martes, 4 de junio de 2019

Capítulo 222: “Read My Mind”. The Killers. (2007)




Deprimartes telépata:

The Killers están considerados como una de las bandas más exitosas de Rock del Siglo XXI. Uno de los muy pocos grupos verdaderamente oriundos de Las Vegas, “la ciudad del pecado”, han tenido un suceso descomunal; logrando que cada uno de sus cinco álbumes editados llegaran a las primeras posiciones de los charts. Han sido llamados artistas de Post-Punk Revival, así como de Synth Pop, de Indie Rock, y de Rock Alternativo; demostrando que es cada vez más difícil catalogar una banda dentro de un Rock que ya hace rato que ha abandonado las preferencias del público mayoritario. Aún así han tenido canciones memorables y con una innegable raíz rockera, como “Mr. Brightside” y “Human”. Pero en este caso nos detendremos a analizar este gran éxito que habla sobre la incomunicación entre las personas: “En la esquina de la calle principal tratando de arreglar las cosas, tú dices que quieres seguir adelante y que yo sólo me arrastro detrás de ti. ¿Puedes leer mi mente? Porque yo nunca me di por vencido ante la idea de abandonar esta ciudad mediocre. Ya tengo la luz verde y una pequeña pelea por delante. Voy a dar vuelta las cosas”. El frontman de la banda, Brandon Flowers, llegó a decir que ésta era la mejor canción que había escrito. De hecho, quienes quedaron maravillados con la canción fueron Neil Tennant y Chris Lowe de los Pet Shop Boys, y luego de escucharla en vivo inmediatamente hicieron un remix que le gustó tanto a The Killers que fue editado como Lado B del mismísimo single original.

Uno de los grandes problemas que siempre hemos tenido como especie es la incapacidad de comprendernos los unos a los otros, aún contando con la enorme ayuda del lenguaje hablado. Ojalá pudiéramos leernos el pensamiento, eso expresaría más acertadamente nuestras verdaderas intenciones. Sin duda la telepatía nos traería serios problemas de privacidad, pero se acabarían los prejuicios. La gente no puede ver más allá de las simples apariencias, y con esa poca información prejuzga a los demás: “Los buenos viejos tiempos en que yo era un hombre honesto, ese corazón que sin descanso buscaba la Tierra Prometida; un beso sutil que nadie ve, una muñeca rota y aquel gran trapecio. Oh, bueno; nada de eso me importa si a ti no te importa, porque yo no puedo brillar si tú no puedes brillar. Así que antes de que te vayas, ¿podrías leer mi mente?”. Aquí la lectura de la mente pareciera ser más un pedido, una súplica antes que algo no deseado. Tal vez el autor esté añorando esa confianza tremenda que debemos tener en nuestra pareja como para entendernos con una simple mirada, como si la otra persona pudiera saber lo que pensamos antes de decirlo.

“Es gracioso como simplemente te vienes abajo esperando alguna señal. Me detengo frente a tu acera sintiendo como un magia extraña me recorre la columna vertebral. Aquella Reina adolescente, esa arma cargada; ese sueño que se nos murió, el Elegido. El acento sureño, el mundo aún sin descubrir; un muro en la ciudad y un trampolín”. El videoclip de esta canción está filmado íntegramente en Tokio, una maravillosa ciudad que tiene la particularidad de tener un ojo en el pasado milenario de esta nación, y el otro mirando hacia el futuro tecnológico. Hay pocas ciudades tan inundadas de gente (el Japón entero está superpoblado) que tienen siempre el último gadget informático a mano, pero que no dejan de reverenciar las costumbres ancestrales de este orgulloso país. La superficialidad de la vida moderna se da la mano como si nada con las prácticas espirituales del Sintoísmo y el Budismo. Pareciera que es esa ambivalencia la que le da una fuerza sobrehumana al pueblo japonés para sobreponerse de cualquier cosa. Y para un occidental es muy fácil sentirse extraviado ante esta cultura. Recuerdo haber visto en el cine la película “Lost In Translation”, en la cual los personajes de Bill Murray y Scarlett Johansson se conocen en Tokio sin tener ningún tipo de intereses en común; pero inmediatamente se sienten conectados por esa sensación de soledad ante un sitio al que no pertenecen y al que menos aún comprenden. Y algo de esa misma sensación se respira en este video. Más allá de la actitud juvenil típica de toda estrella rockera, vemos cómo a los integrantes de The Killers les pasa lo mismo que nos ocurriría a nosotros en esa situación: les es imposible acercarse a una cultura que no conocen sin caer en la risita nerviosa, sin moverse cerca de la burla; sin que se les trasluzca en la mirada esa idea de que preferirían estar en casa. Todo en el aire les dice que no pertenecen a ese lugar. En un momento así desearíamos que todos pudieran leer nuestra mente: “Antes de que saltes dime que encontrarás cuando leas mi mente”.

“Resbalando en mi fé hasta que me caigo, nunca devolviste aquella llamada. Mujer, abre la puerta, no dejes que esto me siga doliendo; quiero volver a respirar tu fuego otra vez. Ella dijo: ‘Nada de eso me importa si a ti no te importa, porque yo no puedo brillar si tú no puedes brillar. Así que recuesta tu espalda en mí”. Si leyéramos la mente de los demás encontraríamos de seguro muchas cosas indeseables, mucha sinceridad agresiva, mucho veneno disfrazado de perfume. Pero también es posible que en lo profundo de cada pensamiento encontremos esa gota de admiración que hace que nos acerquemos con ansias a ciertas personas para calentar nuestra alma congelada por la soledad con el brillo que ellas generan: “Cuando tú lees mi mente las estrellas brillan como diamantes rebeldes cortados directamente del Sol”. ¡Feliz Deprimartes!

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