Deprimartes apretado:
Mientras que a principios de los años ’80 en EE.UU. aún quedaban
resabios de Música Disco, en Europa el Punk había dejado todo un legado de
bandas que intentaban volver a las raíces haciendo otro tipo de música mucho
más simple. Ese movimiento se llamó New Wave, la “nueva ola”, y con Squeeze estamos
ante un ejemplo muy talentoso de ese tipo de bandas. Quien lleva la voz cantante
aquí es el muy reconocido Paul Carrack; quien venía de ser parte de la legendaria
banda Roxy Music y que luego se iría para ser el vocalista principal de otro
conjunto exitoso: Mike And The Mechanics. Además de tener un sonido y una
estética que buscaban emular a la década del ’50 y los primeros años del Rock, otro
de los elementos preponderantes de la New Wave fue la liviandad de sus letras,
que hasta en algunos casos podían llegar a rozar la estupidez. No ha sido este
el caso, pues aquí nos encontramos con los devaneos mentales en que se ve
envuelto un supuesto infiel cuya cohartada ya ha sido desmentida: “Compré un cepillo de dientes, dentífrico, una toalla
para la cara, piyamas, algo para peinarme, zapatos nuevos, y una maleta; y le
dije a mi reflejo en el espejo: ‘Vámonos de este lugar’. Ya pasé la iglesia y
el campanario, la lavandería que está sobre la colina, las marquesinas y los
carteles publicitarios. Y los recuerdos de todo lo que pasó aún me siguen
llamando. Pero sé que finalmente me olvidaré de todo”.
Desde tiempos ancestrales, parece que todo hombre tuviera la
obligación intrínseca de abandonar el hogar una vez que ha faltado al honor de su
pareja. Como si fueran niños que juegan al escondite, las aventuras clandestinas
tienen la tendencia natural de salir a la luz, y es ahí, cuando la mentira se
convierte en verdad, que es menester que el autor de la felonía tome sus pocos
bártulos y emprenda el camino de la huida. Llevará entre sus afeites personales
un dejo de vergüenza, y la seguridad de que siempre, por árido que sea el
destino que se buscó, podrá volver a empezar desde cero: “Tentado por la fruta de otra persona. Estoy tentado,
pero siempre se termina por descubrir la verdad de lo que ocurre cuando tú no
estás. Pareciera que nadie más está tentado por la fruta de otra persona”.
Creo que no es exagerado decir que de Adán a esta parte, todos nos hemos
sentido tentados. La manzana es deliciosa cuando aún no es nuestra, y luego de
saborearla sentimos que bajo tanta dulzura siempre se esconde una pizca de
amargura que resalta aún más todo el sabor. Dentro de la ecuación siempre está
el riesgo, pero algunos parecen tener escrito en sus genes eso de que “sólo es
trampa si te descubren”. Así les va…
“Ya estoy en el estacionamiento del
aeropuerto, la gente se apiña para recoger su equipaje; y yo ni siquiera deseo
sentirme mejor. No tendría sentido, aún no tengo una historia para contarle a
nadie. A un costado de mi cama aparece un pie sin calcetín. Tu cuerpo se acerca
mucho más, y yo me pongo a buscar a tientas mi reloj, alarmado por esa
seducción que desearía que se detuviese”. La letra se presta a más de una
interpretación… ¿El protagonista realmente debe abandonar su hogar para
enfrentar el ostracismo? ¿O es que acaso está preparando un viaje con dobles intenciones?
¿En qué parte de esta historia es que se esconde la infidelidad, si es que
realmente existe una? Y finalmente, ¿a quién están dedicadas estas últimas
líneas de la letra? ¿A la conquista de una amante o al perdón de la pareja? Al
parecer, nuestro hombre en fuga está tan sólo que no tiene más compañía
que alguna que otra ensoñación, ni otro consejo que el de su propia imagen en
el espejo: “Compré una novela y algo de perfume,
gasté una fortuna en ti. Pero no es mi conciencia la que odia ser tan falso.
Así que le pregunté a mi reflejo: ‘¿Qué es lo que debería hacer?”. La
respuesta siempre está dentro de uno mismo. ¡Feliz Deprimartes!