Deprimartes navegable:
La cultura humana parece siempre haber prosperado a la vera
de un gran río. La historia nos da ejemplos de sobra: tenemos a las
civilizaciones de la Antigua Mesopotamia floreciendo a orillas del Tigris y del
Éufrates; a los faraones egipcios construyendo pirámides a la vista del Nilo; y
también a los chinos, cuya milenaria historia hunde sus raíces en el barro del río
Amarillo. Así también ocurre con el Rock. Sus antepasados inmediatos, el Jazz y
el Blues, nacieron cobijados por el abrazo de un enorme y poderoso río, uno tan
grande que logra partir a un subcontinente en dos mitades. Estas vertientes
musicales tienen su esencia en las desventuras del pueblo afroamericano del
delta del Mississippi, un caudaloso río con incontables afluentes. Cerca de su
desembocadura está la ciudad de New Orleans, una antigua colonia francesa que
funcionaba como puerto para el comercio de esclavos traidos desde el África; y que
con el tiempo se volvió un centro comercial muy cosmopolita. Recibió masas de visitantes
de muy distintos orígenes, y la interacción de esta gente hizo que de esa extraña
mezcolanza de idiosincracias surgieran nuevas ideas musicales que llegarían a conquistar
el mundo moderno, pero que nunca olvidarían sus orígenes: “Bueno, pues me construi una balsa y está lista para
navegar. El viejo Mississippi está llamándome. Los bagres chapotean en el agua
mientras la rueda del barco a vapor continúa golpeando, el Black Water sigue
rodando como siempre lo hizo”.
Esta húmeda geografía es tan vital para la historia
norteamericana que allí es donde se ubican las aventuras de los clásicos de
Mark Twain, con personajes como Tom Sawyer, y Huckleberry Finn. En ellas el cauce
del río es transitado por los afamados vapores de ruedas, esos pantagruélicos
barcos movidos por una enorme rueda con palas ubicada en su popa. Ya el Rock le
había hecho un claro homenaje a esta postal sureña con la canción “Proud Mary”
de Creedence Clearwater Revival, que refiere a un buque de ese nombre; y ahora
estamos ante la historia de otro piróscafo de ensueño, uno llamado “Agua Negra”:
“Vieja Black Water, continúa rodando. Luna del Mississippi,
¿continuarás brillando sobre mí? Sí, continúa brillando con tu luz, harás que
todo esté bien, belleza. Harás que todo esté bien”. Cantándole a estos
barcos legendarios aquí tenemos a The Doobie Brothers, que al igual que CCR hicieron
Rock pero abrevaron en corrientes musicales bien campiranas como el Country y
el Folk. También incursionaron con mucho éxito en el Hard Rock, en el Soul, y
hasta en el Funk bailable, como lo dejaron bien en claro con sus muy recordados
temas “Listen To The Music” y “Long Train Runnin’”. Finalmente la década de los
’80 pareció tomarlos desprevenidos y no supieron adaptarse a la era de los
sintetizadores, aunque hasta el día de la fecha cuentan con una enorme base de
fanáticos en todo el mundo.
“Y no
tengo ninguna preocupación, porque no tengo ningún tipo de prisa”. El líder de la banda siempre ha
sido el bigotudo Tom Johnston, pero en esta canción la voz está a cargo de su
compositor, Patrick Simmons. Un buen día Pat estaba esperando su turno de
grabar mientras sus compañeros hacían su
parte en el estudio de grabación. El aburrimiento le ganó la partida, y
entonces comenzó a dibujar un riff con su guitarra, el que repetía una y otra
vez; hasta que ya no pudo sacárselo de la cabeza. El productor de la banda lo
escuchó fortuitamente y le pareció tan bueno ese fraseo que le encomendó que
continuara con él hasta convertirlo en una canción. Y ese riff casual terminó
por convertirse en las primeras notas de una canción que llegaría al tope de las
listas. Lo que comienza como una suave melodía con agradables armonías vocales luego
gana fuerza con un vigoroso ritmo, y hasta se da el lujo de presentar una
sección a cappella con la que siempre han hecho las delicias del público al
tocarla en vivo: “Y si comienza a llover no me
importará, porque eso no cambia absolutamente nada para mí. Tan solo tomaré el
tranvía que lleva al centro de la ciudad. Sí, me gustaría escuchar un poco de
buen jazz y bailar esa música de burdeles, e invitar una ronda de bebidas a
todo el mundo”. Sin duda aquí Simmons está describiendo una típica noche
de Nueva Orleans, pletórica de colorida diversión y de morenos bailando
febrilmente al compás de esa música por la cual unas décadas más tarde Jack
Kerouac y Neal Cassady perderían la cabeza: “Belleza,
tómame de la mano, vas a bailar conmigo toda la noche”. ¡Feliz
Deprimartes!
https://www.youtube.com/watch?v=m4oZCtfmh44
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