Deprimartes pionero:
Gene Vincent pertenece a esa primera generación de
rockeros que hoy consideramos los adelantados de este género. Fueron los que a
mediados de la década del ’50 irrumpieron con un manojo de canciones que se
cantaban, se tocaban, y principalmente se bailaban de una forma provocativa. La
idea era contagiar todo el tiempo una actitud de rebeldía hacia todo lo que
impusiera la sociedad y hacia cualquier imagen de autoridad, especialmente esa
que representaba la figura de los padres. Era la época en la que el Rock aún no
se llamaba así, sino que tenía un nombre más elaborado. Hoy todos recordamos
ese tipo de sonido como Rockabilly: “Bien, pues,
ella es la chica con los jeans rojos, ella es la Reina de las adolescentes.
Ella es la chica que sé que me ama como sólo ella sabe”. Como
recordatorio de que tanto el Jazz, el Blues y el Country estuvieron entre los
componentes de su origen, en el Rockabilly aún reina el contrabajo. El bajo
eléctrico no sería adoptado plenamente sino hasta un par de años después. La
batería raramente tenía más de dos tambores, y también es interesante notar cómo
el arte del solo de guitarra apenas sí se estaba desarrollando. Con un sonido crudo
ya que los pedales de efectos aún eran prácticamente inexistentes, el
guitarrista principal, generalmente un sesionista que venía del complejo mundo
jazzero; encontraba particularmente difícil adaptarse a la sencillez de este
nuevo ritmo.
Otro rasgo particular de esta era primigenia del Rock es
que por lo general las letras no dicen prácticamente nada importante. Casi
siempre están orientadas a describir superficialmente la algarabía adolescente
y la atracción sexual que pudiera provocar una eventual pareja de baile: “Ella es Be-bop-a-Lula, ella es mi nena. Be-bop-a-Lula, y
no quiero dejar dudas al respecto. Be-bop-a-Lula, ella es mi muñequita. ¡A
rockear!”.
Pero había otra cosa que las estrellas del Rockabilly
tenían en común. Los perseguía la tragedia. Si bien Gene Vincent no vivió mucho
(murió a los 36 años víctima de una úlcera de estómago), estuvo en este mundo
lo suficiente como para ver cómo la misma música que lo llevó al éxito también
desaparecía gracias a las desgracias sufridas por quienes integraron esa
primera avanzada del Rock. El propio Vincent viajaba en el mismo auto en el que
se mató Eddie Cochran, y también era amigo personal de Buddy Holly, Ritchie
Valens y The Big Bopper, los que perdieron la vida cuando su avión se estrelló
en el incidente conocido como “El día que murió la música”. También vio cómo
Carl Perkins se alejaba de los escenarios en la cima de su éxito al terminar
internado con una fractura de cráneo luego de otro accidente de autos, y vio cómo
a Elvis se lo llevaba el ejército, cómo Jerry Lee Lewis perdía su carrera por
estar casado con su primita de 13 años, cómo se apagaba la luminaria de Bill
Halley debido a sus problemas con el alcohol, cómo Johnny Burnette moría
ahogado, y cómo Chuck Berry terminaba en prisión. Ninguno de ellos –salvo
Elvis- pudo perdurar más allá del cambio de década. Era como si un destino
oscuro les estuviera reservado a aquellos que quisieron rebelarse contra lo
establecido. “Bien, ella es la que ahora tiene todo
el ritmo, ella es la mujer con los pies que vuelan. Ella es la que camina por
la tienda y consigue todo lo que quiere”. Al menos, antes de
desaparecer, pudieron ver cómo todo lo que hicieron ayudó a poner en movimiento
algo mucho mayor que ellos mismos. Nada más ni nada menos que la Cultura Rock. ¡Feliz
Deprimartes!
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