Deprimartes loco:
Fine Young Cannibals fueron una pequeña aventura de dos
músicos de la banda de Ska The Beats, que quisieron experimentar por su cuenta
sumando a sus filas al vocalista Roland Gift para crear un sonido muy
particular; mezcla de Soul con música electrónica y algunas reminicencias
jazzeras. Habiendo editado tan sólo dos álbumes en su corta historia, llegaron
en un par de ocasiones al Nº1 de las listas americanas con la pegadiza “Good
Things”, y también con esta otra canción; que tiene uno de los riffs de guitarra
más conocidos de finales de los ’80. Con un videoclip de altísima rotación en
MTV, la letra de este tema permite alguna lectura un tanto más profunda de lo
que pudiera parecer a primera vista: “No voy a
lograr salir adelante por mi cuenta, a nadie le gusta quedarse solo”.
“No puedo dejar de sentirme de esta forma.
Las cosas que haces me parecen casi irreales. Dime qué es lo que tienes en
mente, porque nos estamos quedando sin tiempo. ¿Alguna vez me dejarás libre?
Porque quedarme aquí dando vueltas mientras te espero me está matando”. Siempre nos dicen que el amor es
algo por lo cual hay que luchar. En estos tiempos de feminismo rabioso se brega
constantemente por la igualdad de derechos, pero suele omitirse toda mención de
la labor ciclópea que le espera a un hombre que desea conquistar los afectos de
una señorita. Todo el mundo espera –y ella también- que sea uno el que se
arrastre y sufra para lograr conmover las querencias de la damita en cuestión.
Y allí vamos entonces, armados de valor, ciñéndonos el Yelmo de Mambrino, y
yendo a la carga contra el molino. Es toda una apuesta la que hacemos, con
nuestra hombría como moneda de cambio. Y así es, bien podríamos considerar que
el amor es una apuesta. Y este sentimiento maravilloso nos encandila con tanta
fuerza que nunca nos detenemos a pensar que, como en toda apuesta, por lo
general llevamos las de perder. Si no me creen fíjense en cualquier casino. Quien
apuesta, más a la corta que a la larga, pierde. Siempre pierde. Pierde el
corazón, pierde la fe, pierde la cordura: “Ella me
vuelve loco como nadie más lo hace. Ella me vuelve loco, y ya no puedo
controlarme”.
Cuando el amor no es correspondido, o lo es de una manera
tóxica, saca a relucir ese costado oscuro que nos oculta en un principio, y que
tiene la capacidad de volvernos los seres más desdichados del Universo. Como en
el videoclip de esta canción, nuestra razón y nuestra emoción empiezan a
comportarse como dos seres antagonistas luchando por obtener nuestro control.
Se desafían, se provocan el uno al otro, batallan, y van corriendo una carrera a
la par pero de manera caótica. En el medio de esa lucha estamos nosotros, mejor
dicho nuestra vida, que va dando tumbos y tratando de salvar lo poco de
dignidad que nos queda. Tal es el estado de pérdida de control en el que nos
sumerge el amor: “Ni siquiera logro descansar, la
gente dice que estoy obsesionado. Todo lo que me dices es mentira, pero eso ya
no me sorprende. Lo que yo quería para ti era real, pero las cosas salen mal.
Siempre pasa eso”. Siempre pasa eso, las cosas salen mal. Creo que se
llama Ley de Murphy. ¡Feliz Deprimartes!