Deprimartes epiléptico:
Joy Division fue
una banda inglesa de cortísima duración –tan sólo llegaron a editar dos discos-
y que pasó casi desapercibida en los charts británicos, pero cuya influencia terminó
siendo primordial en la conformación de lo poco digno de rescatar que habría en
el Rock de la década del ’80: “Cuando la rutina
muerde fuerte y las ambiciones son muy bajas. Cuando el resentimiento se eleva,
las emociones no crecen; y terminamos cambiando nuestros destinos, tomando
diferentes caminos”. El sonido predominante del bajo en esta canción,
llevando la melodía como si fuera un riff repetitivo, iba a terminar por
transformarse en una norma a la cual se apegarían todos aquellos artistas que
habían descubierto su veta creativa en el Punk y que ya sentían que ese
movimiento tan efímero y básico no les alcanzaba para demostrar todo su talento.
Cabe destacar
que los integrantes de este grupo terminaron por conformar otra banda aclamada
por el público y la crítica: New Order, quienes supieron mezclar con una gran
cuota de buen gusto la música Post-Punk que venían realizando con los nuevos
sonidos de los sintetizadores. Pero esta reconversión debieron hacerla a la
fuerza, ya que faltando sólo dos meses para editar su segundo disco, la pieza
fundamental de Joy Division decidió terminar con su vida. Estoy hablando de su
cantante Ian Curtis, un alma atormentada por sus propios demonios internos;
esos que hacían que a diferencia del resto de los artistas Punk él le cantara a
la desesperación y a la falta de confianza: “¿Por
qué el dormitorio está tan frío? Tú me das la espalda desde tu lado de la cama.
¿Es que acaso no tuve la suficiente paciencia? Nuestro respeto mutuo está a
punto de terminarse, y sin embargo todavía está esta atracción que nos hemos
profesado durante toda la vida”. Otro de los monstruos que le retorcían
la vida a Ian Curtis era su tremenda condición de epiléptico, la cual hacía que
entrara en convulsiones con demasiada frecuencia; incluso en medio de sus
shows. Y como frutilla del postre estaba su matrimonio disfuncional, al cual
parece cantarle a lo largo de toda esta canción. Su personalidad depresiva se
mezcló con su enfermedad, y al igual que le ocurrió al gran escritor ruso Fiódor Dostoyevski, ese cóctel no podría traerle nada bueno a su existencia. De
hecho, la carga fue demasiada para este joven de Manchester, y finalmente
decidió quitarse la vida ahorcándose a unos tempranos 23 años.