martes, 13 de julio de 2021

Capítulo 282: “Easy”. Commodores. (1977)

 





Deprimartes fácil:

 

De unos años a esta parte vengo remontando la colina, después de un par de décadas en que todo había sido un tedioso rodar cuesta abajo. En cuanto a la razón de mi mejoría he podido notar que no se me da muy naturalmente eso de estar en pareja, y por tanto decidí prescindir de ella: “Sé que suena gracioso, pero no puedo soportar el dolor. Asi que, nena, te abandonaré mañana mismo”. Eso mismo dije tantas veces… Pero con el paso del tiempo me fui haciendo conciente de que había conquistado mi propia soledad, así que vanamente llegué a declararme públicamente como “solosexual”. Por supuesto, y como siempre, la vida se me rió en la cara, porque tenía otros planes para mí…

 

“Creo que tú sabes que he hecho todo lo que pude por esta relación, nena. Mira, he suplicado, he robado y hasta tomé prestado; sí señor. Es por eso que estoy tan tranquilo”. A lo largo de mi extenso pero respetable historial de fracasos amorosos, cada vez que llegaba el final he querido dejarle en claro a mis parejas (o tal vez a mí mismo) que me iba de la relación con la frente en alto por haber hecho todo lo posible para evitar el fin. Y sin darme cuenta andaba por la vida con una falsa calma que me excusaba de culpas: “Estoy tan tranquilo como si fuese una mañana de domingo”. Pero en el fondo sabía que cargaba con mi parte de responsabilidad en la debacle: ocurre que siempre he preferido estar solo a estar con alguien más. Tal vez se deba a ese algo que subyace en todos nosotros, eso que duerme en lo profundo de nuestro ser más primitivo y que se niega a vestir cadenas. En nuestra imaginación a todo compromiso le sigue una sombra aterradora, esa sensación asfixiante de perder la libertad. Y a eso se le suma la incertidumbre acerca de si estaremos a la altura de las circunstancias. Por eso les tememos a los compromisos y terminamos negociando con ellos, a veces hasta por amor: “¿Por qué demonios alguien querría ponerme unos grilletes? Si ya he pagado todas mis deudas como para estar libre. Todos quieren que yo sea de la manera en que ellos quieren que sea, pero yo no me siento feliz cuando tengo que ser falso”.

 

Érase una vez dos grupos estudiantiles que decidieron juntarse y crear una nueva banda musical, pero no lograban encontrarle un título decente al nuevo proyecto. Así que The Commodores (“Los Comodoros”) recibieron su nombre cuando uno de sus integrantes tomó un diccionario, lo abrió y eligió una palabra al azar. Siempre bromearon sobre que habían tenido suerte, porque casi terminan por llamarse “Las Cómodas”. Firmaron un contrato con el afamado sello Motown y tenían todo para ser reyes de la Música Disco, pero increíblemente se decantaron por el Funk, ese pariente bailable del Jazz. Y todavía más llamativo es el hecho de que hayan llegado a la cima de los charts en varias oportunidades, pero no con temas pensados para las pistas de baile, sino con baladas lentas y emocionales: “Quiero volar alto, muy alto. Quiero ser tan libre como para saber que las cosas que hago estan bien. Tan sólo quiero sentirme libre, nena”. Su líder fue el genial Lionel Richie. Abandonó el grupo a principios de los años ’80 y se lanzó como solista, logrando una fama tan mundialmente arrolladora que quien hoy es el mejor jugador de fútbol del mundo lleva su nombre gracias al amor que sus padres sentían por la música de Lionel. En sus comienzos con Commodores llegó a ser telonero de The Jackson 5, y allí fue donde Richie conocería a Michael Jackson; con quien más adelante escribirían “We Are The World”, tema principal de la multimillonaria campaña solidaria “Usa For Africa”. ¡Feliz Deprimartes!

 

 

 https://www.youtube.com/watch?v=BVbDUc-yHLM






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