Deprimartes sangrante:
Esa eterna duda del pasado: ¿te fuiste o yo te eché? ¿Tu
adiós me destruyó o me sacó a flote?: “Cambié mi
inocencia por orgullo y me di contra la pared por ir a los saltos. Me dije que
era fuerte, pero ahora veo que soy sólo un cobarde. Amo el sonido que haces
cuando te vas. Tu rímel sangra en una lágrima oscura. Y soy frío, sí, soy frío;
pero no tanto como tú… ¿Por qué no te largas de aquí?”.
A mediados de la primera década de este siglo, el grupo
escocés Franz Ferdinand se daba el ¿lujo? de aún seguir haciendo un poco de
rock; y en él filosofaba -como suelen hacerlo los británicos- sobre la historia
de una ruptura sentimental. El final de la pareja del cuento es revisitada por
estos fabulosos músicos de una manera que a todos bien nos podría parecer un
poco familiar: “¿Por qué no te marchas? No se van a
derrumbar los edificios… No se va a abrir la tierra por un terremoto… El sol no
se va a tragar el cielo… Las estatuas no van a llorar”.
El fin de una historia compartida siempre es doloroso, y
como parte natural de ese proceso aparece la necesidad de hallar un culpable: “No quiero voltear a ver tus ojos, porque las disculpas
podrían aparecer. Debo ser fuerte y no creerte; y seguir amando el sonido que
haces cuando te vas… Las lágrimas de tu rímel salpican mi cara… Pero no es
porque soy frío, es que ya estoy viejo; al menos tan viejo como tú”.
Y resulta que lo que menos importa es quién carga con la
responsabilidad, porque encontrar un culpable no cicatriza ninguna herida. Y
así, ya con mucho tiempo transcurrido, vemos y revemos lo que pasó desde
distintos ángulos… Diferentes versiones… Como ocurre en el video, nuestra
historia pasa a ser un policial negro, una película en Technicolor, una obra de
Hitchcok… Y todas tienen el mismo final: “Pero
mientras te vas, mi lápida se desmorona, el viento de Hollywood me aúlla, el
Kremlin se viene abajo, y la radio sólo transmite estática, todo eso mientras
te vas”. Al final, resultó que yo era el culpable, uno siempre tiene
parte de la responsabilidad… Yo era quien tenía el puñal en la mano. Yo maté
esta historia, y eso me hizo morir a mí también… Pensé siempre eso, aunque
también existe la posibilidad de que todo el mundo me haya tendido una trampa: “Siento la puñalada de una daga en el silencio de la
noche. Stalin sonríe, Hitler larga una carcajada; y Churchill palmea a Mao
Tse-Tung en la espalda”. Así es la vida… Feliz Deprimartes.
Es curiosa la necesidad de entender este tipo de cosas, de encontrar verdades absolutas y buscar responsables, como si eso hiciese que el dolor pasase antes o que dejásemos de sentirnos mal, qué estupidez!
ResponderBorrarLa canción es fantástica de esas que cuanto más escucho más me gustan. Tenía abandonado a este grupo, me he dado un homenaje, gracias :).
Un beso
Al final encontré que la vida, y toda la historia de la humanidad, está construida por versiones. Sólo resta saber cuál prevalece. Versiones, nada más. Nada es verdad ni es mentira. Todo depende del color del cristal con que se mira... Qué triste.
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