martes, 16 de marzo de 2021

Capítulo 266: “Royals”. Lorde. (2013)

 



Deprimartes melífero:

 

Para los seres humanos vivir en sociedad tiene una cierta cantidad de ventajas, pero es innegable que la obligación de convivir con el prójimo también nos regala toda una colección de calamidades. Porque si al vacío existencial que tenemos en el fondo del alma y que nunca logramos llenar, le añadimos la necesidad constante de agradarle a los demás, lo que alcanzamos es esa tan moderna sensación de insatisfacción permanente que todos sufrimos. En cuanto conseguimos algo que deseábamos ya no lo deseamos más, y comenzamos a buscar algo nuevo que desear. Y a la vuelta de nuestra esquina tenemos por vecina a la envidia por todo aquello tienen los demás: “Nunca vi un diamante en persona, y sólo he visto un anillo de bodas en las películas. No estoy orgullosa del lugar en que vivo, mi barrio no le causaría envidia a nadie”. Esto se ve más en estos días de redes sociales, donde nuestra finalidad en la vida pareciera ser generarle celos a todo el mundo mostrando una felicidad superficial pero estética. Un teléfono inteligente es una vidriera en la que todos se ofrecen como si fueran un ostentoso producto de edición limitada, cuando tan solo se asemejan a objetos creados en serie, triviales y sin valor alguno. Tal parece que en este mundo ser feliz con pocas cosas está prohibido o es socialmente inaceptable... Pero no es así. Aún quedamos algunos estoicos que intentamos aprender aquello de que la felicidad no se encuentra en ningún otro lugar más que en uno mismo.

 

“Pero cada canción que escucho me hace sentir como si todos tuviéramos los dientes hechos de oro y un vodka goteando en el baño. Manchas de sangre aparecen en mi vestido de fiesta mientras destrozamos la habitación del hotel. No nos importa, porque conducimos Cadillacs en nuestros sueños”. Nos queda el consuelo de soñar con todo lo que no podemos tener. El problema surge cuando se nos vuelve borrosa la frontera de aquello que soñamos con aquello otro que está a nuestro verdadero alcance: “Pero todos están hablando de joyas, de coches lujosos y de relojes con diamantes. Jets privados, islas y tigres con correas de oro. Y la verdad es que a nosotros eso no nos importa, no estamos atrapados en ninguna historia de amor”. Y parece que ya disponemos de toda una industria destinada a hacernos soñar hasta con lo que no queremos tener. Lo digo porque hace un tiempo descubrí algo tan estúpido como los llamados “videos motivacionales”. Hay varios de ellos dando vueltas por ahí. Son visualizaciones con el objetivo de mentalizar inconscientemente al espectador para que se vuelva multimillonario, como si eso fuera algo que está al alcance de la mano. Se suceden durante un buen rato imágenes de lujos inaccesibles, lugares exóticos, gemas, yates, autos deportivos y mansiones, mientras aparecen sobreimpresos textos del estilo “si puedes soñarlo, puedes lograrlo” o “tú te mereces ser millonario”. Cada vez que veo alguno de estos esperpentos visuales y me horrorizo, me siento bien conmigo mismo. Estoy seguro de que no soy el único que prefiere tener los pies en la tierra para intentar encontrar la felicidad en cosas mucho más cotidianas: “Nosotros nunca seremos de la Realeza, no está en nuestra sangre. Ese tipo de lujos no es para nosotros, porque lo que realmente buscamos es otra clase de emoción”. Por supuesto que nunca dejaremos de soñar con conquistar el mundo, pero siempre sabremos que es un juego. Quizás no nos interese realmente dominar nada, porque tenemos en claro que seríamos un desastre como gobernantes: “Déjenme dominarlos, pueden llamarme Abeja Reina si quieren. Y vaya que los gobernaría bien. Déjenme vivir esa fantasía”.

 

“Mis amigos y yo hemos descifrado el código. Contamos cuánto dinero tenemos mientras vamos en tren a la fiesta. Y todos los que nos conocen saben que nos sentimos bien con esta vida, no crecimos en un hogar rico”. ¿Y quién nos canta sobre todo esto? Pues, veamos: había una vez una niña neocelandeza cuyo extraño nombre artístico era Lorde, y esta pequeñuela firmó su primer contrato discográfico con tan solo doce años de edad. Y ni bien cumplió los dieciséis subió su primer álbum a internet con la posibilidad de descargarlo gratuitamente. El éxito fue tal que su discográfica decidió hacer un lanzamiento más convencional, y así fue que esta niñita de enormes ojos azules terminó ganando 2 grammys a una muy corta edad. Con una intención constante de mezclar la Música Alternativa con el Pop, y ver qué sale de ese menjunge, logró construir una carrera con una resonancia tal que hasta la han parodiado en series animadas irreverentes como South Park. Aún continúa grabando, y parece ser que su éxito se debe a que siempre ha sabido dónde está parada, y cómo lograr llegar desde allí hasta el lugar al que desea: “Somos mucho más importantes de lo que alguna vez soñé, y estoy encantada con esto de ser Reina. Oh, la vida es como un juego sin importancia. No estamos atrapados en ninguna historia de amor”. ¡Feliz Deprimartes!

 

https://www.youtube.com/watch?v=LFasFq4GJYM




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