martes, 28 de noviembre de 2017

Capítulo 196: “Road To Nowhere”. Talking Heads. (1985)



Deprimartes encaminado:

"Quería escribir una canción que representara una mirada resignada pero alegre sobre nuestro destino, sobre nuestra muerte, sobre el Apocalipsis" dijo David Byrne sobre esta canción. Y creo que dio en el clavo. Existe más de una manera a través de la cual el ser humano puede lidiar con el hecho de considerar su finitud en esta Tierra. Una de ellas es el humor. Y otra es la religión. Y en esta canción encontramos una extraña mezcla de ambas, lo cual hace que la letra adquiera una ironía filosa si interpretamos que se nos está hablando en ella de todo el discurso litúrgico en que se basa cualquier credo: “Bueno, nosotros sabemos adónde vamos, pero no sabemos adónde hemos estado. Y sabemos muy bien lo que ya conocemos, pero no podemos decir lo que hemos visto. Y ya no somos unos niños pequeños, y sabemos lo que queremos. El futuro va a llegar sin duda alguna, sólo dennos tiempo para hacernos a la idea”. Palabras más, palabras menos, cualquier religión que se precie de tal manifiesta el mismo espíritu mistérico a través del cual se nos dice mucho… Pero no se nos revela nada. Todos parecen tener la verdad, sólo que no pueden explicarla con palabras… En fin…

“Sí, estamos en camino a ningún lugar, vengan con nosotros. Tratando de subirnos este viaje a ningún lugar, nos subiremos a ese viaje”. El ciclo de la vida aparece reflejado en algunas secuencias del videoclip de esta canción. Las luchas, los encuentros, las búsquedas, la realización de una familia. Todo da la sensación de un permanente movimiento. Es común pensar que la vida es un camino que hay que recorrer, pero nadie sabe a ciencia cierta el destino de ese viaje. Sólo sabemos que algún día se va a terminar, y para ayudarnos con la angustia de esa ignorancia muchos prefieren imaginar que al final de la ruta se encuentra un lugar paradisíaco aguardándonos para que podamos descansar eternamente. Para reforzar estas ideas imaginarias y reconfortantes, el discurso que suele reinar entre los acólitos de estos grupos suele sonar parecido a esto: “Me siento muy bien esta mañana, ya sabes; estamos de camino al Paraíso. Aquí vamos, aquí vamos”.

Los Talking Heads supieron posicionarse en la década del ’80 como una banda identificada con un tipo de Rock pensado para el público adulto, con un sonido limpio, agradable y unas letras de esas que hasta te pueden dejar pensando. Es muy valorable que hayan logrado ocupar ese nicho en una época en la cual primaba la subcultura juvenil. Y al frente de esta interesante y muy exitosa banda estuvo David Byrne, un artista con un amplísimo gusto musical; que no sólo incursionó en experimentos electrónicos y hasta operísticos sino que es uno de los pocos rockeros, junto con Paul Simon, que se ha fanatizado con los ritmos afros y latinos: “Tal vez te preguntes adónde estás. A mí no me importa eso, porque aquí es donde el tiempo está de nuestro lado. Te llevaremos ahí”.


Volviendo a las temáticas espirituales, aparte del proselitismo acérrimo, digamos que un “sine qua non” de estas lides es la aparición de las alucinaciones místicas; como las descriptas en este fragmento de la letra: “Hay una ciudad en mi mente, ven rápido y súbete a este viaje, y todo estará bien. Y es un lugar que queda muy lejos, pero día a día está creciendo; y entonces todo estará bien. ¿Te gustaría venir y unirte a nuestro viaje? Puedes ayudarme a cantar esta canción, todo estará bien”. Y a pesar de tanta histeria colectiva, siempre habrá alguien que pueda detener su andar, contemplar la gran rueda de hámster en la que estuvo corriendo durante años, y pronunciar palabras que bien podrían ser las de cualquier desencantado de la vida describiendo las innumerables prédicas que ha tenido que escuchar provinientes de un púlpito: “Pueden decirte qué hacer, pero sólo con eso te convertirán en un tonto. Y para ti igualmente todo estará bien”. ¡Feliz Deprimartes!

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