Deprimartes empedernido:
“Cuanto más me ignoras más me acerco a ti.
Estás perdiendo el tiempo”.
Ah, los años ’90 y sus fotográficos videoclips en blanco y negro… Quién pudiera
volver a esa época en la que aún no éramos esclavos de unos teléfonos que
resultaron ser más inteligentes que nosotros… En más de una ocasión a lo largo
de este blog me he deshecho en elogios por esos años, porque fueron los mejores
de mi vida. Y por esos años sonaba esto: “Estaré en
el bar con mi cabeza en la barra. Ahora soy una parte central de tu
pensamiento, te guste o no. Sí, he cambiado tu mente”. Esta es otra de
esas canciones que me recuerdan mis años brillantes. Como en su momento hablé
de “Our House” de Madness, o de “Wonderful” de Adam Ant, ésta también es una de
esas melodías con las cuales solía sorprenderme mi radiodespertador cualquier
mañana de mis veintiún años. Y más allá de su sonora melancolía –o tal vez
justamente por eso, al igual que los otros ejemplos que cité- se me ha quedado
soldada a unos inexplicables sentimientos; mezcolanza intangible compuesta de amagos
de sonrisas y de ganas de querer volver el tiempo atrás, como si mi felicidad
dependiera de ello. Tal vez así sea.
La música de la década del ’80 se vio claramente
influenciada en sus primeros años por la irrupción de los sintetizadores. No
había tema, casi en ningún género popular, que en su base no albergara el típico
repiqueteo maquinal y espantoso del sonido electrónico. Pero una vez superada
la sorpresa de la novedad, y pasada la moda; el Rock se vio bastante perdido durante
un buen tiempo. Hasta que en la orgullosa Inglaterra surgió un pequeño milagro llamado
The Smiths, que llevaría al Rock Indie a mostrar todo su esplendor. Y como en
un juego de muñecas rusas, dentro de ese pequeño milagro había otro pequeño
milagro más: su cantante y letrista, Steven Patrick Morrisey; o cómo él
insistía en hacerse llamar, simplemente Morrisey. Arquetipo del poeta maldito, se
trataba de un joven tímido y retraído de clase baja con aires intelectuales al
cual le agradaba demasiado la poesía: “¡Ten cuidado!
Yo guardo más rencores que los solitarios jueces de la Corte Suprema. Cuando
estés durmiendo voy a entrar arrastrándome en tus pensamientos como una pesada deuda
que no puedes pagar. Así que hazlo por las buenas y entrégate. Sí, déjame
entrar”. Y este es un pequeño ejemplo de cómo Morrisey utiliza sus
metáforas para describir la forma en que archiva sus rencores, algo muy típico de la
sangre irlandesa que corre por las venas de su familia. Polifacético en su
personalidad, mistérico en cuanto a su sexualidad, Morrisey deja una huella
indeleble allí donde va y abre la boca. No por nada su brújula tiene como norte
a Oscar Wilde, otro maravilloso incomprendido social.
Debo ser totalmente honesto: creo que no estoy preparado
para hablar de Morrisey. Su importancia dentro del Rock, y hasta me animaría a
decir de toda la Cultura Popular, se me aparece tan gigante como inabarcable.
No me ha sido posible mensurarla en su justa medida, más allá de mis múltiples
averiguaciones. Sé a ciencia cierta que estoy frente a un monstruo en lo que a
lirismo se trata, y me gustaría desgranarme en adjetivos frente a su persona;
pero no encuentro las palabras exactas para hacerle honor a su enorme estatura
artística. Su conjuro aún no me ha alcanzado, pero sé que sólo basta un paso en
falso de mi parte para que el hechizo de la obra de este artista único forme
parte de mi vida. Conozco gente que mataría sólo por defender el buen nombre de
Morrisey. “Te lo estás buscando” nos dice
este cantante pendenciero. Y tal vez así sea. Su bravuconada continúa con una
declaración escueta: “Esto es la guerra”. Probablemente
sea una guerra que convenga perder, para aprender de las derrotas que nos
propine un maestro de este calibre. Mientras el hechizo aguarda en las
penumbras, seguiré disfrutando de su música. ¡Feliz Deprimartes!
Everyday Is Like depri martes
ResponderBorrarJajajaja, Deprimartes in a coma!
ResponderBorrarPor fin la encontré... Más de 25 años con esa melodía, inexplicablemente quedó en mi mente y casi a diario la tarareaba, la hice Mi Soundtrack. Por no saber inglés no sabía pronunciar lo que me sabía y menos quien la cantaba. Pues decía que la vida me iba a dar la oportunidad de escucharla nuevamente y llegó ese día. La sensación es única entre una piel erizada y la melancolía a flor de piel. Si, si puedo morir Feliz
ResponderBorrarGracias por tus palabras, amigo desconocido. Me alegro de que mi posteo te haya servido para saber que puedes morir feliz. ¡Te mando un abrazo!
BorrarEs una de mis canciones favoritas, su melodía atrapa y como bien mencionas te llama a la nostalgia, te traslada a tantas épocas. Un grande Morrissey, voz y composiciones.
ResponderBorrarAgradezco tu post y te felicito por ello.
PD: en el video reconocen los personajes de los posters? Me resulta cómico el rostro de la niña como diciendo "que hago aquí" y luego "este porque me jala del polo? un abrazo.
Gracias por tu comentario. Esta canción se ha quedado grabada en mi memoria por la anécdota que cuento en el posteo, así que le tengo un cariño muy especial. A pesar de su enorme carga nostálgica. Muy interesante el dato que aportas sobre los personajes de los posters, honestamente no había reparado en ese detalle. Saludos.
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