martes, 6 de diciembre de 2022

Outtake Nº2: “So Cruel”. U2. (1991)

 



O cómo sonaría una puñalada en el corazón hecha canción.

 

¿Cómo y cuándo exactamente empieza a destruirse una pareja? Nadie lo sabe a ciencia cierta: “¿Quién cruzó la línea? ¿Quién empujó a quién? Tal vez a ti no te importe, pero a mí sí. Estamos a la deriva, pero lo nuestro aún se mantiene a flote. Aunque sólo parece que estoy esperando ver cómo te hundes, mi amor”. Crónica de un amor que se autodestruye, y de ese miserable y a la vez sublime sentimiento que representa el voyerismo de ver derrumbarse algo que amamos, y no hacer nada para detener la caída.

En lo personal, aún recuerdo la primera vez que escuché a U2. Y fue con éste disco, nada menos. Achtung Baby!, probablemente su mejor producción. En 1993 un amigo mío quería a toda costa hacerme escuchar a esta banda, y yo estaba un poco reluctante, más por ignorancia que por otra cosa. Hicimos un viaje en ómnibus con un grupo de conocidos, y mi amigo llevó su walkman con éste álbum listo para ser escuchado. Antes de pasármelo, un súbito ataque de autoindulgencia lo llevó deleitarse con alguna de las canciones del cassette, mientras que su cara felicidad se volvía tan evidente que un compañero de grupo le preguntó qué era lo que estaba escuchando. “U2” fue su respuesta, y acto seguido le pasó los auriculares a él; y este muchacho comenzó a apreciar tema tras temas mientras exclamaba “¡Esto es lo mejor que oí en mi vida!”, lo cual llamó la atención de una chica, quien le preguntó qué estaba escuchando, y le pidió el walkman para repetir la ceremonia. Luego apareció otra persona más y la escena se reiteró una y otra vez, con gente exclamando a gritos lo feliz que estaba por escuchar algo tan soberbio, y conmigo mirando el walkman ir de una cabeza a la otra sin que yo pudiera acceder a esa música supuestamente tan fabulosa. Finalmente llegamos a destino, y esa noche, a la orilla de un fogón, pude completar el ritual. Sin embargo, no fue sino hasta que llegué a este tema que empecé a comprender el embrujo de U2: “Yo desaparecí en ti, tú desapareciste de mi vida. Te di todo lo que siempre quisiste, y resultó que eso no era lo que querías”.

Este hermoso tema comienza y mantiene su cadencia con unos punzantes ataques de piano, que le dan paso a una pared de cuerdas, conformando a lo largo de toda la canción una atmósfera profunda, sentida, y atormentada. El cantante Bono Vox gime dolorosamente al alcanzar sus agudos, como un dragón moribundo que desparrama su fuego como último acto de vida. Suena como lo hace esa puñalada que adorna cada corazón: “Oh... Dices que en el amor no hay reglas. Oh, dulce amor, eres tan cruel”. Y justo luego de este cortísimo y tan verídico estribillo, se hace evidente la genialidad del productor del álbum, el renombrado Daniel Lanois; quien le suma a la canción un último detalle con un vibrante eco electrónico que sonará como trasfondo hasta el final del tema. Ese eco borroso y distante siempre me ha dejado pensando… ¿Se tratará de la alegoría de un corazón que trepida de desesperación? ¿Es la alusión a una respiración enérgica ante la inminente falta del amor correspondido? ¿Es una imagen de reminiscencia de los pensamientos arremolinados y atropellados por la impotencia?... ¿O tal vez es todo eso junto?

“La desesperación es una tierna trampa en la que siempre caemos. Pones tus labios contra los suyos, sólo para detener la mentira. Su piel es blanca como el Espíritu Santo, y tú gritas como un ángel por su amor. Entonces ella se eleva y hace que la contemples desde su altura. Y la necesitas como si se tratara de una droga”. El tema está plagado de esas hermosas metáforas, que son un claro ejemplo de la capacidad metafórica de Bono para escribir sus letras. El frontman de la banda más importante de la última época del Rock no sólo está muy comprometido con innumerables causas sociales, sino también con la estructura poética de los versos de sus canciones: “Ella usa mi amor como si fuera un vestido transparente, sus labios dicen algo, pero sus movimientos dicen otra cosa. El amor es el grito de una flor que se está muriendo”.

“Oh, amor, tengo que estar loco para estar contigo. Dulce corazón, eres tan cruel”. A lo largo de la letra, nos encontramos con una mujer objeto del deseo que tropieza en su propio laberinto de sentimientos: “Odias a todos los hombres que te amaron, pasaron a través de tu vida como lo hace un fantasma. Ellos te buscan, pero tu espíritu está en el aire. Nena, no estás en ninguna parte”. Y por otro lado tenemos al alma tortuosa del hombre que no puede, no quiere y siente que no debe dejar de amar: “No sabes si es miedo o deseo, el peligro de esta droga que te eleva tan alto. Tienes la cabeza en el Cielo, y los dedos hundidos en el fango. Su corazón está corriéndote una carrera y no puedes mantenerle el paso. La noche está sangrando como un corte profundo. Al final todos terminamos siendo aplastados bajo las pisadas de los caballos del amor y la lujuria”. Con una enorme carga poética, bien pareciera que esta canción podría aplicar a distintos momentos de la vida de cada uno de nosotros. Brindo entonces por la maestría que siempre ha sabido tener el Rock para plasmar nuestra existencia en el espejo de la música. ¡Que así sea por siempre!

 

 https://www.youtube.com/watch?v=OaFwK5yqDas&ab_channel=U2-Topic




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