Deprimartes virtual:
“Todos están aquí conmigo, pero no hay una cámara que lo
registre. No crean que soy lo único que importa en este mundo”. La letra de esta canción nos
lleva de paseo por el lado horrendo de la popularidad. Las celebridades suelen experimentar
la sobreexposición como un espantoso efecto secundario que deben pagar por
acceder a la fama, pero si uno se detiene a pensarlo un poco, vivir todos los
días llamando la atención es algo bastante antinatural. Y sin embargo en cada
rincón del planeta hay gente que sueña con triunfar frente a las cámaras. Lo
que nadie parece medir es que al hacerlo uno se convierte en prisionero de las
miradas ajenas: “La cámara no me deja ir, el
veredicto no ama a nuestra alma. El mundo digital no me dejará escapar”.
El mismo principio rige para el mundo digital, y no es poco común que la falta
de privacidad en la que puede sumergirte la vida virtual lleve a cualquiera a
un agudo cuadro de depresión. La obligación de tener que aparecer en pose ante
los ojos de unos terceros que no nos conocen puede exprimirte hasta la última
gota de tus ganas de vivir.
Hoy
es moneda corriente que la vida de cada ser humano se presente ante los demás a
través de las redes sociales. Toda persona intenta reflejar su realidad y sus
pensamientos en un perfil, como si su vida se mostrase en un escaparate. Y
hablando de ello, por estas pampas, en las vidrieras de algunos comercios aún
puede verse un pequeño cartel tan efectivo que ya se ha convertido en un
clásico atemporal. Ese anuncio dice algo como: “Hoy no se fía, mañana sí”, y
plantea una paradoja que acalambra las mentes de todo aquel potencial
consumidor que lo lea. Pero en esta canción los roles se trocan. Aquí es el
desganado deudor quien usa la frase con su acreedor, pero a la inversa: “Sí, claro; voy a pagarte, sí, sí... El día en que mañana
sea hoy”. Esta displiscencia parece ser producto de la ansiedad
existencial de todo habitante del año 2000, que vivía con el Jesús en la boca
esperando la llegada de ese apocalipsis llamado Y2K. Ya todos sabían que mañana
nunca es hoy. Porque como lo dejó en claro el gran George Harrison en su
canción “Ding Dong, Ding Dong”: “Ayer hoy era mañana y mañana hoy será ayer”.
“Quiero ese estéreo encendido todo el tiempo, me ha llevado muy
muy lejos”. Vaya
que es extraña esta banda. Tal vez estamos ante el último gran truco que sacó
de su galera el Rock, aunque de hecho fue tan innovador que aún hoy resulta
difícil de asimilar como idea. Y es que Gorillaz es una banda virtual. Así como
lo leen. Un buen día el señor Damon Albarn se dio cuenta de que para perdurar
en el tiempo tenía que reinventarse; ya no le bastaba con ser el cantante de
Blur, tal vez la banda más importante del Britpop. Así que llamó a su amigo, el
historietista Jaime Hewlett, y con él comenzaron el inconcebible proyecto de
crear una banda inexistente, con cuatro integrantes con sus personalidades bien
definidas, y apuntanto a la idea de presentarse en vivo en conciertos
virtuales. Por descabellada que suene la idea, un par de décadas y un manojo de
álbumes después, se puede asegurar que Albarn logró todo lo que se propuso con Gorillaz:
“No crean que soy lo único que importa en este
mundo. No piensen que voy a quedarme aquí por mucho tiempo más”. Ser
original siempre es bueno. ¡Feliz Deprimartes!
Voy a robarte un par extractos de este excelente comentario para mi estado de wasap.. estas avisado¡¡..mas de uno lo puede tomar como personal..y va a ser divertido
ResponderBorrar