Deprimartes amoroso:
A
diferencia de muchas costumbres olvidadas, hay algo que aún permanece ajeno a
cualquier cambio que podría esperarse por el simple paso del tiempo: todavía
tenemos la idea de que el amor romántico debe ser una meta que todos tendríamos
que alcanzar. La consecución del amor debería ser el fin último de nuestras
vidas, porque la forma en que esta emoción nos hace sentir escapa a toda
descripción: “Oh, es tan bueno, es tan bueno, es
tan bueno... Oh, estoy enamorada, estoy enamorada, estoy enamorada… Oh, siento
amor. Siento amor”. Y más allá de que parece que casi todas las
canciones que se han escrito hablan sobre el amor, la realidad es que es un
sentimiento que también tiene su costado oscuro. El amor romántico está
increíblemente sobrevalorado en nuestra cultura occidental. Porque debido a su
carácter único, no nos cuesta mucho hacer la vista gorda sobre los problemas
evidentes que pueden desprenderse del amor. Es como si el amor en sí mismo
justificase cualquier cosa. Por ejemplo, si mencionamos la palabra “ladrón”,
nuestro parecer sobre ese vocablo será negativo. Pero si le añadimos “amor” a
la oración, todo cambiará. “Esa persona es un ladrón de amor”. Ahí trocamos
ceños fruncidos por sonrisas inocentes. Es que el amor nos vuelve inocentes. Y
vulnerables. En fin…
La
Música Disco que gobernó las listas de éxitos en la segunda mitad de los años
’70 tuvo la particularidad de haber contado no con una, sino con dos reinas.
Dos poderosas figuras femeninas que alcanzaron la cima de los charts con
canciones que sonaban sin pausa en las pistas de baile. Una de ellas fue Gloria
Gaynor, y la otra sin duda alguna ha sido Donna Summer; una artista tan grande
que supo cosechar varios éxitos hasta casi finalizada la década de los años
’80, a diferencia de la mayoría de músicos que supieron brillar bajo una bola
de espejos sólo para terminar desapareciendo junto con la fiebre de las
discotecas. Para este tema se asoció con el afamado productor Giorgio Moroder,
y de este esfuerzo en conjunto salió el primer tema Disco en usar de manera
preminente una base de sintetizadores, lo cual dio paso al nacimiento de la
música Electrónica bailable. Por aquellas épocas se decía que esto era el
futuro de la música. Y su ritmo sin dudas se prestaba muy bien para contonearse
sobre el piso luminoso de un boliche bailable durante un sábado por la noche: “Oh, cayendo libremente, cayendo libremente, cayendo
libremente… Oh, tú y yo, tú y yo, tú y yo… Oh, siento amor. Siento amor”.
Y
allí la vemos a la gran Donna contoneando sus brazos como si fuera una diosa de
ébano, ofreciéndole al universo esa piel que parece exudar pasión. Sus
movimientos denotan un disfrute que parece originarse en un torbellino de gozo
que la ha arrebatado de esta tierra. Es el momento del amor. Por unos instantes
los problemas quedan a años luz de distancia. Una extraña energía fluye por nuestro cuerpo y nos hace sentir
parte de algo mucho más grande que la vida misma: “Oh,
ya lo entiendo, ya lo entiendo, ya lo entiendo… Oh, eso que haces, eso que
haces, eso que haces… Oh, siento amor. Siento amor”. Todo es mejor ahora
que sentimos que volamos con alas invisibles. Muy abajo nos continúan observando
todos nuestros problemas, esperando que los resolvamos. Así que, de momento,
disfrutemos. Volemos alto, nos lo tenemos merecido. Ya habrá tiempo de volver a
poner los pies en el suelo. ¡Feliz Deprimartes!
https://www.youtube.com/watch?v=dxCqZHSxd2E
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