Deprimartes revolucionario:
Como preludio de lo que sería la globalización, hubo una
época en la que podíamos ver una revolución o un conflicto militar ocurriendo
en la pantalla de un televisor, desde la comodidad del living y sentados en nuestro
sofá. Esta forma de voyeurismo legalizado era auspiciada por la rapidez con la que
el mundo estaba convulsionando, especialmente en aquellos días en que ocurrió
la caída del Muro de Berlín; dejándonos a todos la premonición certera de que se
acercaba el fin de la Guerra Fría: “Una mujer en la
radio habla acerca de la revolución cuando ésta ya le pasó de largo. En su
tiempo a Bob Dylan no le pasaban este tipo de cosas ni podía escribir canciones
sobre ellas. ¿Sabes qué? Se siente bien estar vivo”. Sin duda se siente
bien estar vivo, pero mientras algunos pasábamos nuestros días restregándonos
los ojos frente a una televisión, una persona anónima y desarmada se jugaba la
vida al quedarse de pie frenando una línea de tanques en China. Distintas
maneras de vivir una revolución, supongo… Ya se había terminado el mundo
dividido en dos en el que millones de personas llevaban adelante su
cotidianeidad, y ahora el futuro era una incógnita.
En esos primeros días de la década del ’90 se podía
escuchar con mucha frecuencia a alguna banda de Rock Alternativo. Y recordemos
que como subgénero el Alternativo funciona como antítesis perfecta del Pop, ya
que busca producir música anticomercial, o al menos que no apunte a convertirse
en un éxito. Al ser tan heterogéneo en su comprensión, se ha conformado
históricamente de un abanico muy amplio de bandas que parecían no tener un parentesco sonoro entre sí. Con el correr del tiempo su sonido se ha ido
unificando hacia una suerte de Rock adulto y experimental, prueba de lo cual
son los británicos de Jesus Jones: “Yo estaba vivo
y esperé. Esperé. Yo estaba vivo y esperé por esto. Justo aquí, justo ahora; no
hay otro lugar en el que querría estar. Justo aquí, justo ahora; viendo cómo el
mundo se despierta de su historia”. Como buenos representantes de un subgénero
con límites muy difusos, esta banda de formación rockera supo incorporar algunos
elementos de la música electrónica, como las bases sampleadas con
sintetizadores. Y lo hicieron con tan buen gusto que lograron tener mucho éxito
del otro lado del Atlántico, lo que hizo que fuesen muy populares en Norteamérica
mientras continuaban siendo una banda underground en su Inglaterra natal.
“Yo presencié la década en la que parecía que el mundo podía cambiar en sólo un parpadeo. Y si acaso eso hubiera ocurrido, entonces ese sería nuestro signo de los tiempos”. Recién a principios de los ’90 comenzamos a sentir la seguridad de pestañear y saber que al volver a abrir los ojos todo seguiría ahí. Las bombas no estallarían. Fue una década sublime para vivirla, aunque en ella hubo muchos que defendían su pasividad exclamando un sonoro “¡qué barbaridad!” que los disculpara de mayores pensamientos sobre todo lo que ocurría. Otros, mientras tanto, se trepaban al Muro de Berlín para derribarlo a martillazos y vender sus ladrillos como souvenirs… Qué irónico, ¿verdad?: “Mirando cómo el mundo se levanta”. ¡Feliz Deprimartes!
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