martes, 22 de agosto de 2017

Capítulo 182: “Fast Car”. Tracy Chapman. (1988)



Deprimartes automovilístico:

“Tú tienes un coche rápido, y yo quiero un boleto para irme a cualquier parte.  Así que tal vez podamos hacer un trato. Tal vez juntos podamos llegar a algún sitio. Cualquier lugar será mejor, empezaremos de cero ya que no tenemos nada que perder. Tal vez logremos hacer algo, yo no tengo nada que probarme a mí misma”. Lo reconozco con un poco de pudor. Cuando apareció Tracy Chapman, literalmente me tomó un par de años saber si se trataba de un hombre o de una mujer. En mi defensa puedo sostener que en aquella época la información no estaba tan al alcance de la mano como lo está hoy en día. Pero con el tiempo todo se fue globalizando, y así fue como me encontré no sólo con la realidad del género de esta talentosa cantante afroamericana, sino con las letras de sus canciones; que siempre intentaban contarnos una historia como ésta: “Tú tienes un coche rápido, y yo tengo un plan para sacarnos de aquí. Me las arreglé para poder ahorrar algo de lo que fui ganando con mi trabajo en la tienda. No tendrás que manejar muy lejos, sólo cruzar la frontera y entrar en la ciudad. Allí los dos podremos conseguir un trabajo y al fin veremos cómo es vivir por nuestra cuenta”.

“Verás, mi viejo tiene un problema: está todo el día con la botella, así como te lo digo. Él dice que su cuerpo ya está demasiado viejo para trabajar, y yo digo que su cuerpo es demasiado joven para verse así de mal. Mi mamá se largó y lo dejó, ella quería más en la vida de lo que él podía ofrecerle. Yo pensé que alguien tendría que cuidar de él, y por eso dejé la escuela; eso fue lo que hice”. Este hermoso y tranquilo tema irrumpió a finales de los años ’80 cómo para recordarnos que el Folk no se había muerto. En medio de toda la basura del Glam Rock gobernando los charts, con el Synth Pop asesinándole el costado humano a la música popular, y con el Rap ganando cada vez más fuerza; este destello de luz apareció para dejarnos en claro algo que parece funcionar como si obedeciera leyes de la física más básica: mientras hubiera una historia interesante contada con talento detrás de una guitarra acústica, siempre habría gente dispuesta a escucharla. Y es por eso mismo, por apostar a nuestro costado más humano, que el Folk jamás desaparecerá. Tal vez duerma profundamente el merecido sueño que obtienen aquellos que han cambiado el mundo, pero nunca morirá: “Tú tienes un coche rápido, ¿pero es lo suficientemente rápido como para que nos vayamos volando de aquí? Tenemos que tomar una decisión: irnos esta noche o seguir viviendo de la misma manera hasta el día en que muramos”.

Todos tenemos un plan, ¿verdad? Todos queremos, al fin de cuentas, perseguir esa sensación tan impresa en nuestro ADN de querer hallar nuestro lugar en el mundo, de lograr vencer la soledad, de sentir que el tiempo que nos es dado sobre esta Tierra ha valido la pena, que ha cambiado la vida de alguien más, y que ese alguien nos recordará con una sonrisa mucho tiempo después de que nuestras cenizas se hayan unido con el Universo. Tal vez por eso le sonreímos a los bebés que nos cruzamos en sus cochecitos por la calle: “Recuerdo que estábamos conduciendo, conduciendo tu vehículo a tan alta velocidad que me sentía como borracha. Las luces de la ciudad apareciendo delante nuestro, y tu brazo se sentía tan bien alrededor de mis hombros. Tenía el sentimiento de que pertenecía a algún sitio, sentía que podía ser alguien, podía ser alguien, alguien…”.


Así es, todos tenemos un plan. Pero no todos tenemos la valentía de ponerlo en marcha. Este tema nos presenta a alguien que sí la tiene: “Tú tienes un coche rápido, con el que nos entretuvimos mientras viajamos. Aún no has conseguido empleo y yo trabajo como cajera en un supermercado. Sé que las cosas van a mejorar, tú encontrarás un trabajo y a mí me ascenderán. Podremos mudarnos de la pensión y comprarnos una casa grande en los suburbios”. Canta sobre el ciclo que cada persona atraviesa a lo largo de su existencia. Alguien nota su vida vacía y concibe una idea para avanzar y cambiar de rumbo. Y aquí rescato que al menos esta persona se da cuenta de la situación en la que se encuentra y decide hacer algo para cambiarla. Y lo rescato porque ocurre que la gran mayoría ni siquiera ve en qué tipo de vida está dando vueltas en círculos, y por lo tanto no hace nada para mejorar su situación: “Tú tienes un coche rápido, yo tengo un trabajo que paga nuestras facturas. Te quedas hasta tarde bebiendo en el bar, y ves más a tus amigos que a tus hijos. Siempre esperé que las cosas mejoraran, tal vez tú y yo podríamos solucionarlo. Pero resulta que ya no tengo planes y mi vida no va a ninguna parte; así que toma tu coche rápido y continúa conduciendo”.  Al final, y a pesar de su optimismo, ha repetido el ciclo del cual quiso escapar. Y no es una historia que suene tan extraña. Esto bien le pudo pasar a cualquier hijo del vecino. De hecho, esto mismo nos pasó a todos. Todos nosotros en algún momento tuvimos sueños que tensaron los músculos que nos hicieron desplegar las alas. Y esos sueños, casi siempre, terminaron convertidos sólo en sombras chinescas de aquello que quisimos que fueran, retorcidos con la mueca irónica con que la vida hace jirones nuestros sueños… Al menos nos queda el consuelo de seguir soñando, así que… ¡Feliz Deprimartes!

3 comentarios:

  1. Excelente post, como siempre. Soy un enamorado musical de Tracy, yo nunca tuve dudas de si era una mujer o un hombre. Tanto que casualmente hace cosa de un mes hablé de ella en mi blog pero con el temaGive me one reason, otra de sus joyas.
    Y tienes toda la razón querido Carlos, todos tenemos un plan...

    Abrazo

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    1. Gracias por tu comentario, estimado colega. Esta es música de mis primeros años de juventud, y por esa época yo tenía unos gustos un tanto más específicos y orientados hacia otras expresiones musicales. Supongo que este tipo de música es como los buenos vinos, se ponen mejor con el tiempo, tanto el vino como quien lo sabe degustar. Demasiada metáfora para mí, que soy abstemio... Pero creo que se entendió.

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    2. Se entendió perfectamente, especialmente aquellos que amamos el buen vino y la buena música

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