Deprimartes subterráneo:
Alguna vez escuché una frase que decía: “Es muy peligroso perder la esperanza”. Y por algo es lo último que se pierde: la esperanza significa vida. Esta dolorosa canción nos presenta a un grupo de mineros atrapado en un derrumbe. Uno de ellos conjetura sobre el poco tiempo que le queda para valorar el mucho tiempo que ha tenido, y sintiendo cercana la muerte le dice a sus compañeros: “En
caso de que algo me ocurra, tengo algo que quiero que todos vean. Es sólo la
fotografía de alguien que conocí. ¿Ha visto a mi esposa, señor Jones? ¿Sabe
cómo está todo allá afuera? No hablemos demasiado alto, o causaremos otro
derrumbe, señor Jones”.
Ese gran trío que fueron los Bee Gees nos acercan una canción muy corta, gran éxito de su época pre-disco. Los hermanos Gibb iniciaron su extensísima carrera musical en la gloriosa década de los 60’s, y al principio eran un grupo de cinco integrantes. Con el correr de los años, sólo quedaron Barry y sus hermanos, los gemelos más distintos del Rock: Robin y Maurice. Su fama –y su encasillamiento- les llegó con la música disco, y particularmente con la banda de sonido del film “Fiebre de sábado por la noche”. A pesar de esta etapa inolvidable, les costó horrores arrancar de la memoria colectiva el falsete de Barry, y las armonías melódicas del trío, que los habían convertido en los reyes de todo salón de baile en el que brillara una bola de espejos. Y así fue que con mucho esfuerzo lograron revalidar su enorme catálogo de más de 35 años de grabaciones en conjunto, y ser respetados por lo que en realidad siempre fueron: músicos con mayúsculas, que tenían la capacidad de cantarle tanto a John Travolta como a la tragedia que tuvo que sufrir un grupo de mineros rescatados del estómago mismo de la tierra: “Sigo
afinando el oído para tratar de escuchar algún sonido, tal vez alguien esté
cavando hacia nosotros. ¿O se habrán rendido y se habrán ido a dormir, pensando
que aquellos que una vez existimos ya estaríamos muertos?”.
Pues en vista de acontecimientos como los que vivieron aquellos
treinta y tres mineros chilenos, se puede decir que es cierto, lo último que
hay que perder es la esperanza. Al final, y sólo al final, parece rendir sus
frutos. ¡Feliz Deprimartes!
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