martes, 15 de enero de 2019

Capítulo 202: “You Can Call Me Al”. Paul Simon. (1986)




Deprimartes cuarentón:

Bendita crisis de la mediana edad. Ese momento maravilloso y aterrador de la vida, que suele ocurrir cerca de los cuarenta años, en el cual nos cruzamos frente a un espejo y no reconocemos al joven lleno de sueños que alguna vez supimos ser. En su lugar vemos con horror algo que se asemeja a un anciano. Comenzamos a sentir dolores en partes de nuestro cuerpo que ni siquiera sabíamos que teníamos, ya estamos fuera de estado físico, con mucho menos pelo, con nuestra musculatura insulsa y el agrio sabor en la boca que nos han dejado todos esos sueños que ya sospechamos que jamás se van a cumplir. La desesperación suele apoderarse de nosotros en ese momento, sentimos que hay que hacer algo; y por supuesto que no tenemos idea de qué. Perdemos lo poco que nos queda de dignidad tratando de abrazar alguna actividad amada en nuestros años mozos, sólo para comprobar que ya no estamos a la altura de las circunstancias. Para aquel que esté un poco atento, no es difícil descubrir a adultos perdidos en el laberinto que ellos mismos han construido y hablándose a si mismos con palabras parecidas a estas: “Un hombre va caminando por la calle y dice: ‘¿De dónde salieron estos rollos que tengo en la cintura ahora? ¿Porqué tengo la panza tan fofa? El resto de mi vida va a ser muy duro, así que necesito la oportunidad de salir bien en una foto; quiero un poco de redención. No quiero acabar siendo un dibujo animado en un cementerio de dibujos animados. Voy a terminar siendo un entierrahuesos, un entierrahuesos entre perros a la luz de la luna. Así que aléjate de la luz de mi puerta, Señor barriga de cerveza, y llévate a todos tus amigotes idiotas; porque ya no encuentro divertido todo esto’”.

“Si cuidas de mis espaldas, yo bien podría ser ese amigo que perdiste hace tiempo. Te puedo llamar Betty, y, Betty, cuando me llames, tú puedes llamarme Al”. Paul Simon es uno de los más grandes trovadores que nos ha dado el Rock. Si bien lo suyo siempre fue mucho más de la mano del Folk, supo integrar quizás el mejor dúo de toda la historia con su amigo Art Garfunkel, quienes terminaron por legarle a la historia un respetable puñado de canciones que jamás se van a oxidar. Pero al igual que su compañero de dúo, ambos como individuos tuvieron un éxito moderado comparado con lo que supieron hacer como Simon & Garfunkel. Finalmente Paul encontró una enorme fuente de inspiración en la música del Tercer Mundo, investigando tanto en Sudáfrica como en Sudamérica sobre los ritmos autóctonos. Bastante de eso se deja oír en esta canción, en la cual el comediante Chevy Chase se viste como Garfunkel y toma su lugar en este videoclip (ambos le llevan una cabeza de estatura a Simon) para que el petiso Paul pueda reírse del mismo destino de ser el mero acompañante y corista de sus propias composiciones, tal como le pasó con Art.

Volviendo a nuestro cuarentón en crisis, es común que en medio de la vorágine en que nos vemos envueltos por ese gran tsunami existencial que se nos ha venido encima; de repente nos asalten todas las dudas. No sólo de si seremos capaces de lograr lo poco que aún en teoría podríamos hacer, sino que también llegan en tropel las preguntas voraces sobre cómo fue que llegamos a convertirnos en esta versión triste de nosotros mismos: “Un hombre camina por la calle y dice: ‘¿Por qué tengo tan poca atención? No logro concentrarme y enseguida me distraigo, y mis noches se me hacen tan largas. ¿Dónde están mi mujer y mi familia? ¿Qué pasaría si me muriera ahora? ¿A quién voy a seguir como modelo ahora que la persona que tenía por modelo se ha ido? Se terminó yendo por la puerta de atrás con una chica gordita y bien fea. Poco después me enteré de que hubo incidentes y accidentes, hubo insinuaciones y alegaciones’”. El espejo se nos convierte en enemigo y nos devuelve a diario a una persona que ha dejado hace ya mucho tiempo atrás sus años felices, que ve a su familia casi como a desconocidos con los que se encuentra obligado a convivir, y que mira impasible cómo sus ídolos de antaño se van desvaneciendo por el mismo paso del tiempo o por algún escándalo que dejó a la luz sus pies de barro. Tal vez crea que es un buen momento para inciar un viaje mistérico, una travesía que le revele alguna perla de sabiduría mística para indicarle por dónde es el camino. Bien, demás está decir que no necesariamente este tipo de búsqueda por los confines de la Tierra puedan terminar bien; sino todo lo contrario: “Un hombre camina por la calle. Es una calle de un mundo extraño, tal vez se trate del Tercer Mundo. Posiblemente es la primera vez que está allí. No habla el idioma ni lleva dinero local. Es un extranjero envuelto en el sonido del ganado en el mercado, de gente bulliciosa y de orfanatos. Mira a su alrededor y ve ángeles en la arquitectura de los edificios que giran hacia el infinito. Y termina por decir: ‘¡Amén!’ y ‘¡Aleluya!’”. Es la crisis de la mitad de la vida. Por suerte dura poco, y como todo, se termina. Y nos deja con un par de ojos nuevos para contemplar las distintas formas de disfrutar la mitad de vida que aún nos queda por vivir. ¡Feliz Deprimartes!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario