martes, 21 de septiembre de 2021

Capítulo 290: “Black Water”. The Doobie Brothers. (1972)

 



Deprimartes navegable:

 

La cultura humana parece siempre haber prosperado a la vera de un gran río. La historia nos da ejemplos de sobra: tenemos a las civilizaciones de la Antigua Mesopotamia floreciendo a orillas del Tigris y del Éufrates; a los faraones egipcios construyendo pirámides a la vista del Nilo; y también a los chinos, cuya milenaria historia hunde sus raíces en el barro del río Amarillo. Así también ocurre con el Rock. Sus antepasados inmediatos, el Jazz y el Blues, nacieron cobijados por el abrazo de un enorme y poderoso río, uno tan grande que logra partir a un subcontinente en dos mitades. Estas vertientes musicales tienen su esencia en las desventuras del pueblo afroamericano del delta del Mississippi, un caudaloso río con incontables afluentes. Cerca de su desembocadura está la ciudad de New Orleans, una antigua colonia francesa que funcionaba como puerto para el comercio de esclavos traidos desde el África; y que con el tiempo se volvió un centro comercial muy cosmopolita. Recibió masas de visitantes de muy distintos orígenes, y la interacción de esta gente hizo que de esa extraña mezcolanza de idiosincracias surgieran nuevas ideas musicales que llegarían a conquistar el mundo moderno, pero que nunca olvidarían sus orígenes: “Bueno, pues me construi una balsa y está lista para navegar. El viejo Mississippi está llamándome. Los bagres chapotean en el agua mientras la rueda del barco a vapor continúa golpeando, el Black Water sigue rodando como siempre lo hizo”.

 

Esta húmeda geografía es tan vital para la historia norteamericana que allí es donde se ubican las aventuras de los clásicos de Mark Twain, con personajes como Tom Sawyer, y Huckleberry Finn. En ellas el cauce del río es transitado por los afamados vapores de ruedas, esos pantagruélicos barcos movidos por una enorme rueda con palas ubicada en su popa. Ya el Rock le había hecho un claro homenaje a esta postal sureña con la canción “Proud Mary” de Creedence Clearwater Revival, que refiere a un buque de ese nombre; y ahora estamos ante la historia de otro piróscafo de ensueño, uno llamado “Agua Negra”: “Vieja Black Water, continúa rodando. Luna del Mississippi, ¿continuarás brillando sobre mí? Sí, continúa brillando con tu luz, harás que todo esté bien, belleza. Harás que todo esté bien”. Cantándole a estos barcos legendarios aquí tenemos a The Doobie Brothers, que al igual que CCR hicieron Rock pero abrevaron en corrientes musicales bien campiranas como el Country y el Folk. También incursionaron con mucho éxito en el Hard Rock, en el Soul, y hasta en el Funk bailable, como lo dejaron bien en claro con sus muy recordados temas “Listen To The Music” y “Long Train Runnin’”. Finalmente la década de los ’80 pareció tomarlos desprevenidos y no supieron adaptarse a la era de los sintetizadores, aunque hasta el día de la fecha cuentan con una enorme base de fanáticos en todo el mundo.

 

“Y no tengo ninguna preocupación, porque no tengo ningún tipo de prisa”. El líder de la banda siempre ha sido el bigotudo Tom Johnston, pero en esta canción la voz está a cargo de su compositor, Patrick Simmons. Un buen día Pat estaba esperando su turno de grabar mientras sus compañeros hacían  su parte en el estudio de grabación. El aburrimiento le ganó la partida, y entonces comenzó a dibujar un riff con su guitarra, el que repetía una y otra vez; hasta que ya no pudo sacárselo de la cabeza. El productor de la banda lo escuchó fortuitamente y le pareció tan bueno ese fraseo que le encomendó que continuara con él hasta convertirlo en una canción. Y ese riff casual terminó por convertirse en las primeras notas de una canción que llegaría al tope de las listas. Lo que comienza como una suave melodía con agradables armonías vocales luego gana fuerza con un vigoroso ritmo, y hasta se da el lujo de presentar una sección a cappella con la que siempre han hecho las delicias del público al tocarla en vivo: “Y si comienza a llover no me importará, porque eso no cambia absolutamente nada para mí. Tan solo tomaré el tranvía que lleva al centro de la ciudad. Sí, me gustaría escuchar un poco de buen jazz y bailar esa música de burdeles, e invitar una ronda de bebidas a todo el mundo”. Sin duda aquí Simmons está describiendo una típica noche de Nueva Orleans, pletórica de colorida diversión y de morenos bailando febrilmente al compás de esa música por la cual unas décadas más tarde Jack Kerouac y Neal Cassady perderían la cabeza: “Belleza, tómame de la mano, vas a bailar conmigo toda la noche”. ¡Feliz Deprimartes!


https://www.youtube.com/watch?v=m4oZCtfmh44




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