Deprimartes bello:
“Oh, aquí viene la gente hermosa, la gente
hermosa”. En los
años ’80 The Smiths era la gran banda de la música independiente británica,
pero desgraciadamente Morrisey y Johnny Marr, sus integrantes más importantes, se
odiaban y por eso decidieron disolverse. Su lugar fue ocupado por un grupo llamado
The Stone Roses, que en su álbum debut lograban una mezcla estilizada y exitosa
de las tendencias musicales de la época. Pero diversos problemas con su sello
discográfico no les permitieron sacar un disco durante más de cinco años, y esa
pausa, sumada al surgimiento del Grunge del otro lado del Atlántico, desesperó
a la escena musical inglesa, que necesitaba algo con qué llenar su vacío. Y allí es donde aparece Suede, cuyo sonido limpio y de raíces en los años
’60 terminaría por configurar al naciente Britpop. Y el grupo de Brett Anderson
ocupó el trono de este movimiento –al menos hasta que aparecieron Blur y Oasis-
cantándole a esa gente especial que uno ve dirigiéndose a los boliches cada fin
de semana: “Drogados con diesel y gasolina, se
mueven como psicóticos con lo que salga de una caja de ritmos. Sacudiendo sus
partes al paso de los temas de moda. Se trasvisten y se comportan como yonkis y
suicidas, pero siempre corren a esconderse tras el traje de Papito, manchándole
otra vez la reputación”.
En cada época ha habido, y siempre habrá, una casta de
gentuza a la cual la sociedad posiciona como ejemplos a seguir. Es la gente de
moda, son los ganadores; los que siempre aparecen ante los flashes de las
cámaras para guiarnos con respecto a qué es lo que usa, qué es lo que escucha, y
qué es lo que dice ese círculo exclusivo conformado por los elegidos por los cánones de
belleza establecidos: “Destrozados, amontonados
como locos, psicópatas del sexo gracias al pegamento, se pierden si les ofreces
drogas de calidad. Cabezas rapadas, cabezas de fiesta con pastillas, tienen
demasiado tiempo libre, y por eso se meten en bandas de música y en pandillas
callejeras”. Aquí tenemos una interesante síntesis de los lugares
comunes en los que solían caer estos habitantes de la noche: drogas sintéticas,
fiestas electrónicas, música de moda, trasgresiones en forma de poses y
estereotipos forzados, ambigüedad sexual, etc. Todos desafíos que suelen buscar
aquellos que viven sus pocos años mozos como si nunca se fueran a terminar. Lo curioso es que esta canción es de mediados de la década de los '90... ¡Y pareciera estar hablando de gente que uno puede encontrarse hoy en día!: “No piensas en las consecuencias, lo haces con todas tus
fuerzas, porque eres una más de la gente hermosa. Y si tu amor por mí te está
enloqueciendo, esto es en lo que me convertiste”.
Ya he mencionado algo tan consabido como el hecho de que
junto con la Era del Rock vino consigo el culto a la eterna juventud. La
sociedad de consumo aprovecha ese idilio que la estética pareciera tener con la
que supuestamente es nuestra mejor época, y nos bombardea con imágenes de lo
que en teoría los demás esperan ver en nosotros cuando sus miradas se encuentren
con nuestra estampa: “Amados y hundidos, ellos pasan
el rato colocados en una ciudad solitaria, sacudiendo sus carnes al ritmo de la
música”. Por alguna razón, estoy contento de ya no ser joven desde hace
muchos años… Con todos sus bemoles, la juventud está muy sobrevalorada. ¡Feliz
Deprimartes!
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