martes, 30 de julio de 2019

Capítulo 230: “Don’t You Want Me”. The Human League. (1981)




Deprimartes antagonista:

Para finales de la década del ’70 ya la Música Disco comenzaba a dar señales de hartar a su público. Comportándose como un verdadero fenómeno de marketing, el éxito arrollador de este movimiento hizo que el mercado musical se inundara de productos casi fabricados en serie. Todo sonaba igual. Y así fue que por primera vez en la historia comenzaron a darse manifestaciones públicas contra un subgénero del Rock, con quema de discos y disturbios incluidos. Era imprescindible que llegara algo nuevo, algo que sonara distinto. Y ese sonido diferente emanaba de los teclados de los sintetizadores de bandas como The Human League. La agrupación del vocalista Philip Oakey hizo estallar los rankings con un éxito en el que predomina una pregunta sin respuesta: “¿Ya no me quieres? Sabes que no creí cuando escuché que no querías verme. ¿Ya no me quieres? Sabes que no te creo cuando dices que ya no me necesitas. Ya es tarde para darse cuenta.  Tú dices que has cambiado de parecer, pero mejor cámbialo de vuelta o ambos lo vamos a lamentar”. Esta canción con un estribillo tan potente se convirtió en la piedra basal y punto de partida de lo que se dio por llamar la Segunda Invasión Inglesa. A medidados de 1982 la reciente cadena televisiva MTV se encontró con que en EE.UU. aún no había suficientes videos de calidad como para llenar su programación. Y hete aquí que del otro lado del Atlántico desde hacía unos pocos años sí se había desarrollado la interesante costumbre de filmar un videoclip para los temas de éxito de una banda. Así que el gigante americano volvió a tornar sus oídos hacia las Islas Británicas, como había hecho dos décadas atrás. Y lo que comenzó a llegar desde Europa era increíble. Un Synth Pop que ya había dado sus primeros y seguros pasos observando el ejemplo alemán de Kraftwerk, ahora tenía un público cautivo y su música contaba con una producción en su punto justo de maduración. A raudales inundaron los televisores yanquis bandas como Depeche Mode, Soft Cell, Spandau Ballet, A Flock Of Seagulls, Gary Numan, Adam And The Ants, Culture Club, Eurythmics y los que terminaron aprovechando al máximo la increíbles ventajas del formato videoclip: Duran Duran. Todos ellos sentaron las bases de la música que se escucharía hasta el fin de la década.

Si hay algo interesante en esta letra, es que al igual que en el tema de Gotye “Somebody That I Used To Know”, aquí se ofrecen dos puntos de vista distintos. La regla general de una canción en la Era Rock es que su letra se trate siempre de un monólogo. Es un único personaje el que canta, y aún esto se suele mantener en aquellas canciones que tienen más de una voz cantante. Lo que se nos cuenta en la letra suele ser un ventana hacia una única verdad, la del narrador; y es totalmente indistinto si existe alguien en la escena relatada que piense diferente. Bueno, ésta es una de esas excepciones: “Trabajabas como camarera en un bar de cócteles cuando te conocí. Te elegí, te estremecí y te di vuelta de arriba abajo. Te convertí en alguien completamente nuevo. Y ahora, cinco años después, tienes el mundo a tus pies. El éxito te ha resultado algo muy fácil. Pero no te olvides que fui yo quien te puso en donde estás ahora, y también puedo hacer que vuelvas adónde te encontré”. Aquí se nos presenta a un amante despechado que refunfuña porque ahora se ve rechazado por una mujer a la que él mismo ayudó a llegar a una cierta posición de poder. Lo natural es que demos por sobreentendido que lo que nos cuenta es literal y no tenemos datos que nos hagan dudar de lo que se nos afirma. Pero, como la vida misma, no existe ninguna verdad revelada ni absoluta. Siempre hay otro punto de vista. Y aquí podemos apreciar los hechos desde los ojos de la señorita en cuestión: “Estaba trabajando como camarera en un bar de cócteles, esa parte es cierta. Pero aún entonces sabía que podría encontrar un lugar mucho mejor, con o sin tu ayuda. Los cinco años que tuvimos juntos fueron grandiosos, y todavía te amo. Pero ahora siento que tengo que vivir mi vida por mi cuenta. Supongo que es algo que simplemente me corresponde hacer”.

¿Quién es el que finalmente dice la verdad? ¿Uno de ellos? ¿Ninguno? ¿O los dos a la vez? Porque nuestra realidad es únicamente nuestra, ya que está atravesada por nuestras subjetividades. La forma en que percibimos el mundo está privatizada por nuestras emociones, y las cosas que nos ocurren quedan fijadas en nuestro pasado como si estuvieran gravadas en piedra; sin importar que tal vez esos sucesos no hayan sido como los recordamos. Porque recordamos como queremos recordar, y esto lo podemos comprobar en la historia de cualquier separación de pareja. Basta preguntarle a cada integrante el por qué de la separación para encontrarse con verdades opuestas sobre la misma situación. A veces lo mejor es simplemente dejar todo atrás. Que cada cual se quede con su versión y rehaga su historia allí donde la vida lo lleve. Como en el videoclip, cuando la chica en cuestión reconoce que aún ama a ese hombre mientras mira para atrás… Pero finalmente se da la vuelta y continúa su camino, restándole importancia a las preguntas que se quedarán sin respuesta: “¿Es que ya no me quieres, nena?”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 23 de julio de 2019

Capítulo 229: “Spending My Time”. Roxette. (1991)





Deprimartes aislado:

Además de haberle proporcionado nombres a la escena electrónica como el del ya fallecido y exitosísimo DJ Avicii, Suecia tiene una enorme tradición de aportar estrellas rutilantes al mundo del Heavy Metal; donde resaltan nombres como el de Yngwie Malmsteen. Y en medio de ese rico espectro musical, este país nórdico no sólo nos ha regalado a la banda más exitosa de toda la Europa continental – me refiero nada más ni nada menos que a ABBA-, sino que también logró posicionar en la cima de los charts a otros artistas híper exitosos como Ace Of Base, The Cardigans, Europe, The Hives, Peter Bjorn and John; y por supuesto el dúo conformado por Per Gessle y Marie Fredriksson, llamado Roxette. Con una evidente influencia beatle, y con la potencia rockera de una década de los noventa que comenzaba a despertarse de su modorra de sintetizadores, esta talentosa pareja conquistó el mundo a base de canciones pegadizas; lo cual no les impidió parar de vez en cuando la pelota y reflexionar sobre la desesperanza del desamor: “¿Qué hora es? Porque parece que ya amaneció. Veo el cielo, es tan azul y hermoso. La televisión está encendida, pero lo único que muestran es una foto de ti. Me levanto y me hago un poco de café, intento leer un poco, pero la historia me aburre. Le doy gracias al Señor porque no estás aquí para verme en esta forma”. El amor que ya no es correspondido nos deja esa extraña sensación en la boca, como si fuera un platillo delicioso que ya se ha fermentado. Chasqueamos la lengua contra el paladar tratando de descifrar cuándo y cómo fue que lo dulce se volvió tan agrio, mientras nuestro cerebro cavila pensamientos sobre un futuro inmediato muy oscuro; cuyos días nos encontrarán llorando lo que ya no está. He pasado por esa situación, y conociéndola en detalle declaro que francamente prefiero la muerte antes que esta otra muerte en vida.

“Perdiendo mi tiempo. Viendo cómo los días pasan. Sintiéndome insignificante, sólo miro a la pared esperando que tú también estés pensando en mí. Sólo pierdo mi tiempo”. Es curioso notar cómo la letra no describe ninguna situación apocalíptica. Sólo estamos frente a una persona que no logra concentrarse ni encontrar solaz en las pequeñas acciones normales de cada día. Y aún así da las gracias de que su interés amoroso no está allí para contemplar la debacle que es su vida. Es que de eso se trata todo el proceso de desamor. La vida continúa, hemos amanecido a un nuevo día donde el cielo está diáfano, y eso no nos significa nada. Todo significa nada comparado con el vacío que nos ha quedado en el alma ante la ausencia de amor. “Intento llamarte, pero no sé qué decirte. Te dejo un beso en tu contestador. Oh, por favor; ayúdenme. ¿Hay alguien que pueda hacer que yo despierte de este sueño?”. Es interesante notar que para quien protagoniza esta canción todo lo que ocurre no forma parte de una pesadilla, sino que todavía se refiere a su realidad como un sueño del que quiere despertar. Es una ensoñación, de esas que no tienen sentido alguno. Imágenes tortuosas que se nos arremolinan como si intentaran decirnos algo mientras nuestra racionalidad lucha contra Morfeo. Y tal vez allí esté lo terrible, este sueño se transforma en pesadilla porque no hay peor horror que el sinsentido: “Esperando que tú también me estés extrañando. Estoy perdiendo mi tiempo, mirando cómo el sol se pone. Me duermo escuchando la canción ‘Lágrimas de un payaso’ como si fuera una plegaria para nadie”.

Entre las fases más difíciles que hay que afrontar en esta vida se encuentra la soledad que sigue al terminarse una relación de pareja. Porque durante mucho tiempo luchamos tenazmente para restringirnos como unidad y convertirnos en una fracción de nosotros mismos, en pos del funcionamiento feliz de nuestra sociedad afectiva. Y un buen día todo se termina, y no podemos recordar cómo éramos antes; cuando éramos un todo. Ahora batallamos cada día para deshacer esa rutina en la cual nos desenvolvíamos como la mitad de un proyecto. El tiempo se vuelve insoportablemente eterno y la anhedonia nos domina. Ya nada tiene color. Cada cosa que hacemos se nos ocurre como condenada al fracaso de antemano: “Mis amigos me dicen que la vida continúa y que con el tiempo te voy a olvidar. Este tonto juego del amor que jugamos en el que parece que sólo se puede perder”. Escuché una vez que recuperarse completamente de un desamor toma bastante tiempo. Poder cruzarse con esa otra persona por la calle y saludarla sin más ni más nos demandaría un proceso de recuperación cercano a los dos años. Empíricamente me tocó comprobar esa teoría, y puedo afirmar sin temor a equivocarme que dos años es mucho tiempo de vida como para sufrir por amor. Pero es un daño colateral, un efecto no deseado de ese período en el cual sentimos que hemos tocado el cielo de una vez y para siempre. Ahora ya nada es lo mismo: “La cama es demasiado grande sin ti, amor”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 16 de julio de 2019

Capítulo 228: “No One Is To Blame”. Howard Jones. (1985)



Deprimartes impune:


Esta es una pequeña síntesis de la vida moderna. Todo nos está prometido, pero nada nos está permitido. Podemos tomar una muestra gratis, porque todos sabemos que la primera va de regalo; pero por la segunda –y por todas las que sigan- habrá que pagar: “Puedes mirar el menú pero no puedes comer. Puedes tocar el almohadón pero no te puedes sentar en él. Puedes meter un pie en la piscina pero no puedes nadar. Puedes tener el castigo pero no puedes cometer el pecado”. La música de los años ’80 tiene la particularidad de sonar un tanto… ¿Cómo decirlo?... Bueno… Creo que lo que estoy intentando decir es que la música de los años ’80 suena justamente “ochentosa”. En esos días el Synthpop lo invadió todo con sus sintetizadores, y por eso al oír cualquiera de sus éxitos tenemos la sensación de estar escuchando la música de un videojuego de arcade. No había prácticamente instrumentos analógicos, todo lo que se escuchaba estaba programado en secuencias de sonidos robóticos, y la percusión raramente estaba a cargo de un baterista sino que se ejecutaba mediante una caja de ritmos electrónica. Todo sonaba espantosamente artificial, y por el hecho de ser una novedad se abusaba hasta el hartazgo de este tipo de sonido. Sobraban los teclados, pero era raro escuchar que alguien los usara bien. Y Howard Jones es un interesante ejemplo de cómo tener buen gusto musical a la hora de usar un sintetizador como un elemento más para componer una melodía agradable.

Este artista británico, budista y vegetariano, logró ingresar varias veces a los rankings con alguno de sus éxitos. Y no son pocos los que lo recuerdan por haber integrado en el 2001 la que para muchos fue la mejor formación de la All-Starr Band. Junto con el baterista de los Beatles, Ringo Starr, Howard Jones tocó al lado de monstruos como Roger Hodgson de Supertramp, Ian Hunter de Mott The Hoople y Greg Lake de Emerson Lake & Palmer. Todo un seleccionado de la historia del Rock & Roll. Así que algo de talento debía de tener el bueno de Howard, y aquí lo demuestra escribiendo un himno a esa zanahoria inalcanzable que siempre pareciéramos tener colgada delante de nuestras narices como si fuésemos un burro que tira de un carro. Se trata de esos sueños dorados con los que la vida nos mantiene ilusionados mientras hacemos todo el esfuerzo para el beneficio de vaya a saber quién: “Puedes construir una mansión pero no puedes vivir en ella. Eres el corredor más rápido pero no se te permite ganar. Algunos rompen las reglas y dejan que tú pagues el costo. Y el sentimiento de inseguridad es algo que nunca vas a perder”.

Si en el devenir de nuestra vida cotidiana nos detenemos por un segundo, nos daremos cuenta de que la realidad está plagada de prohibiciones. Prohibido estacionar, prohibido girar a la izquierda, prohibido ingresar, prohibido tocar, prohibido esto, prohibido aquello. El hecho de recortar nuestras acciones es algo inherente al contrato social al que nos suscribimos para formar parte de la vida civilizada. Es imposible coordinar a millones de seres viviendo en total libertad, así que en nombre del bien mayor aceptamos con ternura que nos recorten las alas. Y esto no es nuevo, desde los albores de la vida en sociedad la realidad se trata de entender todo aquello que está prohibido. Si no me creen, pregúntenle a Adán y Eva qué hicieron con la manzana que tenían prohibido comer… Por supuesto que esto de las prohibiciones puede llevarse a extremos inimaginables. Por ejemplo, en la India está prohibido que se amen aquellas personas que pertenecen a dos castas distintas. En Occidente, si bien ya nos hemos modernizado un poco, hasta no hace mucho los amores prohibidos como los de Romeo y Julieta eran bastante comunes. Pero, ¿por qué no podemos estar con la persona que amamos? ¿De quién es la culpa?: “Y tú la quieres, y ella te quiere. Todos nos queremos. Y tú la quieres, y ella te quiere; pero nunca hay nadie a quién culpar por todo esto”.

Y tal vez la culpa no sea de nadie. El ser humano vive perdiendo el tiempo tratando de encontrar un culpable por todo lo que le pasa. En la mayoría de los casos no hay prohibiciones, sino somatizaciones: “Puedes ver la cima pero no puedes alcanzarla. Ya tienes la última pieza del rompecabezas pero no puedes lograr que encaje. El doctor dice que estás curado pero aún sientes ese dolor. Tus aspiraciones están por las nubes pero tus esperanzas se van por el drenaje”. Cualquier psicólogo de poca monta se haría un picnic con nosotros aplicándonos aquel principio que dice que no se trata de que “no puedo” sino de que “no quiero”. Nuestros propios miedos suelen ser los responsables de que no logremos aquello que deseamos. ¿Qué aquello que deseamos está prohibido? Pues, ya lo dijo esta canción; pague quien pague el costo… ¿Para qué están las reglas si no es para romperlas? Tal vez nuestra felicidad esté escondida detrás de un cartel de “Prohibido avanzar”… Así que, avancemos. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 9 de julio de 2019

Capítulo 227: “Stupid Girl”. Garbage. (1995)




Deprimartes desperdiciado:

Allá por mediados de los años ’90 si bien todavía se disfrutaba de la novedad del Grunge mientras que el Indie Rock hacía un trabajo de hormiga como para ser tenido en cuenta, y aún faltaba esa colección de Grandes Éxitos que sería el Britpop; alguien que no se dejara encandilar por estos espejitos de colores bien podía adivinar que al Rock comenzaban a acabársele las ideas. Y por supuesto, como bien dicen los chinos, crisis y oportunidad significan lo mismo. El barco se hundía, pero aún así había gente que intentaba cosas nuevas; ya sea por un simple instinto de supervivencia, o bien por ya no tener nada que perder. Así fue como el norteamericano Butch Vig, quien fuera el productor del álbum de Nirvana “Nevermind”, contactó a otros dos colegas productores, Steve Marker y Duke Erikson, para armar una banda. Y la idea no era producirla, sino ser ellos mismos los músicos integrantes. Pronto tuvieron un manojo de temas conformados por fragmentos sampleados de otras canciones de diferentes géneros, combinando los cuales daban lugar a una nueva canción. Toda la experiencia de este trío a la hora de producir los llevó a armar temas nuevos con muchas texturas y buen gusto musical, muy agradables al oído. Pero, pequeño problema, no lograban dar con la voz adecuada que le pusiera letra a sus delicadas arquitecturas sonoras. Y cuando encontraron esa voz, las letras pasaron a decir cosas tan directas como ésta: “Finges que estás drogada, finges que estás aburrida. Finges cualquier cosa sólo para sentirte adorada. Y así logras todo lo que quieres. No crees en el miedo, no crees en la fe. No crees en nada que no puedas romper”.

Shirley Manson es una vocalista escocesa cuyo desprejuicio y actitud provocativa lograrían un extraño y a veces fascinante contraste con el trabajo de sus compañeros de banda. Mientras ellos componían melodías más bien comerciales, Shirley dotaba a cada canción de letras llenas de mujeres frustradas y de referencias sexuales medianamente solapadas. Otros éxitos de esta banda, como “Androgyny” y “Cherry Lips” no dejan dudas del carácter sexual de sus letras:  “Tú, chica estúpida. Chica estúpida, todo lo que tuviste lo terminaste arruinando”. La elección del nombre de la banda no podría ser más humilde. Ya de por sí nos avisa en la portada de sus álbumes que nos predispongamos a escuchar “basura”. Si abordamos la obra de este grupo teniendo en cuenta esta premisa, todo lo que nos sorprenda de su repertorio será ganancia. Ir por la vida con muy bajas expectativas tal vez sea el secreto de la felicidad.

“Lo que te enciende puede llegar a volverte loca. Lo único que siempre tuviste fueron un millón de mentiras para venderte a ti misma”. Una mención aparte se merece la fotografía del videoclip. Como a la banda le fue asignado muy poco presupuesto para filmar este video promocional, el director tuvo la idea de distorsionar todo lo filmado mediante medios caseros. Así es como primeramente filmó algunos planos desenfocados, otros saturados de color; y otros con la total carencia de ellos. Y luego se dedicó a dañar cuanto pudo la película con arañazos, inscripciones y manchas a lo largo de todo el metraje filmado. En el resultado final se aprecia una estética caótica pero hermosa. Con esta misma técnica también se harían populares videoclips de Nine Inch Nails y de Green Day, entre muchos otros. Es toda una muestra de que la creatividad se potencia ante la falta de recursos, y no ante la sobreabundancia de los mismos: “No crees en el miedo, no crees en el dolor. No crees en nada que no puedas dominar”.

La letra parece tener en su mira a esos modelos de chicas del cual también se horroriza en su letra el tema homónimo de la cantante Pink. Nenas de papá, proverbialmente estúpidas, que sólo se preocupan por cómo se ven mientras llevan a todas partes un bolsito con un chihuahua dentro. Jovencitas cuya única inquietud es la de ser populares, y tal vez también estar noviando con algún chico bonito. No les interesa para nada aquello que no se ve, no esperes ni una pizca de intelectualidad ni de cuestionamientos existencialistas en mentes tan diminutas y poco ejercitadas. Sólo importa aquello que pueda generar envidia en los demás. Es por eso que cuando su único valor agregado, su belleza, comienza a mermar al acercarse a los treinta años; van corriendo a ver a un cirujano: “No crees en el amor, no crees en el odio. No crees en nada que no puedas arruinar. Chica estúpida, no puedo creer que todo esto lo hayas fingido”. Me es imposible de ninguna manera relacionarme con alguien así. Con lo maravillosas que son las mujeres, seres que pueden atender varios frentes a la vez sin mayores problemas, y con una capacidad de dar amor sólo superada por la de los ángeles; me resulta insultante que pretendan involucionar hacia un estadío emocional de permanente inmadurez y liviandad, algo mucho más propio de una preadolescente. Al ver a alguien así tengo la sensación de que el concepto de “mujer” está muy lejos de su alcance. En fin… ¡Feliz Deprimartes!

martes, 2 de julio de 2019

Capítulo 226: “Twist In My Sobriety”. Tanita Tikaram. (1988)



Deprimartes sepia:

“Todos los niños de Dios necesitan zapatos para viajar y así sacarse sus problemas de encima. Toda la gente buena lee buenos libros y por eso tienen la conciencia clara. Te escucho hablar, niña; ahora tu conciencia está clara”. Si ya es difícil establecer claramente los orígenes de Freddie Mercury (nacido en África, de padres hindúes con religión persa y devenido en ciudadano británico), más difícil todavía es describir la extraña mezcla familiar que trae consigo la cantante Tanita Tikaram. Si bien se radicó desde muy joven en Londres, nació en Alemania; siendo hija de madre indonesia y teniendo como padre a un militar oriundo de las Islas Fiji. Imposible tener un aire más exótico como para hacer música en la capital inglesa. Su semblante de rasgos inclasificables y su timbre de voz grave de seguro le abrieron algunas puertas en el ambiente musical, logrando que su primer álbum tuviera un gran éxito antes de que esta niña cumpliera los veinte años. Y de ese álbum se desprende esta canción con una letra tan hermética que a simple vista pareciera tan sólo una colección de letanías sin sentido: “En la mañana cuando me limpio las cejas, con eso también me saco de encima las millas que he recorrido. Me encanta pensar que puedo ser tan deseada y aún así nunca hacer lo que digas. Nunca te escucho, así que nunca haré lo que dices”.

Si esta canción tiene un acierto, es la inclusión de un oboe en el estribillo. El ataque suave de este instrumento de viento es lo que indudablemente ha convertido a este tema en un reconocible clásico. El solo del oboe en medio de la canción nos permite apreciar su tono dulce e hipnótico, lo cual refuerza el aire poético de la letra: “Mira mis ojos, son sólo dos hologramas. Mira cómo tu amor me ha enrojecido las manos. Y de mis manos nunca obtendrás más que quebrantos en mi sobriedad”. Es una pena que la participación de este instrumento en la historia del Rock sea casi inexistente. Podemos escuchar su repiquetear incesante cada vez que vemos despertar a Bill Murray el mismo dos de febrero eterno en “El día de la Marmota”, mientras suena en el radiorreloj la melodía de “I Got You Babe” de Sonny & Cher. Y también su sonido se encarga de sumergirnos en una atmósfera melancólica en el tema “For All We Know” de Carpenters, dejándonos listos para que nos arrebate la maravillosa voz de Karen Carpenter, tal vez la más hermosa voz de todos los tiempos. Pero poco más se escucha de él en las primeras planas del Rock. Una verdadera lástima.

“Somos de los que nos burlamos de la gente que se divierte por las noches. Porque por las noches no es necesaria la hostilidad, tan sólo una sonrisa tímida y una pausa para liberarse”. El videoclip de este tema está filmado en la altiplanicie boliviana. Aquí podemos ver retratada a la gente olvidada de estos recónditos lugares y a las pequeñas luchas que enfrentan diariamente. Los adultos se ven con un gesto áspero, como si les resultara casi inalcanzable la felicidad en ese páramo reseco que llaman hogar. Por otro lado, vemos a los niños y a los pocos sueños con los que acostumbran jugar. Sus risas efímeras aparecen enmarcadas por unas correrías inertes, moneda corriente en esa niñez que parece que durará poco y que le dará paso a una vida adulta con su rutina de acostumbrarse a que la realidad se construye sobre frustraciones. ¿Qué pensará la gente que vive en un lugar tan remoto? ¿Cómo imaginará su futuro, si es que lo hace?: “No me preocupa la gente que piensa diferente, porque los pensamientos diferentes son buenos para mí”. Han pasado ya varias décadas desde la filmación de este video y al mirarlo me es imposible no preguntarme qué habrá sido de esos niños. ¿Qué tan duro los habrá golpeado la vida? ¿Habrán sabido ser felices con lo poco o mucho que lograron? Porque ahora los conozco y ya no puedo olvidarlos. Tal vez esa era la idea del video. Tengo la sensación de que siempre me acompañará la imagen de esa niña que vuela mientras se balancea colgándose de una rama, observando una vaca que bebe del lago. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Habrá vuelto a ser tan feliz como en ese instante mágico en que sus pies se despegaban del suelo?: “Con sus brazos levantados y con su castidad, los buenos niños de Dios ya han pagado su boleto de entrada al Cielo”.

Si hay un recurso visual simple que puede volvernos evocativos, ese es el uso del color sepia. Este color se obtiene desde tiempos inmemoriales de la tinta de un pequeño calamar llamado jibia o sepia, de ahí su nombre, y es una tonalidad de rojo muy suave; casi marrón. Básicamente, es el color de las fotografías antiguas. Y este videoclip está íntegramente filmado en ese color, lo cual confiere a las imágenes un aura atemporal; como si fueran un testimonio de una realidad que no cambia con el paso del tiempo. Es imposible ver este video y no tratar de imaginarse desde cuándo esa gente lleva el mismo tren de vida tan rústico: “Tómate un momento para beber una taza de té, sí; tómate un tiempo para arriesgarte un poco en la vida. Porque aunque seas dulce y buenmozo o más bien estés gordo, tendrás que ponerte a escarbar hasta que veas la luz”. Sí, sin dudas esta letra no pareciera tener mucho sentido. Y la bondadosa señora Tikaram se ha resistido siempre a aclarar su significado. Lo único que ha dicho al respecto es que intentó hablar de lo aislada e incomprendida que se sintió mientras su adolescencia se transformaba en juventud. Tal vez lo enigmático de la letra de esta canción no sea un mero ejercicio poético, sino un reconocimiento de que hay sentimientos que no pueden ser correctamente descriptos con simples palabras de humanos. Los sentimientos son inasibles como el viento, y la forma en que los verbalizamos a veces son sólo aproximaciones vergonzosas a lo que realmente nuestro corazón le grita al mundo: “La mitad de la gente lee los diarios, y los lee con todo detenimiento. Gente bonita, gente nerviosa; gente que tiene cosas para vender. Noticias para vender”. ¡Feliz Deprimartes!