Deprimartes homicida:
Phil Spector fue tal vez el productor de mayor renombre en
la historia del Rock. No sólo era tremendamente creativo en el estudio de
grabación, sino que le ha dejado al mundo una creación suya llamada “muro de
sonido”; que consiste en sobregrabar una y otra vez cada instrumento sobre sí
mismo hasta lograr que se escuche como si se tratara de varios instrumentos a
la vez. Allí donde se había registrado una guitarra, el oyente avezado escuchaba
varias capas superpuestas de hasta una decena de guitarras; logrando que la
densidad del sonido recordase a la de una orquesta sinfónica. Esta técnica le
otorgó una posición de mucho prestigio en el nuevo ambiente rockero de
principios de los años ’60, y en poco tiempo pasó a convertirse en el productor
estrella al cual los artistas más famosos buscaban para que les garantizara un
éxito. Antes de cumplir 25 años varias de las canciones que él había producido
lograron alcanzar los topes de las listas, y su fama era tal que terminó siendo
el responsable del último álbum de The Beatles, “Let It Be”, y de los discos
solistas más exitosos de John Lennon y George Harrison. En su carrera llegó a
producir a artistas de la talla de The Righteous Brothers, Ike & Tina Turner,
The Ramones, y Leonard Cohen; y a pesar del éxito algunos de estos músicos ya
daban cuenta de lo problemático que era el señor Spector en la sala de
grabación. Su genialidad detrás de una consola de sonido se veía opacada por
sus tremendos arrebatos de ira, sumados al hecho de que era conocido por portar
legalmente un arma de fuego; la cual siempre llevaba encima. Tal vez por eso a
nadie le sorprendió que sus últimos doce años de vida los terminara en una
cárcel, cumpliendo condena por haber matado de un disparo en su casa a una
actriz casi desconocida con la que se vio envuelto amorosamente por esa única
noche: “La noche en que nos conocimos me di cuenta
de lo mucho que te necesitaba. Y si tan sólo tuviera la oportunidad, te aseguro
que jamás te dejaría ir. Así que por favor di que me amas, prometo hacer que te
sientas orgulloso de mí. Haremos que todos se den vuelta a mirarnos allí donde
vayamos”.
Por su parte, Veronica Bennett había conformado a The
Ronettes junto con su hermana y una prima. Eran un muy buen trío vocal de
chicas afroamericanas, algo que estaba de moda por esos años; y tal vez por eso
mismo se les hacía dificultoso alcanzar el éxito. Hasta que conocieron a Phil
Spector, quien escribió esta canción para que ellas la grabaran; y eso las
llevó a la fama de manera instantánea. La suerte parecía sonreírle al trío: no
sólo acompañaron como teloneras a The Beatles en una gira, sino que Veronica se
casó con el excéntrico Phil y tomó el nombre artístico de Ronnie Spector. De
allí en más, todo fue una pesadilla. Tal vez por algún enfermizo sentimiento de
posesión, el productor se negaba a editar la mayoría de las canciones que ellas
grababan. De hecho, The Ronettes son uno de los poquísimos ejemplos de una
banda exitosa que han editado un único álbum en toda su carrera. Tan sólo un
álbum y nada más. Phil parecía querer que el público apreciara el talento de
las chicas sólo en cuentagotas, pero en realidad tenía miedo de que Ronnie lo
dejara algún día si su fama crecía; así que las boicoteaba todo el tiempo y
apenas sacaba a la luz algunos pocos singles del grupo. Luego de unos años de
sentirse como una prisionera en una jaula dorada, Ronnie finalmente le pidió el
divorcio; el hartazgo le había ganado al amor que alguna vez sintió: “Así que por favor, sé mi amor. Sé mi amorcito, mi único
amor. Di que serás mi amado. Sé mi amor ahora”.
Otro rasgo que ilustra la psicopatía del señor Spector es
que su encono hacia The Ronettes empeoró con el paso del tiempo, y aún en el
nuevo siglo se dedicó a continuar saboteando la imagen del grupo. Incluso utilizó
sus influencias en el mundo de la música para impedirles durante años entrar en
el Salón de la Fama del Rock, y esto último recién pudo darse merecidamente
cuando Phil cayó en desgracia y terminó en la cárcel. A pesar de todo, a veces
la vida nos regala un final feliz: “Te haré tan
feliz, mi amor; ya lo verás. Por cada beso que me des yo te daré tres. Oh,
desde el día en que te vi he estado esperándote. Sabes que te adoraré hasta el
fin de los tiempos”. Más allá de todas las polémicas, hay que reconocer
que los arreglos en la producción en este tema son legendarios. El muro de
sonido de Spector encuentra aquí a uno de sus ejemplos más emblemáticos, logrando
que esta canción sea considerada como una de las más influyentes de la
historia. ¡Feliz Deprimartes!
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