Deprimartes manés:
“¿Cómo? ¿Cómo puede ser que un amor tallado a
partir del cariño, y al que le ha dado forma el destino mismo sufra tanto por
unos juegos que jugamos demasiado seguido?”. Hay una pequeña isla en el Mar de Irlanda
que nadie parece querer, y si bien pertenece a la Corona Británica, es tan sólo
considerada como una pequeña dependencia. Es la Isla de Man, que ostenta una de
las banderas más extrañas que haya visto el mundo. En este islote escondido
nació Mark King, quien desde su temprana juventud desarrolló un gusto musical por
el jazz. Esto lo llevó a soñar con convetirse en el más grande baterista de su
época, y por eso viajó a Londres para formar su propia banda. Pero sus sueños
iban a toparse con un problema… No lograba encontrar un solo bajista
disponible. Así fue que el bueno de Mark se decidió a probar suerte en las
cuatro cuerdas, y con el paso del tiempo y de las ironías de la vida, llegó a ser
considerado por muchos como el mejor bajista de su época. Fundó la banda Level
42 y con ellos destacó en los años ’80 colocando varios éxitos en las listas de
ventas, y a pesar de que sus canciones estaban apuntadas hacia el éxito
comercial, aún así podía darle cierta profundidad a sus letras: “Pero cometer errores es parte de las imperfecciones que
la vida va teniendo con el paso de los años. ¿O acaso está tan mal ser humanos,
después de todo?”.
“Y atraídos por una corriente de ilusiones
indefinidas, esos sueños hechos de diamante no pueden ocultar la verdad. Y es
que hay algo acerca de ti, nena, que está tan bien. No podría ausentarme de tu
lado esta noche”. Mark
King, además de cantar, adorna melódicamente la canción con su bajo. Toca
mientras mezcla en su ejecución algunas técnicas como el “slapping” y el “popping”.
Estos arabescos enriquecen muchísimo la base rítmica, lo cual puede llamarnos
la atención porque a la hora de escuchar música no solemos esperar que un bajo
nos sorprenda. Y mucho menos su intérprete, alguien que con el paso de las eras
se ha convertido tanto en un cliché como en un personaje incomprendido: el
bajista. Por alguna extraña razón, la mayoría de los bajistas responden a
ciertas señas particulares. Suelen ser la persona más callada del grupo, apenas
sí se mueven en el escenario, es muy raro que hagan coros, y suelen irse solos
después del concierto. Conozco a algunos, y puedo dar fe de que cumplen casi a
rajatabla con estas condiciones. De hecho, yo he tocado el bajo en alguna que
otra banda, y durante ese período me volví una persona bastante taciturna. En
fin, como dice la leyenda: Nadie sabe para qué sirve un bajista… Hasta que
falta al ensayo. Y ahí todos se dan cuenta de que algo falta.
“Si nuestro amor permaneciera oculto, nadie
podrá decir que nosotros no sentimos un millón de cosas, ni que no hayamos
vivido una vida de ensueño. Y aunque ese amor ya se ha ido, tan frágil como
libre, nosotros continuamos llevándonos bien. Ya no estamos tan enamorados,
pero eso no está mal. Después de todo, tan sólo somos seres humanos”. En el muy interesante videoclip
de esta canción tenemos a Mark personificando a un pasajero en un tren. Es un viajero
aburrido cuyo pasatiempo consiste en ponerse a deducir cómo es la vida de cada
uno de sus compañeros de viaje, según los detalles que observa. Y siempre que
deja volar su imaginación en estas realidades ajenas inventadas se le aparece la
misma misteriosa mujer. A cada uno de estos amores imaginarios los acecha un
alter ego payasesco de nuestro viajero, que disfruta cada vez que la pareja tiene
un desencuentro. De la misma manera, también se siente mal cuando reina entre
ellos la concordia. Las maquinaciones son tan fuertes que al viajero cada vez
se le hace más confuso el límite entre la realidad y el sueño, pero por suerte
para él ahora el viaje ha terminado. Es la estación final del recorrido, y ha
llegado la hora de bajarse del tren. Quien también se baja, siguiendo los pasos
de nuestro viajero aburrido, es aquella fantasiosa caricatura de sí mismo; como
un lúgubre recordatorio de que vayamos donde vayamos llevaremos a nuestros
problemas como acompañantes: “Oh, todos esos años
cambiantes hacen que todo se haga más confuso. Y tú necesitas saber el momento
exacto en que se dijo la verdad. Y es que hay algo acerca de ti, nena, que está
tan bien. Y yo ya no podría vivir sin ti”. Como
sorpresa final, el sueño se vuelve realidad: quien finalmente está esperando en
el andén es la mujer de nuestros sueños... Y nos resulta tan sólo otra cara
desconocida entre la multitud… ¿El sueño se convirtió en realidad, o en
pesadilla?... ¡Feliz Deprimartes!
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