Deprimartes albino:
Con este tema es que se da lo que muchos críticos musicales
señalan como el nacimiento del Rock Progresivo. Gary Brooker fundó Procol Harum
el mismo año en que editó esta canción, y a pesar de ser un tecladista lo
suficientemente talentoso como para haber tocado en discos de Eric Clapton y de
George Harrison, entre muchos otros, desde entonces se lo conoce como el hombre
que escribió “A Whiter Shade Of Pale”. De hecho, este tema es tan importante
que ha sido considerado como el que más reproducciones en lugares abiertos tuvo
en la historia del Reino Unido; y en 1977 fue elegido como el mejor single de
los últimos 25 años, junto con “Bohemian Rhapsody” de Queen –tema con el que
también comparte la peculiaridad de mencionar en su letra la misma palabra en
español: “fandango”-: “Nos saltamos el fandango
fácil y empezamos a dar volteretas por todo el lugar. Yo comencé a sentirme
mareado, pero la gente gritaba queriendo más. En el salón crecía un rumor cada
vez más fuerte, mientras el techo parecía salir volando. Cuando pedimos otra
bebida, el mozo se acercó con una bandeja”.
No tiene mucho sentido buscarle un significado literal a la
letra, y eso puede comprenderse mejor si le echamos una mirada al contexto
histórico: esta canción fue editada una semana después de que fuera presentado
en sociedad el álbum “Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band” de The Beatles, en
pleno Verano del Amor y con la juventud con todo el Flower Power a flor de
piel. En ese momento mágico, el Rock expandía sus límites casi a la velocidad
de la Luz. Y todo estaba permitido. TODO. Porque todo era arte. Inclusive componer este tema que por todas partes huele a Bach: “Y así fue como entonces, mientras la verdad era revelada, la cara de ella; que en un principio sólo era fantasmal,
se tornó en una blanca palidez”.
Esta canción terminó por ser más importante que la mismísima
banda que le dio vida. Y a pesar de que las mieles del éxito siempre le
sonrieron a esta melodía tan hermosa y evocativa, carga en su historial con una
amarga contienda; debido a la demanda que en 2005, y luego de 38 años, llevó
adelante el tecladista Mathew Fisher para con sus autores, Brooker y el
letrista Keith Reed, ya que él fue quien ideó la tan reconocible melodía de
órgano con que comienza la canción. Luego de que la causa diera varias volteretas
en los juzgados –no hay nada que hacer, en la Justicia parece que nunca las
cosas se resuelven de manera rápida y simple-, el señor Fisher fue incluido dentro
de la autoría de este tema inoxidable: “Ella dijo:
‘no hay motivos, y la verdad se puede observar a simple vista’. Pero yo
contemplé las opciones que tenía a mi alcance, y decidí que no la dejaría irse
como una de las dieciséis vírgenes vestales que suelen partir hacia otras
costas. Y aunque mis ojos estaban abiertos, bien podría haberlos tenido
completamente cerrados”. Más allá de lo críptico de la letra, y de las
disputas legales, nos ha quedado un clásico para la posteridad. ¡Feliz
Deprimartes!
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