Deprimartes alienado:
“¿Alguna vez te has sentido triste?”, nos pregunta Richard Ashcroft al
final de esta canción. Y lo ejemplifica. Sigámoslo en esta caminata de tres
cuadras en la cual lo único que hace es abstraerse de todo y de todos. Un
manual cívico de cómo cruzarse con una treintena de personas e ignorar su
mínimo espacio físico. Ser totalmente insensible a las miradas, los golpes, las
amenazas, las imprecaciones, los sermones, y hasta los histeriqueos de toda la
raza humana. Alienarse de absolutamente todo el mundo. Y hay una buena razón
para hacerlo: “Porque esta vida es una sinfonía
agridulce. Vives intentando llegar a fin de mes, tratando de hacer dinero,
hasta que te mueres. Yo voy a llevarte por el único camino que conozco, ya sabes,
ese que te lleva a los lugares donde todas las venas se encuentran”.
Parece decirnos que la única manera de sobrevivir en este laberinto de
soledades que es la ciudad, es la introspección, aislarse del resto. Si hay que
ir siempre para adelante -o al menos eso te dicen todo el tiempo-, entonces
hagámoslo, aunque para hacerlo tengamos que atropellar a media humanidad. Y no
por maldad, no; por algo mucho peor: la indiferencia. El otro, simplemente, no
me importa. Parece ser la única forma de alcanzar el nirvana urbano: “Nunca rezo, pero esta noche estoy arrodillado. Necesito
escuchar eso sonidos que hacen que el dolor en mí se vuelva reconocible. Dejo
que la melodía brille, dejo que purifique mi mente, me siento libre ahora. Mis
vías respiratorias están limpias, y no hay nadie cantándome ahora”.
The Verve prácticamente desapareció después de la publicación de la
que fuera su mejor canción, y en esto tuvo bastante que ver la injusticia cometida
con el riff de violines de este tema, llevado a un incomprensible juicio de
plagio sobre unos acordes de una versión orquestal de un desconocido tema de
The Rolling Stones. Ese tipo de injusticias destruyen la moral de cualquiera: “Es todo sexo y violencia, melodía y silencio”.
Pero antes de estallar, la banda plasmó esta joya, que resultó ser uno de los más
representativos videos -y temas- de los ‘90s. Según se puede ver, el fin de
siglo pasado fue una excelente época para sentirse solo. Porque la soledad
radica en el hecho de no poder cambiar. “Tú sabes
que las cosas no cambian, y yo no cambio, no puedo cambiar, no puedo cambiar.
En lugar de eso, me quedo en mi molde. Me quedo en mi molde, y aunque soy un
millón de personas de un día para el otro, no voy a poder cambiar ese molde del
cual vengo. No, no, no...” ¡Feliz Deprimartes!
Desde luego, muchísimo peor la indiferencia, entiendo que ese sentirse solo generacional mucho tiene que ver con ella.
ResponderBorrarGran canción y gran interpretación
A mi humilde entender, ha tenido que ver con la aparición a fin del siglo pasado de la llamada "Generación @". Toda una camada de jóvenes que nos veíamos completamente perdidos y angustiados frente a la irrupción violenta de artilugios como los teléfonos celulares y la internet. Hoy son cosas tan necesarias y habituales, que es muy difícil explicarles a los preadolecentes que nosotros crecimos con el teléfono de casa como única vía de comunicación, y con un diccionario como el mejor acceso a la información. El mundo sí que ha cambiado en tan poco tiempo...
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