martes, 11 de junio de 2019

Capítulo 223: “Promises (As The Years Go By)”. IQ. (1987)




Deprimartes prometido:

Érase una vez que a principios de los años ’70 la música popular alcanzó su más alta cumbre de sofisticación gracias al Rock Progresivo. Así teníamos temas interminables con letras que hablaban de dioses lejanos, de hadas y de dragones; y diferentes movimientos musicales dentro de la misma canción, lo que les permitiría entrar en la categoría de “suites” y quedar emparentados con las óperas o las obras de los autores clásicos. Pasó el tiempo, llegó el Punk y la Música Disco; y nuestros amigos progresivos debieron dedicarse a otra cosa. Pero como siempre ocurre con cualquier cosa a la que se le pasó su cuarto de hora, quedó un círculo cerradísimo de cultores de este género que continuaron con la tradición de hacer música para unos pocos entendidos. Y así fue que ya bien entrados los años ‘80 cada tanto se podía oír a bandas del movimiento Neo-progresivo, una vuelta de tuerca con sintetizadores incluidos de aquel viejo Rock elaborado; y en este género se destacaron bandas como Primus, Marillion y los aquí presentes IQ. Lo de “destacarse” tal vez sea un tanto subjetivo, ya que hablamos de un género musical que por propia definición pareciera hacer que sus intérpretes quieran mantenerse alejados del éxito: “Justifico mis acciones porque estos son los días de la ley de la calle, se sobrevive teniendo la lengua afilada durante los toques de queda. Cuando la mente está encerrada en aislamiento solitario se forma ese estado de ánimo que termina por quebrarte. Hay un espíritu que busca liberarse, es como un incendio que tiene el corazón hambriento. Y si escucho bien, tal vez el tiempo me cuente las razones por las cuales nos hemos distanciado”. Los IQ, como todas las bandas neo-prog, prácticamente no han conocido el éxito masivo; lo cual no les impidió que su carácter de producto exclusivo les generara una amplia base de fieles seguidores. De hecho, el presente tema –su único suceso radial- se da cuando el fundador de la banda Peter Nicholls se tomó una pausa de cinco años con el grupo. Allí fue reemplazado por el vocalista Paul Menel, y cuando Nicholls volvió todo siguió como antes; exclusivista y carente de masividad.

“Así como pasan los años, no vayas haciendo promesas falsas”. Por trillado que parezca, este es el único gran consejo que nos dará esta canción; aunque parece hacer hincapié en que, cualquiera sean las circunstancias, hay que mantener el honor de la palabra dada. No importa la época del año ni las emociones que nos gobiernen en esos momentos, hay que seguir tocando. Y así, el frío de la noche y el calor del día juegan una ronda infantil a lo largo de este videoclip. Según la letra de la canción, se arremolinan y burbujean en el pensamiento los recuerdos del verano a medida que el otoño se descascara en invierno. He leído que hay una relación directa entre las pocas horas de sol de la época invernal y la melancolía que nos pone el alma a hibernar en los días más fríos del año: “Por un tiempo, cuando estoy solo, me olvido de toda esa ira que hay en mí. Beso una lágrima mientras el martillo cae, ellas son las que me mantienen aquí en estos círculos interminables. Todavía puedo recordar la locura del verano, puedo saborear el perfume en tu mejilla. El calor es superado por el frío tal como las palabras de consuelo ya no tienen significado. Di que rezarás por mí”. Pero es con el afán de graficar estos cambios que la técnica de filmación tropieza con una desprolijidad que el día de hoy sería imperdonable. Éste es un video que contiene el minuto peor iluminado de toda la historia de los videoclips. La noche es tan oscura que apenas sí se logra distinguir algo del muy buen trabajo de stop-motion en varios de los objetos que se mueven por sí solos. Aún así estamos frente a un muy imaginativo video, considerando la época en que fue hecho, ya que cuenta hasta con tomas filmadas en reversa.

En esta canción el uso de las metáforas es bastante poético aún para lo que es la media rockera, y ese es un hecho para rescatar. Pero no deja de ser una poesía funcional para transmitir un determinado mensaje, uno que acongojaba a muchos músicos de esos años: “El silencio es ensodecedor aquí, al otro lado de una jaula con barrotes de acero. Fuimos nosotros mismos los que inventamos las diferencias que tejen la red en la que estamos tendidos. Atrapado en el medio la zona de Guerra Fría, dejé a mi amada en un lugar lejano. Ella besará una lágrima mientras cae el martillo, y limpiará la oscuridad de mi cara”. Un tema recurrente en las letras de las canciones de la década del ’80, especialmente en el caso de los artistas europeos, son los temores que generaba en el Viejo Continente la Guerra Fría que libraban sin cuartel los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El miedo principal lo generaba la carrera armamentística entre estas dos naciones, que hacía que el arsenal atómico de cada una creciera a pasos agigantados. En Europa usaban mucho la expresión “estar entre el martillo y el yunque”, ya que así se sentían al quedar ubicados justo en el frente de batalla de las dos superpotencias nucleares; las cuales podían reaccionar ante el menor malentendido apretando el botón rojo y desatando el infierno atómico. Por suerte, de todo eso, sólo nos quedan como recuerdos canciones como ésta. Así que… ¡Feliz Deprimartes!

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias por su comentario, amigo. Sírvase leer cualquier otra entrada y comentar la que sea de su agrado.

      Borrar