martes, 28 de febrero de 2017

Capítulo 157: “Don’t Worry Be Happy”. Bobby McFerrin. (1988)



Deprimartes feliz:

Voy a aventurarme un poco con esto que digo, pero no temo estar equivocado: si la música fuera una persona, esa persona sería Bobby McFerrin. Director de orquesta, cantante de jazz con un oído absoluto, y dueño de la garganta más privilegiada que haya visto la música moderna; es capaz de recorrer con completa facilidad un espectro de cuatro octavas –la voz de la gran mayoría de la gente raramente supera las dos octavas-, saltando de una punta a la otra de ese rango con una pericia pasmosa. Ha sido el primer artista en grabar todo un disco completo de música jazz en el cual no utilizó ningún instrumento más que aquellos sonidos que producía con su voz: “Aquí hay una pequeña canción que escribí, tal vez quieran aprenderla nota por nota: no te preocupes, sé feliz”.

Este genio increíble es el padre de esa disciplina que hoy conocemos como beat-box, en la cual un artista imita al mismo tiempo tanto la base rítmica como la melodía de una canción sólo con los sonidos que pueda realizar con su boca. Es un gusto verlo aún hoy recorriendo los escenarios del mundo para mezclar su arte con el de aquellos lugares que visita, dejando bien en claro al público que la música, al fin de cuentas, es una sola y no acepta divisiones. Pero, a no equivocarse: su mensaje no es que la música no tenga colores, sino que, cual arcoiris sonoro, los tiene todos. Sus presentaciones están impregnadas de una informalidad que contagia buen humor y optimismo. Y de eso, justamente, habla esta archiconocida canción: “En cada vida tenemos problemas, pero cuando te preocupas los sientes como si fueran el doble. Así que no te preocupes, sé feliz ahora”.  Este famosísimo tema musical fue el primer y único Nº1 de la historia en no incluir ni un sólo instrumento en toda la grabación. Aquí también todo lo que se escucha proviene de las asombrosas cuerdas vocales del señor McFerrin.

La frase que intitula esta pieza se le atribuye a Meher Baba, el gurú de la India que predicaba la felicidad a través de los actos, ya que a los treinta años decidió dejar de hablar: Fue tan fuerte la influencia de Meher Baba y de su optimismo en la cultura occidental, que el mismo Pete Townshend, líder de The Who, le escribió el tema “Baba O’Riley”, uno de los más grandes éxitos de su banda. Es imposible no verse atraído por un mensaje tan positivo. Y es que el optimismo no termina por ser otra cosa más que una defensa natural para afrontar la horripilante realidad que nos trae cada día: “¿No tienes un lugar en el cual recostar tu cabeza? ¿Alguien vino y se quedó con tu cama? ¡No te preocupes, sé feliz! El dueño de tu departamento dice que tu renta está atrasada, y que tal vez te haga un juicio… ¡Mírame a mí, yo soy feliz! Te daré mi número de teléfono, cuando estés preocupado llámame y te haré feliz”. Aunque suene a una mueca forzada, no es tan loco que frente a la monstruosa realidad uno sólo atine a esgrimir una sonrisa. Es una forma sutil de resignación, pero también es una búsqueda incansable de esperanza. El mismo Maestro Baba había nacido en una familia zoroastrista, los seguidores de las enseñanzas de Zaratustra, y no por nada se dice que Zaratustra fue el único que nació con una sonrisa en sus labios.

“No tienes dinero, no tienes estilo, no tienes una chica que te haga sonreir… ¡No te preocupes, sé feliz! Porque cuando te preocupas haces que tu cara se arrugue, y eso hará que todos a tu alrededor se pongan mal”: En el videoclip de este éxito vemos un optimismo tan pantagruélico que parece tener su origen en algún tipo de antidepresivo. Allí junto a Bobby McFerrin aparecen haciendo payasadas el artista circense y clown experto Bill Irwin –qué mejor metáfora que incluir un payaso en esta canción, que son el ejemplo perfecto de la alegría maquillada y artificial-, y por supuesto que se reconoce a primera vista al genial Robin Williams. Uno de los mayores comediantes que nos dejó la industria del entretenimiento, enorme ser humano, y excelente actor; su suicidio nos recuerda que los cómicos suelen ser los que más sufren detrás de sus enormes inseguridades y sus sonrisas impostadas: “No te preocupes, no; sólo sé feliz. Pon una sonrisa en tu cara, no hagas que todos a tu alrededor se pongan mal. No te preocupes, todo pasará, lo que sea que te ponga mal… Yo no estoy preocupado, yo soy feliz”. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 21 de febrero de 2017

Capítulo 156: “I’m Not In Love”. 10cc. (1975)



Deprimartes suavizado:

El Soft Rock, también conocido como AOR (Adult Oriented Rock), o Rock orientado a los adultos, es la variante hacia la que comienza a girar el Rock & Roll a fines de los años ’60, cuando ya empieza a considerarse a la música popular como una expresión para ser escuchada y apreciada más que como una simple excusa para bailar. Este género estaba destinado a brillar durante los años ’70 en las radios FM de los autos de los ahora maduros padres de familia en que se habían convertido aquellos jóvenes hippies revolucionarios de la década anterior. Y llegó a ser la versión más elaborada y pulida de un Pop que ya en los ’80 resurgiría –sintetizadores mediante- con toda su fuerza comercial para arrebatarle el trono al Rock más pesado. En este marco de música suave aparecería 10cc, un grupo de multiinstrumentistas liderados por Eric Stewart; un artista e ingeniero de sonido tan talentoso que fue convocado nada menos que por Paul McCartney para colaborar en tres de sus discos.

En esta canción, Eric nos habla de un encuentro furtivo con una ex pareja, a quien pretende demostrarle su indiferencia; pero obviamente todas sus acciones parece que están diciendo lo contrario: “No estoy enamorado, así que no olvides que esta es sólo una tonta fase por la que estoy pasando. Y sólo porque te haya llamado no quiero que me malinterpretes, no creas que ya lo tienes claro. No estoy enamorado, no; no. Es sólo porque sí”. Se trata de no decir lo que se quiere decir, o de decir lo que no se está diciendo. La letra entera de la canción es una proyección del inconciente del protagonista, que se muere porque su amor vuelva, pero prefiere reaparecer en su vida de manera casual antes que hacer una declaración de sus sentimientos: “Me gustaría verte, pero con esto no quiero decir que signifiques mucho para mí. Por eso, si te llamo, no hagas un escándalo. No le cuentes a tus amigos sobre nosotros dos”.

Y aparece entonces este pequeño fragmento de la letra susurrado por una voz de mujer, en el cual radica la razón de tanto intríngulis: pertenezco a una generación a la cual le enseñaban que llorar era cosa de niños y de mujeres. Soy un representante más de una era en la cual ir al psicólogo a resolver nuestros problemas estaba mal visto, nos daba un aire de psicóticos irredentos. En mis tiempos, los hombres resolvíamos nuestros problemas en silencio, arreglándonos la cabeza nosotros mismos y de la manera en que pudiéramos. Esa única frase de la canción cantada por una voz femenina nos habla como en esa época lo hacían nuestras madres: “Quédate en silencio, los niños cuando crecen no lloran”.

Este tema, el más famoso de esta banda, es muy conocido por el particular uso de las voces de todos sus integrantes, las cuales fueron grabadas una y otra vez sosteniendo una nota. Con estas voces grabadas se crearon bucles de cinta magnétofónica que se repetían indefinidamente, y así fueron utilizadas como si fueran un muro de sonido; cada voz por separado ejecuta un tono con los cuales se van conformando los acordes de la canción. Es por eso que el coro suena tan etéreo. Eran evidentes las capacidades técnicas de Stewart como ingeniero de sonido: “Mantengo tu foto colgada en la pared, porque con eso oculto una fea mancha que hay detrás. Así que no me pidas que te la devuelva, aunque yo sé que tu sabes que no significa demasiado para mí”.


Este es el verdadero motivo de toda la canción, una dulce venganza que tiene su origen obviamente en el dolor que aún rezuma por entre los labios de una herida: “Oh, vas a esperar mucho tiempo por mí. Oh, sí que vas a esperar”. En el final queda expuesto ese último gran deseo, que más allá de la espera el amor regrese aceptando nuestro perdón. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 14 de febrero de 2017

Capítulo 155: “Going Up The Country”. Canned Heat. (1967)



Deprimartes flautista:

Woodstock fue sin duda alguna el más importante festival musical que nos haya dejado la Era Rock. Fueron tres días de pura música y premisas pacifistas a mediados de agosto de 1969. Sobre el escenario de este recital, el desfile de artistas identificados con el movimiento del “flower power” lo terminó por convertir en todo un manifiesto del hippismo. Los jóvenes de las flores proponían un innovador estilo de vida, con valores filantrópicos tan altos que hacían que la filosofía de esta tendencia cultural fuera totalmente disrruptiva con todo lo que la sociedad representaba hasta ese instante.

De repente, la felicidad máxima radicaba en escuchar a todo volumen un Rock denso y poblado de texturas, con solos de guitarra con sonido “wah-wah” que invitaban a la mente a divagar… Todo esto coronado por abundantes dosis de marihuana y de ácido lisérgico. Todos se ponían a bailar agitando espasmódicamente los brazos en el aire, mientras intentaban que la música atravesara cada célula del cuerpo y los volviera uno sólo con el cosmos. La misma ideología de los hippies contenía un misticismo abierto a todo tipo de creencias; de hecho, cuanto más extrañas, mejor. Probablemente el hippismo haya sido algo así como el nirvana de la sociedad occidental. Fue un despertar de la conciencia, un momento de iluminación, ese instante en el cual se entremezclan el terror y la alegría más profundos que puede experimentar un ser humano, al darse cuenta de que tal vez todo lo que se había hecho hasta ese entonces estaba mal; y por lo tanto ya ninguna regla era válida. El único mandamiento que se volvió auténtico era ese que es casi tan viejo como el mundo, y que nos manda a amar al prójimo como a uno mismo. Sólo permanecería entonces el amor fraternal, y a partir de allí se intentó construir algo nuevo: “Me voy a recorrer el país, nena; ¿quieres venir? Me voy a algún lugar en el que nunca haya estado. Me voy, me voy allí donde el agua sepa como el vino. Podríamos tirarnos al agua y estar borrachos todo el tiempo”. Uno de los grupos que se consagró en Woodstock fue Canned Heat, quienes han sido famosos por incluir en sus discos a viejas glorias del blues –llegaron a contar en sus grabaciones nada menos que a John Lee Hooker-. Artistas excelentes a la hora de improvisar, algunos de ellos habían sido músicos de sesión en grabaciones de nada menos que Frank Zappa o The Monkees. Supieron sin embargo ir adaptándose a la nueva música que surgía, y así fue como sumaron a su sonido instrumentos como la flauta traversa, instrumento que terminaría representando el sonido hippie y el futuro del Rock Progresivo, de la mano de artistas tan excelsos como Jethro Tull y Yes.


“Voy a abandonar esta ciudad, necesito escaparme. Todas estas peleas y discusiones, ya sabes que no puedo soportar todo esto. Así que mejor que hagas tus valijas, ya sabes que tenemos que irnos hoy mismo. Adónde vamos, exactamente no lo sé, pero puede que hasta tengamos que abandonar el país. Porque todo esto se siente como un nuevo juego, y yo quiero jugarlo”. Se trasluce en las imágenes de este video que hay un verdadero espíritu de mancomunión. Lo de uno es de todos, y estamos todos juntos sólo para pasarla bien. Lo que quieras ponerte está bien, como quieras bailar está bien, la sustancia con la que quieras colocarte también está bien. Todo está bien, siempre y cuando todos estemos bien. Mientras tú estés bien, yo también estaré bien, y todo estará bien: “No tiene caso que corras, que grites o que llores, porque tú tendrás un hogar aquí siempre y cuando yo tenga le mío”. Lo triste de este caso es que el Verano del amor fue un sueño. Y, como ocurre con todo sueño, en algún momento hay que despertar. El fin de la década más gloriosa que vivió el Siglo XX dejaría a los jóvenes de la generación de las flores frente a frente con los graves problemas que suelen tener aquellos que se despiertan luego de una fascinante resaca. Allí está el verdadero inconveniente de tratar de evadirse de los problemas. Uno puede hacerse el desentendido tanto como quiera, pero al final, los problemas continúan estando allí; y tal vez hayan empeorado debido al tiempo que dejamos pasar sin poder darles una solución. Al menos, nos queda el consuelo de ir a refugiarnos de tanto en tanto en esos recuerdos felices que nos quedan luego de toda fiesta… Quedará en la memoria entonces la reminiscencia gloriosa de aquella fiesta del amor libre, en la que la imaginación intentó quedarse con el poder. ¡Feliz Deprimartes!

martes, 7 de febrero de 2017

Capítulo 154: “Tonight Tonight”. The Smashing Pumpkins. (1995)



Deprimartes vaporoso:

Devenidos en emblema de todo adolescente con alma de “darkie”, The Smashing Pumpkins han sido una propuesta más que interesante dentro de la música norteamericana de fin de siglo. Con orígenes en el post-punk, esta banda siempre apuntó a más, a no quedarse en la simple virulencia de una música tan primal; y apuntaló su enorme crecimiento artístico en el lirismo de las letras de su líder Billy Corgan. Esta banda, que se caracterizó por tener siempre a una mujer al mando del bajo eléctrico, en su mejor momento editó el álbum Mellon Collie and the Infinite Sadness, el cual es considerado uno de los mejores de la década del ’90, tanto por la enorme cantidad de temas que brindó, como por su tono oscuro y depresivo. Ya su mismo título lo anuncia, porque si bien “Mellon Collie” es un juego de palabras que no significa nada, suena igual a la palabra melancolía. Así, el álbum nos prometía ya desde su portada la melancolía y la tristeza infinita: “El tiempo nunca es tiempo del todo. Nunca jamás podrás irte sin dejar atrás un pedazo de juventud. Y nuestras vidas han cambiado para siempre, nunca volverán a ser las mismas. Cuanto más cambias, menos sientes. Cree, créeme”. Podrán verterse barriles enteros de tinta sobre la música de la última década del segundo milenio, y debatir si para ese entonces el Rock & Roll ya estaba muerto o no, pero si hay algo indiscutible es que el arte de hacer los videoclips que acompañaban una canción había alcanzado una madurez imposible de soñar sólo unos años atrás. Y como prueba, que baste este botón: el video de este tema es una joya que nos remite a la sobria magia de las películas de los primeros años del Siglo XX. Muy especialmente a “Le Voyage dans la Lune” del genial director francés Georges Méliès, quien con la ayuda de su compañía de teatro plasmó en celuloide unas improbables y estrambóticas aventuras extramundanas, en las que llegó a poner en escena los primeros efectos especiales de la historia del cine.   

“Cree en que la vida puede cambiar, cree en que no estás atascada en un lugar sin esperanzas. No somos lo mismo, esta noche somos diferentes. Esta noche… Esta noche tan brillante”. Creer siempre nos ha llevado a lograr cosas insospechadas. Y aquellas viejas filmaciones francesas -tan románticamente rústicas- nos remitían a los escritos de Julio Verne, el padre de los sueños de la humanidad moderna; quien en sus escritos no tenía reparos en romper la barrera de lo imposible para viajar de la Tierra a la Luna, cruzar veinte mil leguas de viaje submarino, o dar la vuelta al mundo en ochenta días para terminar llegando hasta el faro del fin del mundo. Sus obras empujaban a un mundo que comenzaba a iluminarse, a creer, a probar sus límites, a alucinar con todo aquello que podría alcanzarse en un futuro cercano a través del progreso industrial.

“Y ahora sabes que nunca estuviste muy segura, pero ahora estás segura de que tal vez estás en lo correcto si decides ir hacia la luz. Y así las brasas nunca se apagarán en tu ciudad sobre el lago, el lugar en el que naciste. Cree, créeme”. Y aquí justamente la estética del videoclip nos deja espacio para hablar de una idea retrofuturista, una maravillosa ucronía que con el tiempo llegó a llamarse “steampunk”. Esa quimera de conquista de las fronteras del espacio que serían alcanzadas gracias a las máquinas movidas por la fuerza del vapor, tal como era imaginado allá por la época victoriana. Si bien hoy en día este subgénero de la ciencia ficción ha alcanzado una madurez envidiable, para la época de los libros de Verne y de las películas de Méliès, así era como la gente culta imaginaba el futuro posible.


Finalmente, el videoclip nos habla de un escape. Un escape de la Tierra, un escape de la Luna, un escape del fondo del mar... Quizás sea una metáfora del escape de Billy Corgan de su difícil infancia -¿qué artista no la tuvo?-. Bueno, pues; podría decirse que viajar en zepelín a la Luna también es una forma de escaparse. Tal vez sea porque la búsqueda de algo nuevo es siempre un escape… Supongo que depende del punto de vista de quien observe la travesía: “Cree en la resuelta urgencia del ahora, y si crees que no tendremos una sola chance esta noche, esta noche tan brillante… Entonces crucificaremos nuestra hipocresía esta noche, haremos las cosas bien, lo sentiremos todo esta noche. Encontraremos una forma de ofrecernos esta noche, todos los indescriptibles momentos de tu vida esta noche. Lo imposible es posible esta noche, cree en mí como yo creo en ti, esta noche”. Y allí se queda la Luna con cara enojona porque finalmente la humanidad se ha atrevido a revelar sus secretos. Y es que la raza humana, simplemente, no sabe que no es posible todo aquello que le es imposible; al igual que el abejorro no sabe que no puede volar, y por tanto vuela. Los sueños fogoneados por las ideas movidas a vapor de Julio Verne han hecho que el hombre siempre esté en movimiento, incapaz de comprender que existen lugares a los que tal vez no debería ir jamás. ¡Feliz Deprimartes!