esta canción son unos chicos escoceses que se mostraron ambiciosos desde sus comienzos. Ellos quisieron ser más que otros grupos del momento como Duran Duran o Talk Talk, así que a la hora de elegir un nombre para su banda decidieron repetir no dos sino tres veces la misma palabra. Pensaron en “mojado”, a propósito de la constante lluvia que suele caer sobre Escocia, y así nació Wet Wet Wet. Liderada por el siempre sonriente Marti Pellow, se convirtió en la tercera agrupación musical en llegar al Nº1 con la misma canción: “With A Little Help From My Friends” (anteriormente habían hecho lo propio tanto Joe Cocker como sus autores The Beatles). Cosecharon un par de éxitos más en la década del ’80 pero tendrían un regreso a los primeros planos gracias a su participación en la banda sonora de la muy exitosa película “Cuatro bodas y un funeral”. Por esa época también editaban un álbum en donde incluian este bellísimo tema que habla sobre el desamor: “Y aquí vamos de nuevo, peleando por cosas que nunca ganaremos. Parece que nuestro amor es el que se ha detenido. Ahora estoy arrepentido, es gracioso cómo ya no siento el amor. Sólo escucho las palabras que Julia dice. Ella no entiende de qué se trata todo esto, y parece ya no importarle nada”.

“Julia, por favor, abre tus ojos y observa cómo duele el amor”. El amor es ese afilado cuchillo en llamas con el que tanto nos gusta hacer malabares. Y es que el amor nos hace sentir vivos. Nos recuerda que la sangre puede galopar por nuestras venas, y renueva nuestros votos con todo lo que nos resulta hermoso en este mundo. Pero como todo cuchillo también puede lastimarnos, y mucho. Y los recuerdos que nos deja en el alma ese filo ardiente suelen acompañarnos durante mucho tiempo como dolorosas cicatrices, sobre las cuales volvemos a pasar los dedos cada tanto para saber si aún nos duelen. Corremos a escondernos en un rincón oscuro y nos lamemos las heridas, mientras aprendemos a enfrentar la vida con esas marcas que el amor nos dejó; llevándolas orgullosamente como si fueran medallas. Prepararse para encontrar un nuevo afecto que pueda dejarnos nuevas cicatrices, ese es el camino que elige la mayoría; mientras que otros simplemente preferimos no abandonar la seguridad de nuestro rincón oscuro. Así de profundas pueden ser las heridas que nos deja un desafortunado malabar fuera de cálculo. La letra de esta canción cumple muy bien a la hora de describir lo que algunos sentimos. En lo personal, juro que no he sido yo el que escribió la siguiente frase; pero grafica a la perfección lo que hoy en día siento por el amor: “No me engañarán de nuevo, buscando un sueño que no se puede encontrar. Ese sueño para mí ya ha quedado atrás”.

“Julia quiere estar alejada de todo. Compartiento sus pensamientos, está completamente sola. Soñando con cosas que quiere ser, y con lugares a los que Julia no pertenece”. Este tipo de historias nunca debería concluir en el fondo de ese pozo oscuro en el que nos sumergimos cuando estamos solos. Por profundo que sea el abismo, siempre habrá una hebra de luz temeraria que nos alcance. Siempre habrá una última arenga para no perder la esperanza, una invitación a que nuestro precipicio se vuelva tan luminoso como querramos verlo; porque tal vez la solución siempre esté adentro de uno mismo:  “Vamos, Julia; sólo depende de ti”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 5 de noviembre de 2019

Capítulo 244: “More Than A Feeling”. Boston. (1976)




Deprimartes sentimental:

“Miré afuera esta mañana, pero el Sol ya se había ido. Puse algo de música para empezar mi día y me perdí en una canción que me resultó familiar. Cerré los ojos y me dejé llevar”. Soy una persona a la que le gusta reconocer sus defectos. Si bien lo considero un acto de altruismo, es posible que la raíz de este comportamiento se deba al hecho de que mis defectos son tantos que me es imposible siquiera tratar de ocultarlos o excusarme de ellos. Y los reconozco libremente pues en todo esto juegan un papel importante tanto mi nihilismo como mi misantropía, los cuales hacen que la opinión del prójimo sobre mí me importe un rábano. Pero aún así, la introspección es un espejo en el cual suelo arreglarme el peinado; y con esto me he dado cuenta de que mi carácter de melómano irreductible en más de una ocasión me ha jugado en contra. Es común que en varios momentos de mi día me calce los auriculares y me deje llevar por mis canciones favoritas. Y si bien éste puede parecer un uso terapéutico de la música en mi vida, se trata de un arma de doble filo; puesto que he descubierto que en más de una ocasión esta costumbre funciona tanto para bien como para mal. Me es útil potenciar o revertir algún estado de ánimo a través de mi cancionero, pero también está la tentación de usarlo para distraerse de la triste realidad y dejar de prestarle atención a los problemas más acuciantes. La música se comporta como una sustancia, con todos sus bemoles. Muchas veces, no es más que un mísero parche que oculta de la vista los feos agujeros de la realidad: “Tantas personas en mi vida han aparecido y se han ido, sus caras se van desvaneciendo a medida que pasan los años. Y sin embargo todavía las recuerdo mientras deambulo, tan claramente como el Sol en un día de verano”.

Siempre he reparado en que las canciones cuyo sonido tiene un carácter de inoxidable son aquellas que se registraron en la era de la Música Disco pero que no pertenecen a esa categoría, sino que más bien guardan las formas del Rock clásico. Ejemplos hay de sobra: “Sultans Of Swing” de Dire Straits, “The Logical Song” de Supertramp, “Hotel California” de los Eagles, todo el disco “The Wall” de Pink Floyd, y muchos otros; todas grabaciones pertenecientes a la segunda mitad de los años ’70. Es evidente que el Rock había llegado a una cima en lo que refiere a su sonido y a una elaborada producción. Y todo aquello iba acompañado por ese look tan característico de melenas afro y bigotes tupidos que parece que sólo estaban permitidos en esa época. Firmes exponentes de esa estética son los integrantes de Boston, banda originaria de la ciudad del mismo nombre, capital del Estado de Massachusetts; y que un año después de haberse formado ya había editado el álbum que contenía este gran éxito: “Es más que un sentimiento lo que tengo cuando oigo esa vieja canción que solían tocar. Y empiezo a soñar hasta que veo que Marianne se aleja. Veo que mi Marianne se aleja de mí”.

Boston ha tenido como líder a Tom Scholz, un muy talentoso guitarrista, compositor y arreglador con cierta manía perfeccionista. Además, su grado de ingeniero recibido del MIT le granjeó mucho éxito como inventor, ya que fue el creador del legendario sistema de sonido Rockman, que permite que una guitarra tenga un particular sonido ochentoso; y por eso ha sido usado por bandas de la época como ZZ Top, Rush, Def Leppard, Megadeth, y Journey, entre muchos otros. Como contraparte en la banda estaba el cantante Brad Delp, un vocalista exquisito y con un rango de voz envidiable; pero con un costado depresivo que finalmente lo llevo al suicidio en el año 2007 dejando una nota con una frase en francés: “J'ai une âme solitaire” (soy un alma solitaria). Los motivos de su muerte nunca se esclarecieron, pero entre ellos se barajó la mala relación que tenía con Scholz. Como en prácticamente todo suicidio, la verdadera razón se va junto con la vida del suicida. Tal vez, ya ni siquiera la música le resultaba un refugio seguro de todos sus pesares: “Cuando estoy cansado y mi cabeza no funciona, corro a esconderme en mi música para olvidar el día. Y sueño con una chica que una vez conocí, cierro los ojos y ella comienza a desaparecer”. Sería maravilloso que la música fuera nuestra mansión, y no un mero escondite al cual huir atemorizados. ¡Feliz Deprimartes!