Deprimartes educado:
Promediando la segunda mitad de la década del ’60, David
Crosby, además de terminar siendo el ídolo de Homero en Los Simpsons –aunque Homero ni siquiera supiera que su ídolo era músico-, tuvo una carrera
muy exitosa siendo parte de The Byrds; la banda californiana que electrificó la
música de Bob Dylan. Mientras tanto, Stephen Stills dejaba su puesto al frente
de esa gran agrupación de Folk Rock que fue Buffalo Springfield. Y finalmente Graham
Nash terminaba por cansarse de las tensiones que existían en ese enorme grupo británico
en el que participaba, The Hollies. Así que estaba todo dado para que a estos
tres talentosos y ya famosos artistas el destino los uniera en una amistad
musical tremendamente exitosa a lo largo de más de cinco décadas. Y por si esto
fuera poco, de tanto en tanto se les sumaba para conformar un cuarteto esa
leyenda que es Neil Young, uno de los más grandes compositores e intérpretes de
la historia del Rock. Se reunieron esporádicamente siendo cuatro, tres y hasta
dos, siempre derrochando talento; y de semejantes reuniones no podía menos que
esperarse canciones que dijeran cosas de este calibre: “Tú
que andas por el camino de la vida, debes tener un código a través del cual
puedas vivir y así convertirte en lo que estás destinados a ser. Porque el
pasado está tan sólo a un adiós de distancia. Así que educa bien a tus hijos,
hazles saber que el infierno que tuvieron que vivir sus padres de a poco se fue
desvaneciendo. Y aliméntalos con tus sueños, apoyalos en aquellos que elijan, y
que tú reconocerás como propios”. Si bien sabían hacer un muy buen Rock
de sonido valvular, tan típico de los años ’70, siempre fueron conocidos por
sus hermosos acoples de voces en contratono; que los llevaron a presentarse en
el mítico festival hippie de Woodstock. Y también tenían esa propensión a
contar historias en sus letras, lo cual, junto con las armonías vocales eran aportes
valiosísimos que el Folk supo darle al Rock & Roll. Con este tema musical
enaltecen esas dos características en esta pequeña lección de vida que nos cantan
en menos de dos minutos y medio: “Nunca les
preguntes por qué, ya que si te dijeran la razón te pondrías a llorar. Así que
sólo míralos y suspira, y entiende que ellos te aman”.
Sin duda alguna, ser padre no es una tarea para nada fácil.
Nadie llega preparado a ese momento, y no existe un solo libro que te diga exactamente
como hacerlo. El desconocimiento de esta labor hace que sea aún más valeroso el
hecho de animarse a llevar adelante la crianza de una nueva vida, de depositar
en esa pequeña porción de futuro nuestras esperanzas, y también -¿por qué no?-
nuestras frustraciones. Será por eso que dicen que si nuestro hijos nos odian
es porque estamos haciendo un buen trabajo como padres… Tal vez por esa
sensación de pelea perdida de antemano es que yo mismo he decidido no emprender
semejante empresa. Pero lo que pocas veces se dice es que tampoco es nada fácil
ser un hijo: “Y tú, el de los años mozos, no puedes
conocer los miedos con que tuvieron que crecer tus mayores. Así que, por favor,
ayúdalos con tu juventud; ya que ellos buscan hallar la verdad antes de que los
encuentre la muerte”. Es muy difícil comprender que la vida es un camino
de dos vías, y que uno enseña tanto como aprende. Las marcas que dejamos en la
vida de nuestros padres también es indeleble, y lo mucho que como niños podemos
despertar en las almas adormecidas de cualquier adulto puede alegrarles más de
un día. Mientras crecemos, ni siquiera reparamos en cuánto bien podemos hacerle
a nuestros mayores. En definitiva, nuestros padres, al igual que nuestros
hijos, también son nuestra responsabilidad: “Educa
bien a tus padres, hazles saber que el infierno que les toque atravesar a sus
hijos de a poco se irá desvaneciendo. Tú también aliméntalos con tus sueños,
apoyalos en aquellos que hayan elegido, y que tú reconocerás como propios”. ¡Feliz
Deprimartes!
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