Deprimartes rojo:
“Empezamos
viviendo en una vieja casa, mi mamá dio a luz y nosotros estábamos ahí mirando.
Era un varoncito, así que le compramos un juguete. Era una pistola de rayos, y
era 1981. Lo llamamos Bebé, y tenía un dolor de muelas que le hacía llorar como
si fuera un terremoto. Eso no duró mucho, porque yo lo detuve. Agarré un muñeco
de trapo y le metí unos alfileres adentro”. Si bien este es un relato
imaginario, suena como el hogar en el que hubiera nacido un loco como éste, con
una onda muy a lo Tim Burton, llamado Jack. Este muchacho tan particular se enamoró
de una chica de nombre Meg White, y le robó su apellido. Luego le enseñó a su
novia a tocar la batería, y armaron un dúo en el que se vestirían
exclusivamente con los colores negro, rojo y blanco. Este chico estaba tan loco
que durante años juró que su novia era su hermana, para que la gente le
prestara más atención a su música que a su pareja… En fin, actitudes.
Y es que de esto se ha tratado siempre
el Garage Rock. Músicos muy jóvenes, con talento aún en desarrollo, juntándose
en cualquier espacio improvisado para darle rienda suelta a su furia con un
instrumento. Plena actitud adolescente, que siempre nutrió al Rock de nueva
sangre desde principios de los años ‘60s, y a través de los distintos resurgimientos
que la música de garage tuvo en las siguientes décadas: “Ahora ya somos
una familia, y estamos bien. Ahora tenemos dinero, y un pequeño lugar donde
pelearnos. No te conocemos, y no te debemos nada, pero si nos ves por ahí, tal
vez yo tenga algo más para mostrarte”.
Debido a las influencias que
tuvo, Jack siempre estuvo inclinado a buscar un sonido valvular. Era muy común
en las grabaciones del dúo el uso y abuso de equipamientos de la década del ’70.
Y eso le daba una impronta cruda y visceral a su música, la cual remataba con
letras igualmente filosas: “Es fácil hablar sin saber cómo son
las cosas. Y si crees que esto es sórdido, entonces dilo; pero sé sintético.
Nosotros nos sentimos bien, pero parece que eres tú el que está mal. Es como si
fueras ese pequeño botón de una camisa que siempre es el más difícil de
abrochar”.
Es digno de mención lo logrado
que está este videoclip, realizado con la centenaria técnica del stop-motion.
Las réplicas de baterías y amplificadores se multiplican y se retrotraen, como
si fueran un molusco hiperactivo, subrayando el clima extraño que tanto la
música como la letra generan. Y hacia el final del video aparece otro loco vestido
de blanco, y trayendo “una caja que tiene algo adentro”; es nada menos que
Beck. Y bueno, así son los
locos: Dios los cría… Y el viento los amontona: “Yo
antes tenía una opinión formada, pero ya eso no importa. Sentía que mi cerebro
era como una mezcla para hacer panqueques. Y ahora tengo un patio trasero casi
vacío. Sólo hay un palo, un perro, y una caja que tiene algo adentro”. ¡Feliz
Deprimartes a todos los locos del mundo!
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