Deprimartes empoderado:
La norteamericana Susan Quattrocchi siempre supo que quería
ser alguien dentro del ambiente musical, así que lo primero que hizo fue
acortar su apellido con evidentes raíces italianas para sonar lo más original
posible, y luego eligió dedicarse a tocar un instrumento muy infrecuentemente
ejecutado por una mujer en el Rock, el bajo eléctrico: “Toda
la vida quise ser alguien y aquí estoy. Sé lo que tengo y nadie va a quitarme
mi oportunidad. Así que déjenme decirles quién soy: soy una zorra al rojo vivo
que puede aguantar lo que sea que me tiren. Soy un castigo del infierno,
querido, ¿es que no te diste cuenta?”. Si alguien con un buen ojo
clínico la descubría –cosa que finalmente pasó-, sin duda alguna Suzi sería una
estrella. Más allá de su talento, que por cierto era mucho, su calidad de
original le valdría el éxito. Porque a principios de los años ‘70 ¿con cuánta
frecuencia podríamos encontrar a una joven y hermosa mujer tocando el bajo y
cantando en una banda de Rock?
Rápidamente firmó un contrato con una discográfica que
decidió lanzarla como solista en Europa, y muy pronto comenzó a enhebrar un
rosario de éxitos. Tuvo la muy buena suerte de erigirse como la gran figura
femenina Glam Rock británico, un movimiento musical en el que los artistas
masculinos jugaban con la idea de tener una sexualidad ambigua y una imagen
andrógina. Los nombres imperantes en esta corriente eran los de David Bowie,
Gary Glitter, Elton John, y Marc Bolan; y en medio de todos esos hombres vestidos
con calzas y lentejuelas brillaba esta diminuta chica portando un bajo enorme, enfundada
en su traje de cuero y con una actitud muy combativa: “Soy
una chica rara con la cabeza retocada que tiene una racha de suerte, voy a ser
la dueña de esta ciudad y tú no puedes detenerme. Porque soy una salvaje. Sí,
soy la salvaje”. A pesar de la popularidad que tenía en el Viejo Mundo,
a Suzi el éxito le era esquivo en su tierra natal. Terminó triunfando en
Norteamérica gracias a su faceta de actriz, alcanzando curiosamente la
masividad gracias a su labor en la clásica comedia “Happy Days”, aquella del
mítico Fonzie: “No tiene sentido, suéltame ya. Más
y más, ya no puedo llevar la cuenta”.
Dentro de una banda, es común que una mujer ocupe el rol de
vocalista principal. Pero cuando no es así en el mundillo del Rock por lo
general la mujer suele ocupar tristemente los dos mismos lugares: o bien es
corista o bien es groupie, casi un elemento decorativo. Ese no era el caso de Suzi.
Con su mínimo 1,52 mts. de altura, ella se calzaba al hombro un instrumento que
la hacía ver insignificante. Pero era consciente de todo el talento que tenía: “No he perdido la cabeza a pesar de que ya quedaron atrás
esos años en que tú no me dejabas crecer y me arrastrabas a todos lados”.
Aprendan, amigas feministas. Así se rompen moldes y se empodera una verdadera
mujer. Por propia personalidad y por sola presencia, el de Suzi era un
verdadero empoderamiento; hasta se podría decir que era feminismo puro puesto
en práctica. Si alguien tiene alguna duda, no basta más que con ver algún video
de sus presentaciones, donde arrasaba el escenario con una personalidad avasallante.
Nunca jugó el papel de víctima, siempre fue la dueña de su propio camino: “Soy una perra de ojos azules que quiere ser rica. Así
que quítate de mi camino, porque llegué para quedarme”. ¡Feliz
Deprimartes!
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