Deprimartes melancólico:
Travis es una banda que resultó ser un exponente de la
transición del Brit-Pop hacia lo que siguió –lo que sea que fuera que siguió- a
fines de la última década del milenio. Y a pesar de que han hecho canciones más
que melosas, como “Sing”, “Flowers In The Window”, y “Why Does It Always Rain
On Me?”, aún conservan toda la fuerza que suelen tener las guitarras de las
bandas de rock escocesas. Y si bien esta canción tal vez sea un poco festiva,
refleja a la perfección mi vida: “Estamos atados a
los años noventa, atascados en ellos. Estoy muy asustado. Trato de que se me
pasen rápido y de tomármelos con calma, pero siento como si se avecinara una
tormenta, y estoy terriblemente asustado. Sólo Dios sabe adónde iremos a parar,
pero si las cosas siguen así, terminaremos diciendo que estamos cansados de los
noventa; aunque seguimos atados a ellos”.
Viendo que se les terminaba la década, estos loquitos
simpáticos nos dejan esta reflexión de fin de siglo: “¿Recuerdas
los años ochenta? Fueron intensos, pero fueron mucho peores que los noventa. Y
ahora estamos atrapados en un camino donde la moda es veloz y donde nada dura;
ahora mandan las tribus urbanas”. Aunque ahora la veo con un renovado
afecto, la década del ’80 fue un asco a todo nivel, especialmente para la
música Rock; y la llegada de la última década del Siglo XX revitalizó la música
con movimientos como el Grunge y el Britpop -para mi gusto, los últimos
estertores de un Rock & Roll que terminó muriéndose poco después-. Y en
esos años, a mí la vida me sonreía.
Yo viví en los años noventa. Así fue. Sé a la perfección
que a nivel institucional fueron impresentables para el país, con una realidad
en la que nos instalaron socialmente la frivolidad, la inseguridad y la
corrupción… Pero para mi vida personal fueron luminosos. Yo cumplía mis veinte
años rodeado de risas y sonrisas, estaba lleno de sueños, pude irme a vivir
solo y aprendí a ser independiente, profesaba una fe que me daba confianza aún
en los momentos malos, tenía un grupo de amigos de fierro, y hasta
eventualmente formé un proyecto de vida en pareja… ¡¿Dónde están ahora?!... Todo
se ha ido. Hoy, bien entrado el nuevo milenio, mi realidad es una colección de
despojos. Mis veinte años ya se duplicaron, y perdí mi fe junto con mi
billetera, mi Dios dio parte de enfermo, mis sueños son espejos rotos, mis
proyectos de familia nunca dejaron de ser simples proyectos, mis amigos -salvo un
par de honrosas excepciones- decidieron no renovar contrato, mi humor dejó paso
a un agrio sarcasmo, y mi independencia se colonizó. ¿Qué hacer frente a este
panorama? Pues lo que dice la canción: “Oh, no; no
hay nada por lo que seguir adelante, sólo esta tecnología que me mantiene vivo.
¡Ya fue suficiente! Me voy a quedar en la cama hasta que se me caiga el pelo.
Todo se terminó. Al final, voy a terminar diciendo que amo mi peluca y que me
odio a mí mismo. Ya sé que todo esto es algo que pasa adentro de mi cabeza”.
Extraño tanto a mis queridos años ’90… Al menos sigo viéndolos cada vez que
sueño… Por ahora, sólo me queda esperar a que se me termine de caer el pelo...
¡Feliz Deprimartes!
Me ha gustado muchísimo esta entrada, es honesta, reveladora y valiente, con un sentido del humor que me encanta.
ResponderBorrarTengo cierta querencia a este grupo, especialmente a la simplona Turn, me pone de buen humor. En realidad la querencia es generalizada al pop británico de esa época, que es de las cosas que me atarían a los 90, aunque lo cierto es que mi década vital favorita es la primera del siglo XXI, muy parecida a la anterior solo que más sabia, valiente y desde luego independiente.
Ahora pensarás: chorradas!!! (bueno igual más bien piensas: boludeces!!! por eso de la diferencia lingüística que marca el Atlántico), pero siento la necesidad de decirlo, me gusta pensar que, aunque musicalmente visto lo visto me cuesta creerlo, en general lo mejor está por venir.
Un beso
Es cierto que escribes unas boludeces muy interesantes, jajaja. Muchas gracias por saber apreciar el humor agrio que intenté verter en esta entrada. Fue la única manera que hallé como para que no se me cayeran las lágrimas al escribirla. Un gran beso.
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